martes, 29 de diciembre de 2009

¿A qué huele vuestro hogar?




Me he encontrado con este artículo de "La Vanguardia". Creo que todos en algún momento hemos echado de menos el olor de nuestro hogar, cuando estamos lejos. Y hemos respirado profundamente al llegar, después de estar una temporada larga fuera.
Me pregunto... ¿A qué huele vuestro hogar?

¿A qué huele el hogar?

Un estudio asocia el olor a detergente o a tostadas a la sensación de estar en casa


ANNA SOLANA | 23/12/2009

¿Qué es lo que hace que cuando uno pasa por la puerta tenga la sensación de estar en casa? Según un estudio realizado en el Reino Unido por Habitat, cadena de tiendas de muebles y accesorios para el hogar, es el detergente. O eso es lo que piensan el 34% de las 4.000 personas que participaron en la encuesta.

Al olor a ropa limpia le sigue el de las tostadas recién hechas, que da sensación de hogar al 22% de los encuestados. Por detrás, se sitúan el perfume, que resulta agradablemente casero para el 17%; la cena del día anterior, que huele a hogar-dulce-hogar para el 10%; y el café, que también resulta reconfortante para el 5%.

De hecho, el 7% de los británicos aseguran que su casa tiene un aroma característico que hace que lo consideren su hogar. Para la mayoría esta esencia es la que hace que se sientan seguros y a gusto y va más allá del efecto que puedan tener la decoración y el mobiliario.

Un tercio confiesan igualmente haber decidido no comprar una propiedad a causa del tufo que desprendía. Y 3 de cada 4 se atreven incluso a asegurar que se puede saber si te vas a llevar bien con alguien en función del olor de su casa.

El estudio señala también que a 1 de cada 5 personas le gusta tanto la fragancia que desprende su casa que la embotellarían y se la llevarían consigo. Y 3 de cada 10 querrían tener el efluvio casero cerca mientras están de vacaciones.

Para Mark Saunders, director ejecutivo de Habitat, "es interesante ver el efecto que tiene el olor en el comportamiento de la gente". "Incluso las pequeñas cosas hacen que una casa se convierta en hogar y eso incluye ciertas fragancias", añade para subrayar las conclusiones del estudio.

sábado, 26 de diciembre de 2009

Breve cuento de Navidad

En la frontera de la India con Pakistán, nadie celebra la Navidad.
El polvo de los caminos tiñe de marrón los rostros de quienes fugazmente pasan por las calles.
Hay un palacio-hotel que dice ser de lujo, en el que nadie del pueblo ha podido entrar jamás.
Una pareja pasa allí la noche.
Ambos están enfermos.
Han recorrido muchos kilómetros para llegar hasta allí; kilómetros de carreteras a medio hacer, de desiertos y pueblos deshabitados. Las cosas nunca salen como uno cree.
En medio de la fiebre y el dolor, él, temblando, le dice a ella: "No te preocupes; yo te sacaré de aquí".
Ella le mira. Le sonríe.
Sabe que dice la verdad.

martes, 22 de diciembre de 2009

Lo sé, lo sé.

Yo sé que hay gente a la que no le gusta nada, nada, la Navidad.
De hecho, no es la primera vez que oigo decir que "ojalá no existiera", o, como me ha dicho una amiga esta mañana "ojalá pudiera irme a un lugar tan lejano donde no hubiera Navidad".
A veces me da la impresión de que hay cierto poso de tristeza, hasta de amargura, en este tipo de afirmaciones. Quizá sea sólo una impresión superficial y esté juzgando más de la cuenta.
Yo sé que a medida que uno se va haciendo mayor, las personas que una vez conformaron nuestro paisaje vital, todos aquellos que "se daban por supuesto" en nuestra vida, comienzan a desaparecer. Entonces uno va abandonando esa sonrisa perpetua, y aún sin dejar de ser alguien alegre, muchas veces, la inocencia se va borrando de nuestro rostro, y ya sólo quedan sonrisas compartidas con las señales de quien ha recibido muchos palos y ha tenido que levantarse solito y sin ayuda.
Lo sé. Sé que llega un momento en la vida en que nada es lo que era antes.
Y alrededor parece que sólo piden que hagas como que no sucede nada, que saques una alegría ficticia de... la chistera? y salgas a cenar con tus compañeros de trabajo, con quienes tienes menos en común que con la mismísima Reina de Inglaterra.
Por no mencionar la nueva moda de ponerse sombreros ridículos con un árbol de Navidad encima o unos enormes cuernos de alce que... en fin. Ganas tiene uno de ponerse cuernos a sí mismo tal y como está el panorama.
Por eso a veces la Navidad puede ser la cosa más frustrante y surrealista que se ha visto jamás.
Por eso yo creo que necesito evitar, cada vez más, el color rojo en estos días, que sale por doquier en muñecos gordos, en gorros, en vestidos, en purpurinas...
Creo que necesito no entrar en tantos centros comerciales; creo que necesito no escuchar tanto jingle, que no villancicos, creo que necesito entrar en mí misma, porque si no, corro el riesgo de olvidarme de qué está pasando, o si es que el mundo se ha vuelto loco.
Creo que si no voy a lo esencial de todo esto... me estaré perdiendo la oportunidad de mi vida.

lunes, 21 de diciembre de 2009

La nieve une

Esta mañana he salido de Santa Adela a las 7 de la mañana. Osea, media hora antes de lo normal, para poder llegar a mi trabajo a tiempo.
Nos hemos enterado, antes de subir las persianas, de que Madrid estaba nevado. Lo supimos porque el presentador de la radio no había podido acudir ya que estaba incomunicado.
Efectivamente. Santa Adela estaba cubierto por una capa de nieve bastante gruesa, limpia, maravillosa.
Parecía otra calle. Incluso parecía otro barrio.
No sé cómo se me ocurrió subirme al autobús. Ingenua de mí, allí que fui, y me senté tan tranquilita, como siempre, con todos mis bártulos de pasar el día fuera de casa, y mis guantes, y mi gorrito, y mi... todo.
A los 10 minutos el autobús dijo que "hasta aquí habíamos llegado".
"El resto del trayecto lo tendrán que hacer a pie". En realidad el conductor no dijo eso, pero es una frase muy conocida ¿no?
Salimos de allí, niños con mochilas, hombres con abrigos y maletines, mujeres maquilladas, y yo con mi aspecto de niña-mujer que estrena sus botas para el agua.
No se nos dejó precisamente al lado de una estación de metro, así que no nos quedó más remedio que caminar a través de la nieve virgen durante al menos 10 minutos todos juntos.
En ese trayecto, participé de muchas conversaciones al mismo tiempo. Dos mujeres descubrieron que se llamaban "Lola", y supimos que los niños controlaban a la perfección los restaurantes de la zona.
Por una vez, Madrid tuvo un poco de pueblo, de vecindario. Ha tenido que nevar para que pueda conversar con la gente en la calle. No hay mal que por bien no venga, ¿no?

sábado, 19 de diciembre de 2009

Historias... en una tienda


Yo no me lo podía creer. Pero ¡lo oí! ¡lo prometo, es real!
He dedicado un rato a salir con mi madre de tiendas para comprar regalos. Si hubiera hecho menos frío en Gijón, reconozco que hubiera sido divertido. Pero tengo el cuerpo dolorido de tanto encogerme.
Entramos en una tienda súper original llena de complementos... Y nos pusimos a mirar gorritos, boinas... algo para tapar la cabeza y evitar que se te caigan las orejas del frío.
La dueña de la tienda era una chica encantadora que hablaba hasta con las paredes. En realidad, hablaba con una pareja y les enseñaba a ponerse los gorros (como en estos últimos años los gorros no se llevaban mucho, no siempre es fácil ponérselos y no parecer un fantoche). A pesar de que hablaba con la pareja, por los gritos que pegaba, en realidad compartía sus "conocimientos" con toda la tienda. En un momento determinado agarró una boina de lana preciosa. Y les dijo: "me encanta este gorrito... es como de estilo REFUGIADO".
¿REFUGIADO?
¿Alguien sabe si este estilo tiene algún otro significado, aparte de un look extraño, de gente que sufre, que tiene poco que ponerse, por no decir nada, porque ha abandonado su casa y su ciudad, para vivir en algún lugar de ninguna parte?
En fin.
Me quedé con la duda.
Y mi madre se fue con una boina. Eso sí, de estilo francés.

viernes, 18 de diciembre de 2009

España "en la vereda"

Hoy he hecho, sola, un trayecto de más de seis horas en autobús.
¿A nadie le sucede que, a veces está contemplando un lugar, y desearía poder contemplar ese mismo paisaje, o ese mismo pueblo, o ciudad... tal y como estaba en la Edad Media, por ejemplo? ... y quien dice la Edad Media, dice el siglo XIX, o tal y como lo vieron nuestros padres...
En el camino, mientras por la ventanilla veía los campos de castilla, secos, rectos... casi eternos, pensaba que quizá, en la guerra civil, tuvo lugar más de un fusilamiento por allí. Quizá a alguien se lo llevaron prisionero en ese mismo lugar... ¡cómo es posible! algo que parece tan lejano,¡ es algo cercano, real!
Estoy lejos de María por un par de días. Ella está en un extremo del país, y yo en el otro.
¿Y si comenzara la segunda guerra civil de nuestra era, en España?
En ese caso, probablemente, las carreteras estarían cortadas, los militares de uno y otro bando tomarían los caminos, la comunicación quedaría anulada, y yo estaría lejísimos de ella...
Pensando en estas cosas, vale, absurdas, pero ¿qué queréis? seis horas dan para mucho... Me imaginé una película en la que una madre recorría España entera caminando, sorteando peligros, jugándose la vida, por estar al lado de su niña. Podría ser algo increíble, a no ser porque la historia más o menos ya se ha contado, creo que el protagonista se llamaba Marco e iba en busca de su madre.
En todo caso... El viaje de una madre por España en guerra, para buscar a su hija, podría tener su atractivo, si se sabe contar bien...

jueves, 17 de diciembre de 2009

Poema de un viejo


Cuando el anciano fraile salió un momento, caminando lentamente, de la habitación en la que estábamos, me quedé mirando a mi alrededor, sola como estaba.

