domingo, 14 de junio de 2009

Una comuna en mi edificio

La calle donde vivo es todo un pozo de sorpresas.
Tenemos de todo, y ahora que ya casi no viajo en metro, tengo la suerte de poder contar con historias de todo tipo que amenizan mi imaginación siempre volátil. Tenemos a los gitanos del barrio de la UVA, que siempre me enseñan palabras nuevas; tenemos a Manuel, el pintor que curra como un bestia (para que luego digan de los dominicanos); tenemos a un drogata que está en las últimas pero que siempre saca fuerzas para pegarle a su novia, una criatura unos 20 años más joven que ya tiene pinta de amargada (éste, por cierto, nos saluda últimamente -ay Dios mío-). Tenemos hasta un señor de edad indefinida, pinta indefinida, y trabajo indefinido, que siempre me abre la puerta del portal cuando voy con María y su silla. El primer día pensé que me violaba, pero ahora ya sé que es un buen hombre que, simplemente, ve su vida pasar a la puerta del bar "El pincho", el lugar más "cool" del barrio.
En el ambientillo de "El pincho", sólo faltamos mi marido y yo... pero aún nos faltan narices para bajar y comernos una hamburguesa de allí. Lo haremos (así nos lo hemos prometido) el día que nos digan que nos vamos de Madrid. Ese día entraremos, saludaremos a todos y yo me pediré una hamburguesa especial, y mi marido unos pinchos morunos con churros para mojar en la cerveza.Y suponemos que del ataque de grasa que nos dará, alguien tendrá que venir a cuidar a María porque nosotros no estaremos disponibles.
Mi edificio es como el Congreso, pero en pequeñito. Aquí todo el mundo se insulta, se dice de todo y se sabe que se llevan el dinero, pero nadie dice nada. Hay como dos bandas enfrentadas, y los juzgados de Plaza de Castilla nos deben de conocer ya hasta por los andares. Y la vida continúa la mar de pacífica.
Mi último descubrimiento ha sido la comuna hippie anticapitalista.
Ya les había visto en varias ocasiones. No tengo ni idea de cuántos viven, cuántos son fijos y cuántos vienen de visita. Sus pintillas son de aúpa, no les falta detalle, pero van aseados y eso sí, son "ultra educados". Sabía que estaban aquí, pero no sabía que pertenecían a la izquierda "anticapitalista". Un partido que ha llenado el barrio de pasquines diciendo que están en contra, no del despido libre, sino "del despido". Así de rotundos. Ole sus narices.
El caso es que el otro día, cuando fuimos a votar, les encontré de apoderados. Qué "apañaos" y qué comprometidos.
Ahí los tengo. Si me los encuentro otra vez, intentaré entablar una conversación con ellos. Espero que me acepten, a pesar de mis pintas de mujer normal y aparentemente anodina. Yo creo que luego, cuando se me conoce, gano bastante.

3 comentarios:

Enrique Monasterio dijo...

Llevaréis revólver, supongo

Luis y Mª Jesús dijo...

Tú sabes donde están los Registros en el centro de León. El otro día tuvimos reunión de vecinos y llegué a casa a las 12 y cuarto de la noche. El aspecto de los vecinos es mejor pero yo me acordaba de eso de "pa la saca", no de todos, pero si de unos cuantos. Pobre Presidente lo tiene crudo este año.
Cada año que pasa me doy cuenta de que miramos más para nosotros mismos hasta el punto de que no somos capaces de ver el problema de los demás aunque sea mucho mas grave y urgente que el nuestro. es muy triste pero el egoísmo avanza a pasos agigantados.
No se si te aceptarán eres demasiado guapa.
Besos

Inés dijo...

Pues debes ser de las pocas que se fija en sus vecinos aquí por la capital.
La verdad es que después de 8 años en esta casa hay algunos que se me escapan y eso que son , más o menos, ¿anodinos?.
Buenos ya nos contarás que hay para una novela.Bss