lunes, 24 de diciembre de 2012

DIY


Foto tomada de www.thesweetestoccasion.com

No sé bien cómo ha nacido en mí la fiebre del hazlo tú mismo, el famoso DIY (Do it yourself) que ha crecido gracias a internet como la espuma, que se ha extendido por el mundo y que gracias a decenas de aplicaciones como Instagram, o páginas como Pinspire, yo pueda intentar hacer la misma muñequita a mano que una chica de Tailandia, o el mismo pompón monísimo que ha hecho una estadounidense.
En este caso no sabría decir si a mí siempre me gustaron las manualidades, o si es que a fuerza de ver, año tras año, las cosas maravillosas que uno puede confeccionarse desde casa, mi cabeza ha asumido que la belleza también está entre mis manos, que no es cuestión de recorrerse tiendas y más tiendas, y pagar cinco euros por una chorradita preciosa que cuelga de un armario, si con un cachito de tela y unos hilos de esos que siempre tienes en casa lo puedes hacer tú mismo.
Yo sabía que dentro de mí había una parte por explotar de creatividad, quizá muy sencilla y hasta poco original, pero que bullía por dentro algo que tenía que salir, eso ya lo sabía yo desde hacía muchos años. Después de tirarme mucho tiempo ojeando páginas de patchwork, costura, decoración... un buen día, me senté con mi costurero sencillo y poco visitado, todo sea dicho, unas telas apartadas para reciclar, y me puse a coser. Y salieron cosas. Cosas que, si bien son muy sencillas y pequeñitas, han ido sorprendiendo a todo el que se las encontraba. A mí misma me han sorprendido y me divierte, al mismo tiempo, descubrir aspectos de mí misma que ni yo sabía que existían.
En principio coso para mí, para mi familia y me gusta compartir mis pequeños momentos de creatividad sencilla y casera con mi hija mayor. No se trata de ninguna labor espectacular, ni nada por el estilo, pero ahí está mi pequeña aportación al mundo DIY. Al final no soy más que una mujer que busca crear cosas bonitas aprovechando todo lo que tiene a mano. Es interesante cómo en este mundo tan lejano y tan cercano, uno puede sentir que tiene cosas en común con alguien que está en sus propias Antípodas, mientras que crea entre sus manos algo único en el mundo. No por complejo y laborioso, sino porque es sólo suyo. Me gusta la filosofía del DIY, puede que haya nacido de la crisis, puede que sea producto de los tiempos que vivimos, pero darle nueva vida a algo que ya la tuvo y que hasta hace poco hubiera sido considerado inservible, es genial.
Foto tomada de Sheknows.com