Entonces vi, justo detrás de mí, un texto enmarcado. Era un poema, cuyo título estaba impreso en letras más grandes, y en el que había varias estrofas, rodeando una foto suya, de joven, con hábito blanco, junto a varias monjas y jóvenes africanos. Tomada, quizá, en la misión de las montañas del Congo, donde tantos años vivió. Lo leí de un tirón, y del impacto de sus palabras. tan sencillas que no me lo podía creer, tuve la osadía de sacarle unas fotos con el móvil, antes de que llegara nadie. A pesar de que la composición de la poesía y el enmarcado estaban hechos con todo detalle, me sorprendió ver que algunas letras habían sido corregidas a boli.
Esa poesía tenía que ser para mis historias bajo tierra. Yo creo que a él, a fray Anastasio, le hubiera gustado.


Poema de un viejo

"Cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas a donde querías, pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá, y te llevará a donde tú no quieras" (Jn 21, 18)


Cuando ya no pueda andar


Cuando ya no pueda andar
porque tú lo viste así
que venga siempre mi sí
cantando tu voluntad.


Cuando ya no pueda andar
y otra mano me sostenga
haz, Señor, que siempre tenga
en mis labios tu cantar.


Cuando ya no pueda andar
y me falte mano amiga
que sentado sólo diga
"Hágase tu Voluntad".


Cuando ya no pueda andar
y toda fuerza me falle
haz, Señor, que fuerzas halle
para amarte, amar, amar...


Cuando ya no pueda andar
que en mi cuerpo todo cesa
diga yo con tu Teresa
"ya es tiempo de caminar..."

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Héroes de andar por casa


Si me decidiera (y, de paso, si supiera), a hacer etiquetas para clasificar las entradas que escribo, debería poner una que se llamara algo así como "Encuentros". Ese tipo de cosas inesperadas que a todos nos ocurren y que, si estamos muy atentos, nos damos cuenta de que esconden grandes verdades y hasta puede que alguna que otra revelación para nuestra vida.
Esta mañana, en medio del día frío y tan desagradable que hemos tenido en Madrid, acudí a hacer una entrevista en el barrio de Arturo Soria.
Mientras esperaba a mi entrevistado, comencé a hablar con la persona que tenía al lado: un anciano con hábito de fraile carmelita descalzo. Su pulso temblaba, sus piernas estaban ennegrecidas (más tarde supe que amenazaban con cortárselas), y la Biblia entre sus manos. No tenía prisa, pero todo en él era eficacia. Comenzamos a hablar. Y descubrí a alguien muy especial, lleno de amor y de valentía, de recuerdos -como a mí me gusta-, y de ganas de transmitirlos -como a mí me gusta también-.
Al final me llevé un libro escrito por él mismo. Era un contador de historias nato. Nada más pedirle que me lo dedicara, ya estaba arrepintiéndome. Su letra temblorosa hizo unos garabatos llenos de primor que me pusieron roja del apuro. Él se disculpó. Cómo decirle que no había nada imperfecto en su temblor, y en cambio toda la perfección del mundo en la inmensidad de ese corazón entregado.
Fray Anastasio, como podría llamarse el hombre (aunque no es su nombre real), se había tirado 36 años en las montañas del Congo. Su estómago era una bomba de parásitos; su sangre había sido infectada por la malaria tantas veces que no llevaba la cuenta, y hasta encuentros en la tercera fase con hutus cargados con machetes a punto de rebanarle la nuez, eran algunas de las perlas que, aquel hombre de piernas impedidas, de temblor descontrolado, de humilde hábito marrón... tenía escondidas.
Yo no sé a qué suena la voz de los hombres que han cambiado la historia. No sé si engolan la voz para contar sus hazañas; si se ponen serios, sarcásticos, chulitos o solemnes. Fray Anastasio me contaba lo que podría ser una película, con una sencillez desnuda, con una fe que me dejaba clavada en la silla...
Así que así son los héroes...
Conocía a varios, pero estoy acostumbrada a verles en otras circunstancias. No atados a un andador para poder moverse, no algo descuidados porque no pueden hacerse cargo de su propia higiene personal... Es cierto, no es el primero que encuentro, y si me apuráis, conozco héroes en Madrid, y hasta heroínas de 7 hijos que casi no salen de la cocina de su casa.
Pero qué queréis... África es mucho África. Él y yo nos entendimos. A veces pienso que todo me lleva siempre al mismo sitio.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Mirar al cielo


¡Qué placer poder titular con un infinitivo y no ser corregida! Aquí soy yo quien pone las reglas. Y yo digo que no hay reglas y que pienso poner infinitivos hasta que dejen de tener sentido...

Hace varias entradas, bastantes ya, conté que una vez, mirando al cielo, me di cuenta de lo inmenso que era. Y aquella conclusión aparentemente de perogrullo, me sirvió, en adelante, para ayudarme a relativizar mis problemas. Con lo grande que era el mundo... ¿qué importancia podía tener algo tan pequeño como un enfado, una cara que no era la que yo esperaba... una mala nota...? No soy de las que tienen facilidad para apartar las dificultades de su mente. Soy de las que disfruta machacándose con sus errores, pero en este caso, milagrosamente, el truco del cielo me sirve para ver siempre las cosas de otro color.
El otro día, en el autobús, abrí al azar un libro que nunca deja de sorprenderme. Es muy conocido: "La libertad interior", de Jacques Philippe. De repente, me encontré con la historia de Etty Hillesum, una judía muerta en Auschwitz , en septiembre de 1942, y cuyo diario fue publicado en el año 81. Estando todavía en Holanda, meses antes de ser capturada para el campo de concentración, Etty había escrito lo siguiente:

"Esta mañana, paseando en bicicleta por el Stadionkade, he disfrutado del amplio horizonte que se descubre desde los alrededores de la ciudad, mientras respiraba el aire fresco, que todavía no nos han racionado. Por todas partes se ven carteles en los que se prohíbe a los judíos transitar por los senderos que conducen al campo. Pero, por encima de ese poquito de carretera que nos queda permitido, se extiende el cielo entero. No pueden nada contra nosotros; absolutamente nada. Pueden hacernos la vida muy dura, pueden despojarnos de algunos bienes materiales, pueden quitarnos la libertad exterior de movimientos...; pero es nuestra lamentable actitud psicológica la que nos despoja de nuestras mejores fuerzas: la actitud de sentirnos perseguidos, humillados, oprimidos; la de dejarnos llevar por el rencor; la de envalentornarnos para ocultar nuestro miedo. Tenemos todo el derecho de estar de vez en cuando tristes y abatidos, porque nos hacen sufrir: es humano y comprensible. Y, sin embargo, la única expoliación nos la infligimos nosotros. La vida me parece tan hermosa... y me siento libre. Dentro de mí el cielo se despliega tan grande como el firmamento. Creo en Dios y creo en el hombre, y me atrevo a decirlo sin falsa verguenza. Soy una mujer feliz y ¡sí! me vuelco en alabanzas a esta vida".
Conozco a poca gente libre de verdad. Y curiosamente es gente sencilla, sin estridencias en su propia vida... anónima y pequeña. Son personas que saben estar por encima de los pequeños problemas, que saben ir a lo esencial, y sospecho que aman profundamente su realidad... aunque sea tan imperfecta, anónima y pequeña como ellas...

viernes, 11 de diciembre de 2009

Aire puro...

.... con un pero. El vídeo es horroroso, así que pongo un "unplugged". Pero la canción es genial. Buenos días.

martes, 1 de diciembre de 2009

Madres e hijos... (y continúo con mi diario africano)

Están siendo días de aprender muchas cosas nuevas y excitantes. Alguien ha dicho por aquí que esto parece más bien una excursión de Camel Trophic. A mí más bien me recuerda a un reportaje del Discovery Channel.
Lo primero que hay que saber cuando viajas a Mozambique en el mes de noviembre es que cuando llueve, puedes verte envuelto en un grave problema.
El lunes por la noche, de camino a Mangunde, pasamos bastante miedo en el coche porque no se veía nada de tanta agua como caía en el cristal. Teniendo en cuenta que circulábamos por un miserable camino de tierra blanda, aún no sé cómo no nos quedamos atascados en esta tierra resbaladiza.
Mangunde está a 400 kilómetros de Beira. Eso significa llegar con el trasero abollado de tanto bote en el camino. Hasta esta población se accede después de dos horas de dejar la carretera principal. Parece mentira que, tan lejos de cualquier signo de civilización, vaya uno a encontrarse con semejante centro educativo, preparado para 2000 personas. ¿De dónde salen? Pues lo cierto es que salen de la nada. Salen del interior de la sabana, donde sólo ellos distinguen, supongo, un árbol de otro, cuando a primera vista todos parecen iguales.
En Mozambique las casas no se construyen en función de una población determinada, que además, por comodidad, esté al lado del río, o de algún pozo de donde obtener agua. No. En Mozambique uno construye su casa donde su clan esté; y su clan está donde lo estuvieron sus antepasados. Y si eso significa vivir a 30 kilómetros del río, del pozo, de la escuela, o del centro de salud más cercano, pues ahí te aguantes. Esa es tu vida y así te la cuentas a ti mismo.
La gente que llega a la Misión de Mangunde, donde viven 6 misioneras combonianas, acuden de todas partes y de ninguna al mismo tiempo. Llegan caminando, como siempre. En África se camina para llegar a todo. Y se camina en línea, unos detrás de otros. Con cierta parsimonia, con movimientos elegantes, como si en vez de una persona se tratara de un felino, lento y discreto, que casi no hace ruido, que se mezcla con la tierra roja del camino.
En Mangunde también hay una maternidad. Igualita que la Clínica Belén de Madrid, jaja. (Vaya, la broma no suena muy afortunada, ¿verdad?).



Me quedo con la carita de un niño que su mamá lleva agarrado a la espalda con una Kapulana, la tela típica con la que las mujeres se visten, se ponen los pañuelos del pelo, se tapan cuando hace frío... y llevan a los niños.
Cuando le miro, hago un cálculo mental y le echo unos tres meses. De repente el niño abre la boca para llorar. Tiene más dientes que yo. Entonces le pregunto a su madre, y resulta que la criatura tiene un año y medio.
Al preguntarle a la enfermera, me dice que tiene una desnutrición galopante. La verdad es que me impresiona terriblemente. Su llanto es cansino y continuo, sin fuerza. Tiene heridas por todo el cuerpo y llagas de la propia desnutrición. Su pelo es ralo, llena de pequeñas calvitas y su madre le sujeta con cariño y esa cara que ya he visto otras muchas veces, una mezcla de pena, inexpresión, dureza y dolor.
Alguien me dice que los africanos no son muy cariñosos. Viendo a las madres vestir y desvestir a los bebés, pienso que quizá son un poco rudas. Pero luego me fijo más, veo cómo les tienen cogidos, siempre cerca del cuerpo, siempre tocándoles con una mano, asegurándose de que están ahí, protegiéndoles... Y entonces pienso que, a pesar de la lejanía y las diferencias... una madre, siempre será una madre.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Carnaval



Hago un inciso "africano". Creo que es un inciso obligado, un compromiso lleno de dolor y de rabia, aunque esta vez, no sé si será porque está nublado, no estoy enfadada; estoy profundamente triste.
Leo en "El mundo" la crónica de "ambiente" del Congreso, ayer, mientras se discutía el proyecto de ley del Aborto. Dicho así, suena como una ley más. Probablemente muchos diputados se habrán levantado, se habrán duchado, se habrán vestido, habrán desayunado, y habrán acudido a trabajar, quizá hasta aburridos, como un día más. Estoy segura de que habrá habido algún político que habrá acudido, sin embargo, con el corazón encogido. La vida de cientos, de millones de bebés está en peligro, y a nuestros diputados sólo se les ocurre hacer una fiesta de la tontería y la canallada. Uno besa la mano a otra, y el resto le ríe la gracia; una "cría" sin dos dedos de frente, o sea, nuestra Ministra de Igualdad, se sale con la suya, y es aplaudida como si fuera una estrella de Rock... insultos, palabrerías en alto como en mi patio de vecinos...
Un terrorífico carnaval sangriento. Lamento mi tono negativo. Pero hoy tengo el ánimo de luto. ¿Qué mujer, qué madre puede tener la cabeza tan vacía, o tan llena de paja, como para no darse cuenta de la gran injusticia que se está cometiendo?
No me importa nada. Sólo me importan los bebés. Tan indefensos, tan inocentes, tan pequeños...
El último día en Maputo visitamos la casa de las Misioneras de la Caridad, la congregación que fundó la Madre Teresa de Calcuta. Allí tienen acogidos a cientos de niños, recién nacidos y bien pequeños, casi todos con el VIH. La mayoría eran abandonados. Había de todo tipo, esqueléticos, deformes, llenos de tiña o de sarna... Pero todos estaban limpitos y, los más mayores, eran especialmente cariñosos. Aquello, por muy surrealista que pareciera, era una gran familia. Y yo no hacía más que pensar en aquella frase que dijo la Madre Teresa: "Si no queréis a un niño, dádmelo a mí".
Veo la foto de nuestras Ministras, todas con sus chaquetas monísimas y sus broches. Todas con sus mechas, su pelo de peluquería y su sonrisa llena de fundas. Sinceramente, me parecen poco mujeres.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Domingo, 15 de noviembre





Hemos llegado a Beira. El calor es sofocante, como nunca. Todos sudamos, mi pelo está lleno de tirabuzones de repente.

Nos ha recibido en el aeropuerto Pedro, un ingeniero agrícola vallisoletano que lleva 3 años viviendo aquí, en Mozambique. Trabaja para EsMaBaMa, una asociación dirigida por un sacerdote italiano que ha reflotado 4 misiones que la guerra destruyó.

Estamos en la sede de la Asociación. Es una casa vieja y la limpieza deja bastante que desear. Pero al menos hay luz y agua. Eso es bastante, para donde estamos.

Hemos dado un paseo por un pequeño barrio que hay justo enfrente de la casa donde vivimos. Es terriblemente pobre. Entre el olor a la basura que inunda las calles, y el pescado que ponen a secar al aire libre (y que más que seco, está podrido), dan ganas de salir corriendo. La pobreza de las ciudades es muchísimo más indigna que la del campo. Pero al final, todos acabamos concentrados en los mismos lugares. ¿Cómo puede ser?

martes, 24 de noviembre de 2009

Madrugada del 14 al 15 de noviembre


Estamos sobrevolando Botswana. No he pegado ojo en toda la noche, a pesar de la pastillita dichosa que sabe tan mal.

Volamos en una especie de trasantlántico de dos pisos, de la compañía Virgin. Es la primera vez que, al montarme en un avión, me encuentro con una barra de bar nada más entrar. En vez de hacer un viaje, parece que nos vamos de fiesta.

La comida es totalmente inglesa. ¡Qué golosos son! Es increíble lo que son capaces de hacer con un yogurt, una magdalena o una mousse de chocolate. Siento el colesterol correr por mis venas.

Ya es de día. En África amanece antes.

Por la ventanilla veo lo de siempre: tierra roja, vegetación verde oscura y pequeños caminos.

Apuesto que a través de ellos hay gente caminando en línea, ellas cargadas con un bebé, algo pesado encima de la cabeza, y ellos delante, sin llevar nada.

Estoy cansada, pero no pienso quejarme. Soy la segunda más joven de esta expedición, y conmigo vienen tres personas mayores de 60 años.

Echo de menos mi casa, mi marido y mi niña. Ella estará muy feliz, pero su mamá se acuerda de ella a cada momento.

He decidido, durante estos días, hacer un esfuerzo terrible para endurecerme, centrarme en el viaje y procurar pensar lo menos posible. Suena tremendo, pero si no lo hago, puedo volverme loca aquí, en el sur del sur.

Ya nos estamos acercando a Johannesburgo. El territorio despoblado es inmenso, pero ahí fuera hay elefantes, leones, tigres, monos… Oh, y tres caminos sin asfaltar.

Nos queda un avión por coger, el que nos llevará a Beira. Estoy agotada, necesito una ducha y una cama limpia. Jajaja. Esto último sí que es gracioso.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Las tengo


De verdad, de verdad que las tengo.

Tengo mil historias del metro imaginario de Mozambique. Aquel que pasa a otro ritmo, o a veces no pasa, y que cuando pasa, pasa llorando o cantando.

Las tengo... pero he llegado hoy y lo mío no son los aviones... ¡Qué sueño, por favor!
... ¡hasta mañana!

viernes, 20 de noviembre de 2009

Desde la sabana

Me encuentro en Beira, Mozambique.
Esto es una ciudad, y tengo en la casa donde estoy, luz, ordenadores e internet.
Pero ayer, en plena sabana africana, no tenía luz, ni cobertura para el móvil, ni agua caliente, ni siquiera una miserable carretera asfaltada para llegar a algún sitio.
Puedo decir, por muchos motivos, que he estado lo más cerca posible que se puede estar del paraíso... si no fuera porque los propios habitantes del paraíso viven en lo más parecido al infierno.
Estoy escribiendo un diario de viajes que, a mi vuelta, si todo va bien, intentaré reproduciros para que podáis vivir conmigo todas estas experiencias que he tenido.
Aunque era la cuarta vez que venía a este inolvidable país, he aprendido muchísimas cosas nuevas y he vivido muchas experiencias. De todo, me quedo con los árboles, las estrellas, el aire... y las personas.
Si tan sólo tuviéramos en nuestro país la mitad de la inocencia de esta gente, la mitad de su capacidad de acogida y hospitalidad, y la mitad del respeto que se tienen entre sí... las cosas nos irían mucho mejor.
Me quedo con una frase que nos dicen los africanos: "Vosotros tenéis relojes... pero nosotros tenemos el tiempo".

martes, 10 de noviembre de 2009

Vuelvo a África











Hubo un tiempo en que creí que mi vida estaría ligada a África para siempre.

Fui, por primera vez, hace unos 6 años. Desde entonces volví tres veces más, para trabajar como voluntaria en lo que fuera surgiendo, hasta que nació una iniciativa preciosa denominada "Campamentos urbanos". Trabajábamos con niños a la salida del colegio, para que no estuvieran en la calle más tiempo del necesario.
Eran los niños más auténticos que había visto jamás.
Un niño auténtico, por si quedan dudas, es un niño que se comporta como un niño, es decir, que actúa como uno espera que actúe un niño.
Ejemplos:
no dice expresiones de mayores, es inocente, se pone nervioso cuando le explicas un juego nuevo, siempre tiene ilusión por aprender, te agradece todo lo que le ofreces, no te pone en ridículo ni cuestiona tu autoridad...
Disfruté como una enana, fui más feliz que nunca, aprendí tantas cosas... y entre ellas, aprendí que aquel no era mi lugar. No podía quedarme allí para siempre. Pero quizá podía ir cada poco, y aportar mi pequeño granito de arena.

Sin embargo, entre aquellas deliberaciones llegó el que hoy es mi marido, y luego llegó mi pequeño bichito llamado María, y luego llegó la thermomix, los purés, la limpieza, el trabajo, los sueldos, el paro, el no paro... y la incertidumbre de los niños que, si Dios quiere, llegarán.
Y mis niños de Matola se quedaron solillos. Otra vez en la calle.
Hace unas tres o cuatro semanas, me ofrecieron volver 7 días a Mozambique con Manos Unidas, para trabajar como periodista. Después de muchas deliberaciones he aceptado.
Ahora sólo tengo en la cabeza que si me pasa algo, mi niña se queda sin madre. Qué optimista y alegre me he vuelto...

Me voy este sábado. Ya que le quito a María mi compañía, prometo volver llena de historias, de sueños, de imágenes y vivencias para contaros a todos, y a ella, cuando sea mayor.
A veces me da por pensar que a ella le gustará saber que su mamá vivió en Mozambique un tiempecillo, y quizá le guste que le cante el himno de África en ronga (uno de los dialectos del sur del país), o que cuente cómo eran los niños que conocí, y que la mayoría, por cierto, sobreviven gracias a Dios.








lunes, 9 de noviembre de 2009

Ramón, pequeño niño grande

Hace tiempo que le vemos. Alguna vez por el barrio... pero generalmente en misa.
No sé cómo se llama, así que le llamaré Ramón.
(¡Vaya, hacía tiempo de esto ya!)
Ramón es evidentemente retrasado. Su cara no tiene ningún rasgo particular, si no fuera porque la expresión de sus ojos y su sonrisa aparentan unos 5 años, mientras que su cuerpo y sus rasgos en general pertenecen a una persona de 40.
Sonríe bastante, o también pone cara de "observar" alrededor qué sucede. Como los niños pequeños cuando se abstraen.
Hasta ahora, siempre le había visto solo. A pesar de eso, en la calle siempre parece saber bien hacia dónde va.
En misa, responde a todo, unos segundos por detrás de los demás.
En la paz, suele mostrarse muy cariñoso con todo el mundo a su alrededor.
El otro día, mientras subía mi calle de camino al metro, le vi junto a su madre, una señora bastante mayor.
Ambos estaban en la parada del autobús. Estaban cogidos de la mano, y cuando llegó el bus, su madre se despidió y le besó con cariño, y él le devolvió el beso.
No sucedió nada más. Fue una escena muy normal.
Pero Ramón desde entonces es alguien distinto para mí.
Ya no es una persona a la que miro con distancia y procuro evitar... Ahora es un hijo muy querido y cariñoso... tratado con mimo y dedicación.
Es verdad que al principio todo me repelía en él... su fealdad, sus movimientos, su voz...
Ahora ya me es alguien familiar. No entiendo cómo pudo sucederme esa repulsión, quizá el desconocimiento, quizá muchos factores externos al propio Ramón...
Ahora sólo estoy convencida de que Ramón es un afortunado. Para sus padres es el eterno niño que cuidar, pero Ramón se lo devuelve con creces.
Cuando tenga la oportunidad, pienso preguntarle a la gente del barrio por él.
Apuesto a que tiene una profesión, apuesto a que es querido por sus amigos...
Apuesto a que incluso es mayor de lo que pienso.

sábado, 31 de octubre de 2009

Estos días



Estos días están siendo un poco de locos.

De repente me surge un reportaje que me obliga a estar varios días fuera de la redacción, un nuevo párroco en mi barrio que se aferra a mí como a un clavo ardiendo (recuerden: fiestas de Juan y Juana, Otoño Libertario, Izquierda Unida de Hortaleza, mis vecinos antiglobalización y demás chucherías rodeándome durante dos años), una charla en un colegio de Talavera de la Reina y María mirándome con esos ojos oscuros y profundos, pidiéndome cada vez más y más...

Aunque la realidad me está espabilando a marchas forzadas, reconozco que no soy un crack en lo que a organización se refiere. La frase "hacer en cada momento lo que debo" me martillea, o me palpita, o me invade a cada segundo, pero mi memoria es como un queso Gruyere y a veces siento que me muevo a impulsos, empezando una cosa, dejándola a la mitad y empezando otra nueva. Y así hasta que todo está a la mitad y yo en estado de shock.

Mientras tanto mi vida sigue pendiente de un hilo, novedades y novedades acerca de nuestro futuro revolotean a nuestro alrededor sin concretarse en nada y la sensación de que siempre puedo hacer más.

Entre todo este caos, como siempre, regalos eternos.

Como siempre, la verdad, sencilla.

Como aquel empleado de banca, jubilado que, sin más rodeos, me contó su conversión.

Corrían los años 60, y en su oficina había un empleado al que le caían "todos los marrones". Era tan bueno que parecía tonto, y todo el mundo le tomaba el pelo sin cortarse. Un día, le dió hasta pena, y le soltó: "¿Pero no te das cuenta de que la gente se ríe de ti?". Éste, tranquilamente, le dijo: "¿Ves esta máquina de escribir? Pues éste es el altar desde el que ofrezco al Señor todos mis sufrimientos".
Evidentemente, no se convirtió "al instante", pero ésta fue la frase que le hizo "click". A partir de ahí, todo es historia.
Frente a las prisas de estos días, tengo la inmensa fortuna de contar con estas píldoras de energía...

martes, 20 de octubre de 2009

Parejas extrañas y falta de oxígeno



Alguna vez he explicado que los descubrimientos "artísticos" me ensanchan los pulmones. Yo sé que esto, así dicho, puede resultar incomprensible, pero es una realidad que psicológicamente puedo explicar. Necesito aire para respirar y una canción puede darme todo el oxígeno que no consigo cuando me quedo demasiado encerrada entre los vagones del metro de cada día...

Hace tiempo decidí que me gustaba Woody Allen. Me vi "Misterioso asesinato en Manhattan", "Annie Hall" y alguna que otra peli de las últimas, poco convencionales y más bien anodinas. Me pareció hilarante su hipocondria, acepté su egocentrismo y consideré que tenía un morro como una catedral, y que desde esa óptica asumiría el desastre de las relaciones amorosas que trata.

Cuando se estrenó "Vicky, Cristina, Barcelona", un compañero fue a verla al cine. Regresó diciendo (literal) "este tío se ha vuelto un viejo verde". Me quedé con aquella frase, y nunca se me ocurrió ir a verla.

En cambio el otro día, en el tren de vuelta a Madrid, nos la pusieron. Me acordé de aquella frase, pero al mismo tiempo me dispuse a ver algo diferente, un pequeño soplo de originalidad, algo distinto, que siempre, siempre necesito.

Y no me encontré con un viejo verde. Me encontré con un tipo desarmado, sin argumentos, sin corazón, y con una ensalada mental de las que no quisiera yo jamás en mi vida. Las relaciones que describe son absurdas, vacías y dolorosas. Tan absurdas y vacías que engendran violencia... o apatía. Tan pronto aparece un trío, como se quieren matar; tan pronto se abandonan, como se adoran...

Me quedé vacía y dolida. Hay arte que me aporta oxígeno, y hay otro tipo de arte que me ahoga.

lunes, 19 de octubre de 2009

Sueños y algo de miedo

Cómo enfrentarme ahora a esta nueva página "en verde", vacía, después de que tantas personas hayan decidido compartir algo de lo que llevan dentro, en un corazón maltrecho por el dolor.
Cómo enfrentarme y ponerme a contar ahora lo que veo en la mirada de las personas que me cruzo en el metro, en el bus, o por la calle.
Uno va viviendo con su ingenuidad y sus rutinas y todo lo cuenta y todo lo dice... y de repente llega la realidad, con Loretos, niñas pequeñas que reciben quimioterapia... Y las rutinas y las ingenuidades más bien parecen estupideces absurdas.
De todos los comentarios, tan emotivos y tan profundos, me quedo con "Loreto tuvo mucha suerte con su familia". Está claro que tuvo unos padres abnegados, cariñosos y pudo contar con ellos en los mejores y los peores momentos. Ese fue el regalo que tuvo, un regalo que, por cierto, no todos los niños han podido tener.
Nunca me olvidaré de esta niña, que me hizo recordar lo momentáneo que es todo, y al mismo tiempo, lo profundamente eterno, la capacidad de amar del ser humano, y la capacidad que tenemos, infundida por Dios, de proyectar el amor hacia alguien que ya no está. Como una red que se ensancha hasta el cielo. Así pienso que estarán sus padres desde ahora. Enganchados entre la tierra y el cielo, peleando por sus otros hijos, por sus trabajos, por lo cotidiano... y deseando el momento en que allá arriba decidan que su familia puede volver a estar unida para siempre, sin dolor, sin pérdidas y sin distancia...

martes, 13 de octubre de 2009

Loreto



Nunca había llorado por una desconocida. Pero hoy, una noche un tanto atípica, me encuentro frente al ordenador, con las lágrimas asomando ya, y yo que iba a meterme en la cama a leer una revista de decoración.
Las cortinas, me temo, pasarán a la historia, al menos por esta noche.
Ha fallecido Loreto.
¿Y quién es Loreto? Preguntaréis.
Pues Loreto es un angelito de un año a quien nunca conocí. Ni a ella, ni a sus padres, en persona, claro. Porque por mail nos hemos conocido un poco.
Los padres de Loreto vinieron a mí a raíz de un reportaje que había escrito sobre Gloria Strauss, una niña de 7 años, estadounidense, que falleció poco después a causa de una terrible forma de cáncer. La manera en que esta niña había vivido su enfermedad logró atraer a numerosas personas en el país, hasta el punto de hacerse tremenda y milagrosamente famosa.
Un día recibí el mail de "Manolo", a quien no conocía.
Me pedía información para poder ponerse en contacto con la familia de Gloria Strauss, pues su hija, de un año de edad, padecía el mismo tipo de cáncer.
Buscaban ayuda de todo tipo y, especialmente, buscaban la intercesión de Juan Pablo II para realizar el milagro que devolviera la salud a Loreto.
Un día me mandaron la foto del bebé, después de la quinta sesión de quimioterapia. Era terrible. Calvita, hinchadita... pobre ángel.
Les expliqué cómo podrían conseguir una reliquia de Juan Pablo II, y me dediqué a pedirle oraciones a la gente.
Un día, pensé que yo misma tenía una reliquia de Juan Pablo II, y que, a pesar del cariño, es evidente que me podía desprender de ella, pues Loreto la necesitaba de verdad.
Dejé pasar unos días sin querer... las prisas, mis cosas... (mis tonterías...)
Esta mañana les escribí. Les dije que les acababa de enviar la reliquia por correo, llegaría pronto y podrían ponerla al lado de la niña.
Y esta misma noche, recibí esta contestación:

Estimada amiga, no se por dónde comenzar a contar.
Pero creo que lo mejor es decirtelo directamente, Loreto se ha dormido en el Señor el pasado domingo día 11 de octubre y ayer día de Ntra. Sra. del Pilar le dimos sepultura, el cielo se abrió para recibir a nuestro Ángel. Te contaré en algún momento como ha sido todo, pues también tú y tu familia, así como las hermanas del monasterio de la Visitación tenéis que saber cómo Dios actua hasta en los momentos más dificiles. Espero poder contaros toda esta experiencia que aunque con el corazón destrozado por el dolor de no poder abrazar más a nuestra pequeña, creo de justicia que seáis participes de ella por vuestras oraciones, para que no penséis que han caído en saco roto.
En cuanto a la reliquia, cuando llegue si quieres te la devolveremos. Gracias de corazón y cuando pasen unos días y descansemos de esta última semana os contaré como a transcurrido todo y se lo hagas llegar a las personas que tu sabes han rezado por nuestra hija y por nosotros.
Un abrazo en el Señor para siempre, amiga.


Pues sí, querido padre, el cielo se ha abierto para recibir a un ángel...

lunes, 12 de octubre de 2009

Después de casa

Cada vez que vuelvo a casa de mis padres, la casa que me vio crecer, aunque vuelva con marido e hija, parece que revivo miles de episodios que normalmente dormitan en el fondo de mis recuerdos.
El otro día, por ejemplo, desde la habitación que aún conserva mi pequeña cama de siempre, recordé cómo solía quedarme hasta las tantas con la luz encendida, leyendo, quizá soñando, enredando en cualquier cosa.
Pensaba que lo bueno de ser hija única es que te puedes permitir el lujo de tener miles de vidas paralelas, todas ellas desarrolladas en tu imaginación, sin que nadie sospeche lo más mínimo.
Pensaba en lo fácil que era encerrarme en mi habitación, aquel pequeño universo íntimo, y escuchar programas de radio inauditos y diferentes, aquellos que me hacían sentir transgresora y aventurera... que me hacían aprender mil cosas que luego compartía con unas pocas compañeras, tan soñadoras y locas como yo, en clase.
Pensaba en qué suerte he tenido siempre, a pesar de sentirme vigilada a todas horas,a pesar de sentirme encerrada en una ciudad que yo creía que no podía ofrecerme todo lo que yo "pensaba" que quería...
Qué suerte he tenido.

martes, 6 de octubre de 2009

viernes, 2 de octubre de 2009

Misterios



La vida está llena de misterios. Estoy segura de que para todos, no sólo para mí, aunque a veces me sienta la protagonista de una película de Woody Allen.
Son misterios que hay que saber reconocer; cabos que de repente se atan, personas que no estaban y de repente están... Objetos que aparecen, noticias que se suceden, silencios, ruido... Misterios apasionantes. ¿Quién no bucearía en las últimas razones de las personas felices que te encuentras en la vida? ¿Quién no se pregunta por qué sucede algo de repente, algo que deseabas tanto, algo que pudo ser, algo...?
Si yo digo que una mujer, por amor a su marido, decide esconderse del mundo, y vivir encerrada toda su vida entre cuatro paredes...? ¿Qué pensaríais?
Si digo que esas cuatro paredes son gruesas, antiguas, frías, húmedas... Si digo que decide cortarse el pelo y esconder su cuerpo, sentirse la persona más olvidada del mundo... excepto para su propio marido... ¿Cómo calificaríais el hecho en sí?
¿Machismo?
¿Sadismo?
¿Dependencia emocional?
¿Locura?
Sin embargo, yo conozco a unas mujeres que, por amor, deciden esconderse del mundo para siempre, y amar con un amor infinito que se me escapa de las manos... ¡Qué misterio!
Hoy entré en un Monasterio antiquísimo, en Madrid. Hablé con una religiosa jovencita, que ingresó a los 17 años y despues de 20, ha sido elegida para vivir tres años en el Convento "Mater Ecclesiae", en el interior del mismísimo Vaticano. Nunca ha viajado en avión. Nunca ha salido de España. Nunca pensó que fuera a hacerlo. Y de repente va a vivir en el centro mismo de la cristiandad.
Hay misterios sin resolver en mi vida. No sólo aquellos que tienen que ver conmigo, sino aquellos que conciernen a quienes pasan a mi lado.
Hay algo oculto tras los muros de la realidad que me rodea.
Y lo complicado es que sólo puedo especular. Y esperar...

jueves, 24 de septiembre de 2009

Uno de mis compañeros


La verdad, es que no me da mucha conversación...

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Por qué soy lo que soy


No sé cómo llegué hasta ella. Lo cierto es que, trasteando con el ordenador, de repente me encontré en el blog de una chiquilla de Arkansas, recién casada y madre de un bebé de cuatro meses. Leí algunas de sus entradas, y por un instante viajé hasta su hogar, y su trabajo (protésico dental), cerca de su marido, de sus amigos, de su familia. Y también de sus problemas, de sus temores, sus creencias y sus pasatiempos.
Además, esta mañana, cuando iba a trabajar en el autobús, vi a una pareja de adolescentes "asiáticos" (dejémoslo ahí, pues no tengo ni idea de si eran chinos, japoneses o qué...) Pero sí reconocí sus ropas y su estilo. Pertenecen a una nueva tribu urbana que no conozco demasiado bien, pero creo que se llaman a sí mismos "emos", en una variante oriental, que tiene un estilo muy, muy personal. (Dejémoslo ahí, también).
Viéndoles a todos ellos, pero sobre todo, viéndome a mí, reconocí el por qué soy lo que soy.
¿Y qué soy?
Soy periodista.
Soy muchas otras cosas, también.
Pero soy periodista desde pequeña. No lo soy desde que me licencié. Lo soy desde que tengo 10 años.
Lo recuerdo perfectamente: un día les pregunté a mis padres "¿Qué hay que ser para dedicarse a escribir?" Y uno de ellos me respondió, vacilante: "Periodista". Así que yo dije: "Muy bien, entonces de mayor seré periodista". Hasta el día de hoy.
Con el tiempo me di cuenta de que no quería una vida de oficina, no quería una rutina (aunque después descubrí que siempre hay rutinas), y sobre todo, quería sentirme una parte de la historia, sin involucrarme demasiado en ella. Como una especie de testigo de excepción, algo así como una mirona impertinente.
También he aprendido que me interesan las personas. Cualquiera que pase a mi lado es susceptible de esconder una buena historia, de esas que te cambian la vida y te ayudan a comprender más cosas.
Y finalmente, tengo la inmensa suerte de mantener intacta la capacidad para sorprenderme e inquietarme por cualquier cosa, por insignificante que sea. Un amigo periodista solía decirme: "me interesa todo; incluso lo que no me interesa".
Quizá otros periodistas opinen que estas premisas no son importantes, pero a mí me parecen la semilla sin la cual uno no puede trabajar contándole las cosas a los demás.
Porque al fin y al cabo, ese es mi oficio: contar lo que pasa.
Y con el paso de los años acabas contando casi cualquier cosa.
A mí me apasiona el mundo. Con sus miserias y sus obras de arte. Y encima tengo la suerte de poder describírselo a todo aquel que me quiera leer...
en un periódico...
o en este blog.

martes, 22 de septiembre de 2009

Impresionante Chicago

¿Para cuándo uno así en Madrid?!!!

Descubrimientos

Estoy en racha de descubrimientos literarios, cinematográficos y musicales. Con lo cual estoy FELIZ. La belleza y la creatividad aumentan mi capacidad pulmonar... (bueno, yo me entiendo)...
Uno de los últimos lo comparto con todos los que estáis ahí fuera...


martes, 15 de septiembre de 2009

Vueltas

Antes de anoche soñé con mi abuela. Era una imagen muy real. Tan real que me desperté llorando desconsoladamente. No sabía que en el fondo de mis recuerdos la tenía grabada con tanta exactitud. Su sonrisa, sus gestos, su olor...
Me recibía con una sonrisa, alargaba los brazos para abrazarme, y yo corría hacia ella.
Entonces me desperté, y comencé a rezar un Ave María, porque tengo la teoría de que cada vez que un familiar fallecido aparece en mis sueños es porque quiere que rece por él. 
Estaba tan triste que me imaginé a mí misma agarrándome desesperada de las manos de la Virgen. Son cosas que uno piensa-sueña a las 5 de la mañana, claro. Y aún así, con esa claridad extraña que uno tiene de madrugada, se me ocurrió pensar ¿Cuántas veces no habrán agarrado esas manos inmaculadas a tantas personas desesperadas de la pena, como yo? Como una madre con muchos hijos que acoge a cada uno como único...
Es una imagen que no se me borra. Ni la de mi abuela, ni la de la Virgen... Ya no me dormí.
Hoy tampoco he dormido bien. María se da la vuelta por las noches y se pone boca abajo, con la mala suerte de que no sabe volver a ponerse boca arriba... ¿Cuántas vueltas puede llegar a dar un bebé por las noches?  

lunes, 7 de septiembre de 2009

Cosas


Hay noches en las que las palabras parecen agolparse en mi imaginación. Se hacen las 2, las 3 de la mañana y si no fuera por mi marido, encendería el ordenador que tengo al lado de la cama y escribiría a borbotones, casi como a golpes, sin saber bien qué contar, y al mismo tiempo contándolo todo, sin orden y sin pensarlo. Mis pensamientos explotan en mi mente, atragantándose, indigestándome, inquietándome... invadiéndome.
Hay noches en que las historias parecen surgir de la nada, crecer y tener vida propia más allá de mí. Pienso en Libertad, la niña que tengo en la imaginación y de la que tengo mucho que contar. En recuerdos, en viajes, en tribus lejanas de África, en interminables campos de maíz, en infinito.
Hay noches en que volvería a una carretera de Pennsylvania para respirar aquel olor de lejanía de todo lo cotidiano, de desconocido y de anonimato.
Después vuelvo a Santa Adela, y escucho la respiración de María, sus pequeños suspiros nocturnos, y me pierdo contemplando la cercanía de mi marido, su confiada presencia, su pragmatismo y su mirada cuando busca en mí aquello que no logra ver... y se calla, y no dice nada... y yo tampoco.
Entonces caigo en la mentira tan absurda de la imaginación, de las historias que parecen perfectas pero no son reales... En la trampa que son los personajes, los recuerdos modificados, los libros y las películas que una vez pude ver.
Caigo rendida siempre por el sueño... Y al día siguiente vuelve a sonar el despertador, y si no suena, llora María, y mi marido me recibe con una sonrisa...
Y yo vuelvo a la realidad haciendo un esfuerzo muy grande, como si no me fiara de que lo verdaderamente emocionante está delante de mí, y que lo puedo tocar a diario. Y me siento una ingrata y una tonta. 
Regreso a mi trabajo cada día con mi mochila llena de pensamientos que no son verdad, que intento frenar, que luchan por salir de la oscuridad. Es mi mochila de los sueños... cargo con ella desde siempre.

viernes, 4 de septiembre de 2009


Cuando dice la Biblia...  "Amad a vuestros enemigos"
...

¿Seguro que no es un error de traducción? 

martes, 1 de septiembre de 2009

Los paisajes de Madrid

Hoy, en mi trayecto en autobús al trabajo he observado que la gran librería de la calle López de Hoyos ha cerrado, y en cambio, un poco más adelante, ha abierto un McDonald. El otro día oí que esta empresa era de las pocas que realmente se estaba enriqueciendo con la crisis, porque la gente acudía movida por sus precios.
Mientras pensaba en esta tontería, el autobús se paró justo delante de un banco, y pude ver a lo que llamé para mí "el primer chino indigente" que había visto nunca.
Salía del cajero, delgado, alto, con cierto porte. En una mano sostenía un cartón. En la otra, un anorak y una bolsa del Corte Inglés. Empezó a caminar calle abajo con cierta dificultad. Pero su aspecto, bastante cuidado para lo que podría suponerse en la ocasión, me llamaba especialmente la atención.
Como trabajo en el centro de la ciudad, estoy más que acostumbrada a ver a personas que duermen en la calle. Este hombre tenía una prestancia desconocida.
Yo creía que la comunidad china inmigrante se cuidaban y protegían unos a otros. Se ve que no tengo ni idea...

lunes, 31 de agosto de 2009

El olor del comienzo

Huele a polvo de libros y cartones. Es el olor de mi trabajo nada más entrar, cuando todavía nadie ha llegado. La oficina lleva un mes cerrada y hay acumulación de periódicos, de cartas y de revistas a mi nombre por abrir.
Huele a comienzo y quizá a final. Pero este último olor es sólo percepción mía.
De todos es el olor de playa y de moreno, de pulseras nuevas de la playa, de salitre en la piel, de sol, de viejas amistades y de concentración de familia.
Este verano me he leído dos libros. Los dos, maravillosos, y los dos hablaban de olores cuando hacían una descripción. Y es que los olores, tan difíciles de explicar y de compartir, son fundamentales los momentos importantes, o también banales, de la vida.
"Helena o el mar del verano", era uno. El otro "Paraíso inhabitado". 
Gracias a ellos he disfrutado de la belleza de las palabras y he vuelto a reencontrarme con una parte de mí que permanecía adormilada entre tanto pañal, toallitas y jabones del curso pasado. Con el descanso han llegado los olores y se han reavivado mis sentidos. Estoy a tope, me siento llena. Seguro que María también lo ha notado. Por eso, quizá, ayer me dio el primer abrazo de su vida. Bien fuerte.

domingo, 30 de agosto de 2009

Vuelta a Santa Adela

"Cómo me gusta... ummmm... Cómo me gusta... ummm... Cómo me gusta vivir en Santa Adela"!!!!! Eso cantábamos ayer en el coche.
Ya estamos de vuelta en nuestro pequeño hogar madrileño.
Atrás hemos dejado las playas de Asturias y de Granada. La paz, el silencio, la vegetación que crece en armonía, que te rodea y se envuelve en un ambiente casero y acogedor.
Mañana empiezo a trabajar.
He estado leyendo algunos blogs. Cómo me admiran las personas que no han dejado de escribir, no como yo :-(
Pero es que en cuanto salgo de Madrid se me va la inspiración. Yo creo que se va con otro.
Este año será diferente. Y estoy contenta, aunque todo esté en el aire, y más que un hogar, tengamos un castillo. Pero la idea de cambiar bulle entre los pasillos de esta casa. Se cuela entre las rendijas y yo creo que estallará a través de la calefacción cuando la pongamos, dentro de un mes y pico. Es una sombra alegre que nos persigue. Alegre e indefinida. Pero ahí está.
Las cosas van a cambiar, y estamos contentos.

jueves, 23 de julio de 2009

Lo que no se ha vivido

Vuela esta canción, para ti, Lucía... la más bella historia de amor, que tuve y tendré...
Es una carta de amor, que se lleva el viento... pintado en tu voz... a ninguna parte... a ningún buzón...
Dónde están los mares que nunca navegué, los besos que nunca di, la gente que nunca conocí...
Dónde están...
Seguro que no encerrados entre el polvo y el asfalto.
Muy lejos, en otras tierras...
en otro lugar, donde transcurre el tiempo al margen de las cosas que van pasando.
Yo sé que esto no es real.
Pero que nadie me niegue que alguna vez sueña con otros mares que navegar.

miércoles, 22 de julio de 2009

De milagros cotidianos

Son las 8:30 de la noche. Está oscuro en la habitación. El ventilador nos da una pequeña tregua cada 2 ó 3 minutos, proporcionándonos una fugaz ráfaga de aire fresco que respirar. 
Primero le canto al oído una canción muy antigua, que me enseñó mi padre, y que a él se la enseñó su madre. Después le hablo muy suave, acariciándole la cabeza y la nuca. Le cuento las cosas del día, nuestras preocupaciones, las mías, que también le incumben a ella, aunque aún no lo sepa. Pedimos protección a la Sagrada Familia, nos acordamos de cada miembro, uno a uno, tranquilamente. Siempre lo mismo, pero siempre diferente; con nuevos matices, con distintos tonos.
Para entonces María ya se ha relajado sobre mi hombro. Su respiración es cada vez más profunda y rítmica. Su mano reposa sobre mi pecho, y yo le sigo susurrando al oído, cada vez más bajito.
La miro, tan plácida y confiada, tan bonita y tan inocente, que pienso que es imposible que yo haya dado a luz una cosita semejante. Y verla dormir, qué cosa tan absurda, me confirma que Dios existe. Es como un pequeño milagro diario. Le daría mi vida entera. Algo tan tremendo, tan inmenso... es un milagro al que asisto cada día.
Con una técnica que voy depurando con los meses, la acuesto finalmente en su cuna, sin que se despierte. Primero el culete, luego las piernas, después la cabecita, muy suavemente.
Se revuelve un poco. Entonces le doy a su osito Barry, una pequeña mantita muy, muy suave. Ella la coge, se la pone encima de la cara, y se termina por dormir. 

martes, 14 de julio de 2009

Una boda muy... elaborada

La verdad, no me hubiera importado un numerito así en mi boda... ¡qué sorpresa!

viernes, 10 de julio de 2009

Sangre con galletas

Recuerdo la imagen perfectamente. Yo tenía unos 7 u 8 años, y estaba viendo, sola, el telediario. Creo que fue Matías Prats quien avisó de que las imágenes que se iban a proyectar eran de una crudeza extraordinaria. Me las tragué. Quizá fueron unos segundos, pero esos segundos me acompañaron durante muchos años.
Un jefe o ministro, o presidente de un país africano había sido secuestrado por unas milicias y le habían torturado. En las imágenes, salían instantes de aquella tortura. El hombre, sentado en el suelo, desnudo. A su cada lado, un militar con cuchillos. Creo que en las imágenes se veían cómo le arrancaban una oreja.
Me revolvió el estómago, igualito que ahora, más de veinte años después.
Desde entonces en las películas violentas siempre cierro los ojos. Las películas de miedo, por ejemplo, aunque me atraen, prefiero evitarlas porque siempre creo que mi imaginación es más poderosa que todo lo demás.
Hoy he visto que los periódicos digitales reproducen la muerte de un joven en los Sanfermines. Estuve tentada a abrir el vídeo, pero... miré mi café con las galletas que estaba desayunando y pensé: menuda burrada mirar cómo muere este chiquillo mientras yo mojo mis galletas en el café.
Esto mismo pienso a menudo cuando veo el telediario a la hora de la cena. Ahí estoy yo con mi tortillita, o mi ensalada, como quien se toma las palomitas en el cine, sólo que en el telediario el sufrimiento que me muestran es real, tan real como la sangre, las balas, las bombas o la violencia que me reproducen.
Me pregunto si a los muertos en cuestión les hará gracia que tengan una cámara de vídeo encima mientras agonizan.
 

viernes, 3 de julio de 2009

Lo sabía

Lo sabía. Sabía que oiría eso cuando lo pregunté.
Hoy he tenido la oportunidad de conocer a alguien que conoció muy bien a Juan Pablo II. Al preguntarle sobre él, me dijo que era un santo. En realidad no lo dijo así. No dijo "era un santo", sino que utilizó la palabra santo como un adjetivo que se dice dándolo por hecho dentro de la conversación en la que me está contando otras cosas más.
Pero yo me agarré a ello y le pregunté: "¿Y por qué cree que era un santo?". Él se quedó parado. ¿Quizá había sido poco prudente? "Todo el mundo dijo que era un santo, "Santo Súbito", pedían las multitudes nada más fallecer" -me dijo, un tanto alterado.
"Ya, pero usted le conoció... ¿cómo actúa un santo?"
Entonces me lo dijo.
"Bueno, te dedicaba todo el tiempo del mundo. Era como si no hubiera nada más importante que hacer que estar a tu lado y charlar contigo"...
Lo sabía, lo sabía, lo sabía.

miércoles, 1 de julio de 2009

Un reto




Llevo dos días en un Congreso de Filosofía. He venido a cubrirlo como periodista, no participo en él. Se trata de una cita importante y arriesgada, elaborada con la mejor voluntad por gente joven y cultísima, amable y entregada a su trabajo. Por eso, y aunque ninguno de ellos llegue jamás a leer este blog (pues no saben que existe), no quisiera despreciar su labor, ni su pasión, que es la Filosofía.
Mi padre es filósofo. Yo misma me he criado entre libros sobre Sócrates, Platón y mil otros nombres más que recuerdo haber estudiado en 3º de BUP y COU.
Sin embargo yo no puedo con la Filosofía. Mis neuronas no vienen programadas para darle vueltas a temas abstractos ni a términos ambiguos, ni a frases construidas con palabras que no utilizo en mi vida cotidiana, y que conste que en mi vida cotidiana tengo un amplio vocabulario, aunque sólo sea por mi trabajo.
Nunca pude entender a las personas que dedican la vida a darle vueltas al mero hecho de darle vueltas a la vida. Mi frase está construida a posta, no es un error gramatical.
Ya digo que no estoy hecha para esto. Lo mío son las frases con sujeto, verbo y predicado. Lo mío son las historias, los cuentos, y los hechos concretos. Podría tirarme días encerrada hablando sobre Historia o Literatura. "Una vez pasó esto", "Érase una vez", o "Hace 50 años..." son las frases que comienzan las historias que yo entiendo. Pero mi cerebro se cortocircuita si me hablan de esencia, de metafísica, de sustancia...
¿Hay alguien ahí, en el espacio exterior, que disfrute de la Filosofía?

sábado, 27 de junio de 2009

Alguien ha muerto a nuestro lado

A eso de las 12 del mediodía, mi marido se dio cuenta de que había sucedido algo en nuestra calle, en la casa de enfrente, dos números más abajo.
Teníamos a policía variada, al Samur y a la secreta. Y a un montón de curiosos que se tiraron allí varias horas como si no hubiera nada más que hacer en el día.
Al cabo de un rato, vimos la manta color oro plastificado en el suelo. Y entonces supimos que, a algunos metros de nuestro lado, había un cadáver.
Aún no sabemos si fue un suicidio o un asesinato... La verdad es que todo es sórdido, inhumano, frío, desagradable... No doy con el adjetivo que describe la sensación que se te queda cuando ves algo así. No escuchamos llantos, ni gritos, ni nada de nada. El cadáver se quedó varias horas en el mismo sitio, solo. Y a pesar de lo morboso y escalofriante del asunto, los curiosos eran tan pocos (aunque fieles), que hasta penica daba la pobre persona que estaba debajo de la manta.
Ahora por la noche, mientras tendíamos la ropa en la misma terraza desde donde contemplamos la escena, mi marido me ha recordado que hoy, a nuestro lado, ha muerto alguien.
Yo le he dicho que prefería no pensarlo. Aunque en seguida me he dado cuenta de que, probablemente, eso estará haciendo la mayor parte de la gente en el barrio: no pensarlo. Vaya.

miércoles, 24 de junio de 2009

Amigos

No sé qué me pasa desde ayer. También creo poder reconocer que no es la primera vez que me sucede.
Tengo temporadas en los que las amistades parecen saturarme. Me saturan los planes, las llamadas pendientes, y la gente a mi alrededor, en general. Me siento entonces una afortunada, todo está bien.
En cambio, en otros momentos, parece como si una losa de soledad se me cayera encima. 
Me da por mirar atrás y comenzar a enumerar a todos los amigos que se ha quedado en el camino. Me detengo especialmente en los errores cometidos con algunos. "¿Por qué no tuve este detalle?", "¿Por qué no le dije esto, o lo otro?"... Errores que nunca perdonaron y que supuso un punto y final en la relación. Por supuesto que no son muchos: quizá un par de ellos. Pero en estos momentos ese par parece un ejército que avanza hacia mí.
En estos momentos siempre me da por hacer todas las llamadas que nunca hago. De repente quiero recuperar la distancia que, por dejadez y falta de tiempo, ambas cosas al 50%, se va marcando entre algunas personas y yo.
Hubo un tiempo en que tuve muchos amigos. En realidad la mayoría eran solo conocidos. Conocidos para divertirse, para montar los planes más originales y nunca estar solos.
La vida ha ido colocándonos en planos diferentes, y soy consciente de que aquellos que nos hemos casado y hemos tenido niños tenemos situaciones parecidas. De repente la gente va desapareciendo de la escena, hasta que la obra de teatro parece un desierto. Era una comedia de enredo, y ahora es una obra de los hermanos Álvarez Quintero, de costumbres, gente de la familia y un par de amiguetes.
Lo cierto es que luego están los amigos "de siempre". Quizá son un par de ellos. Pero siempre están, aunque cometas errores, aunque un día tengas la palabra equivocada en la boca. A esos, creo yo, es a los que hay que agarrarse con uñas y dientes. Mi mejor amiga se llama María, como mi niña.
Sé que aquellos que ya no están, que no han vuelto a llamar, no eran amigos de verdad. Pero un día estuvieron en mi vida, y como hoy estoy como estoy, me da por pensar en ello.

lunes, 22 de junio de 2009

Juan y Juana



Este fin de semana han sido las fiestas de mi barrio. Las fiestas de "Juan y Juana". ¿Y quiénes son esos?, pues llego a la conclusión de que son la versión laica de San Juan. (Mi barrio es de Izquierda Unida). El resultado: dos paisanucos que no existen, pero que son él y ella, y ello, si hace falta, a los que se les hace una fiesta por el mero hecho de llamarse Juan (o Juana, o Juane). Dicho con todos mis respetos, que lo primero es el "talante".
Juan y Juana se han pasado de juerga el sábado hasta las 3 de la mañana. Mi casa retumbaba con los grupos de percusión y de hip-hop, y a pesar del calor nos vimos obligados a tener las ventanas cerradas. Tengo la suerte de que mi niña es una ceporra de categoría, y siguió durmiendo espatarrada (literalmente, ya me gustaría poder decir otra cosa más fina) en su cunita.
Cabe destacar el greatest hit de la noche, interpretada por el grupo de hip-hop. De título, supongo, "Cabrones", pues era la única palabra que se entendía y que fue repetida durante unos 7-8 minutos. Qué bonita balada.
Cabe destacar que la menda, de sangre leonesa y criada en Asturias (para que uno se haga cargo de las raíces, de órdago), llamó a la policía a las 12:30 de la noche. Tanto derecho tienen unos de divertirse, como otros de descansar.

jueves, 18 de junio de 2009

El regalo más grande... para esta mañana





Ayer hacía un calor pegajoso e insoportable en Madrid. El asfalto y la polución enjaulan a los que andamos por el medio, haciendo muy difícil incluso dar un breve paseo para estirar las piernas después de una jornada entera sentados frente al ordenador.
Al salir de trabajar, buscando siempre la sombra, llegué a coger el autobús que me llevara a mi hogar. Allí, sentada en una de las escaleras del Banco de España, había una chica discutiendo con alguien por teléfono. En seguida me di cuenta de que estaba poniendo punto y final a una relación.
Así como hace poco tuve una temporada en la que siempre veía a alguien llorar en el bus, ahora toca temporada de discusiones. A mí es que me da mucha vergüenza discutir por ahí, y sólo de pensarlo me da hasta pereza, pero debemos de andar estresados por el calor porque se ve a la gente un poco hasta las narices de los demás.
Ayer la chica decía: "vale, pues se acabó. Ya está. Se acabó".
Se la veía muy preocupada, dolorida, nerviosa.
Al cabo de un rato decidí que aquella conversación no me incumbía, y me fui a otra sombra a sudar.
A veces a nuestro lado pasan las cosas más graves o más tristes sin que una sola hoja de un árbol se mueva, sin que nadie mude su gesto, sin que nada pase, más que la pena...

domingo, 14 de junio de 2009

Una comuna en mi edificio

La calle donde vivo es todo un pozo de sorpresas.
Tenemos de todo, y ahora que ya casi no viajo en metro, tengo la suerte de poder contar con historias de todo tipo que amenizan mi imaginación siempre volátil. Tenemos a los gitanos del barrio de la UVA, que siempre me enseñan palabras nuevas; tenemos a Manuel, el pintor que curra como un bestia (para que luego digan de los dominicanos); tenemos a un drogata que está en las últimas pero que siempre saca fuerzas para pegarle a su novia, una criatura unos 20 años más joven que ya tiene pinta de amargada (éste, por cierto, nos saluda últimamente -ay Dios mío-). Tenemos hasta un señor de edad indefinida, pinta indefinida, y trabajo indefinido, que siempre me abre la puerta del portal cuando voy con María y su silla. El primer día pensé que me violaba, pero ahora ya sé que es un buen hombre que, simplemente, ve su vida pasar a la puerta del bar "El pincho", el lugar más "cool" del barrio.
En el ambientillo de "El pincho", sólo faltamos mi marido y yo... pero aún nos faltan narices para bajar y comernos una hamburguesa de allí. Lo haremos (así nos lo hemos prometido) el día que nos digan que nos vamos de Madrid. Ese día entraremos, saludaremos a todos y yo me pediré una hamburguesa especial, y mi marido unos pinchos morunos con churros para mojar en la cerveza.Y suponemos que del ataque de grasa que nos dará, alguien tendrá que venir a cuidar a María porque nosotros no estaremos disponibles.
Mi edificio es como el Congreso, pero en pequeñito. Aquí todo el mundo se insulta, se dice de todo y se sabe que se llevan el dinero, pero nadie dice nada. Hay como dos bandas enfrentadas, y los juzgados de Plaza de Castilla nos deben de conocer ya hasta por los andares. Y la vida continúa la mar de pacífica.
Mi último descubrimiento ha sido la comuna hippie anticapitalista.
Ya les había visto en varias ocasiones. No tengo ni idea de cuántos viven, cuántos son fijos y cuántos vienen de visita. Sus pintillas son de aúpa, no les falta detalle, pero van aseados y eso sí, son "ultra educados". Sabía que estaban aquí, pero no sabía que pertenecían a la izquierda "anticapitalista". Un partido que ha llenado el barrio de pasquines diciendo que están en contra, no del despido libre, sino "del despido". Así de rotundos. Ole sus narices.
El caso es que el otro día, cuando fuimos a votar, les encontré de apoderados. Qué "apañaos" y qué comprometidos.
Ahí los tengo. Si me los encuentro otra vez, intentaré entablar una conversación con ellos. Espero que me acepten, a pesar de mis pintas de mujer normal y aparentemente anodina. Yo creo que luego, cuando se me conoce, gano bastante.

martes, 9 de junio de 2009

Cómo cuantificar el amor

Si algún sacerdote leyera esta entrada, que me explique por favor cómo se cuantifica su jornada laboral, en horas, en sueldo... A cuánto sale la confesión, a cuánto cada misa, bautizos, consejos, atenciones, sonrisas, paciencia... Y sobre todo ¿hay rebajas? Porque no estamos para dispendios... También me gustaría saber cuántos denuncian a quienes les insultan por la calle.
Quisiera preguntarle a los voluntarios de las Misioneras de la Caridad de Madrid a cuánto sale la noche que pasan con los enfermos de Sida. Cómo cobran los pañales que cambian, los Rosarios que rezan, las horas que escuchan la vida de los enfermos, no siempre agradable, no siempre alegre, no siempre satisfactorio, porque siempre dan el ciento por uno... pero el día a día del voluntario no es una continua explosión de satisfacción, para qué nos vamos a engañar.
Les preguntaría a los misioneros, a las Hijas de San Vicente de Paúl, por ejemplo, cuánto te da el Estado cuando coges una malaria. ¿Te escribe el Rey, o el Presidente de tu país, y luego te dan una medalla? Les preguntaría si cobran horas extras y las apuntan religiosamente en un papelito para luego rendir cuentas, cuando se levantan a las 3 o 4 de la mañana. Me pregunto si el Estado financia las clases de "chichewa" o de "ronga", para poder comunicarse con la mayoría de los habitantes de Malawi, o del sur de Mozambique.
La Conferencia Episcopal ha publicado, como hace cada año, una Memoria anual de actividades. En ella se recoge, lo más detalladamente posible la cantidad de gente que resulta beneficiada con todas las acciones de la Iglesia en todos los campos en los que actúa, que son tan amplios que van desde la educación hasta la salud, pasando por la formación de parados, atención a mayores y niños...
Lo hace porque se lo pide el Gobierno, porque necesita dar cuenta de lo que hace con el dinero que reciben, y porque el Estado ya no aporta más que lo que la gente decida en la Declaración de la Renta.
Las cifras son espeluznantes, porque resulta que hay millones de personas que se benefician de las tareas de la iglesia, de sus sacerdotes, religiosos, seglares, voluntarios; millones de euros que el Estado se ahorra gracias a la callada y abnegada tarea de tantas personas que se ven invadidas de una fuerza que no pertenece al ser humano y que les dice "vete y reparte todas tus posesiones entre los pobres... después, ven conmigo"... Esa Iglesia que siempre es motivo de mofa en la televisión, que es insultada en tantas tertulias, columnas de opinión...
Y aunque esta Memoria debería de ser tan rotunda que cerrara la boca de un golpe a todos los que la critican, a mí me deja un regusto amargo. En el fondo la miro y me siento como si le hubiera pedido a mi madre explicaciones del tiempo que me ha dedicado y me dedica durante toda su vida.
Mamá, ¿podrías hacer memoria y escribir en un papel el tiempo que has dedicado a plancharme la ropa, el dinero que te has gastado en mis estudios, el aparato de los dientes, mis viajes al extranjero...? Por favor, pónmelo muy bien clarito, porque si no lo veo claro te preguntaré todo aquello que no entiendo, y te miraré con ojos de desconfianza, porque me parecerá que me ocultas algo.
Si alguien ve demagogia en estas palabras... me temo que no ha entendido en absoluto lo que la Iglesia católica supone para la sociedad.