domingo, 28 de marzo de 2010

¿Dónde quedaron...?

Las numerosas noticias sobre los abusos sexuales en la Iglesia católica, horribles por cuanto tienen de verdad, horribles también por la carga de odio con que son escritas algunas, me tienen inquieta por sus posibles consecuencias. Consecuencias, por cierto, que llevan años, décadas en marcha, y que supongo que se incrementarán a partir de ahora.
Hace años que escuché a un norteamericano explicar cómo muchos padres en este país habían retirado a sus hijos de las catequesis, cómo no dejaban a los niños a solas con sacerdotes e historias similares.
Me pregunto si en algunos lugares un sacerdote católico es mirado con sospecha, buscando en él rastro alguno de posibles desviaciones sexuales.
Pero en el fondo yo no quería escribir sobre los abusos y sus consecuencias. Es todo demasiado trágico y demasiado sórdido y yo no alcanzo a comprender tanto sufrimiento, ni encuentro las palabras certeras para describir lo que se me pasa por la imaginación.
En realidad yo quería escribir sobre lo que creo que hemos perdido.
Yo sé que no hay nada nuevo bajo las estrellas en este mundo que hoy habitamos. Sé que el siglo XX no descubrió la sexualidad en todas sus vertientes y variantes, no hay más que irse a algunos templos milenarios de la India, o incluso entrar en las ruinas de un prostíbulo en Pompeya. Pero me parece que, en algún lugar de la historia, se nos ha perdido un punto de ingenuidad -en realidad no sé cómo llamarlo-, que hacía que las cosas fueran más limpias, más sencillas, más normales, menos agresivas.
Hemos dado tales vueltas de rosca al asunto que ya nada es lo que era, todo es explícito, no hay grandes sorpresas, todos lo sabemos todo y, como solía decirme un antiguo y querido jefe, "si todo vale lo mismo, nada vale nada".
Y esto no sólo afecta a nuestro comportamiento, que ya es grave. Lo peor es que afecta a nuestro pensamiento. Y ahí es donde hemos perdido algo, y ese algo, me tiene loca. Porque sea lo que sea, que no soy capaz de ponerle nombre, o describirlo con una sola palabra, ese algo era la guinda del pastel, la clave de la convivencia entre hombres y mujeres, políticos y políticas, periodistos y periodistas, jóvenes y jóvenas.
Hace algunos años, cuando en la programación televisiva de la sobremesa había dibujos animados y no gente que se insulta y cuenta sus intimidades, solía reirme de la ingenuidad de mi madre. Era incapaz de ver más allá en determinados asuntos. Si había una pareja de mujeres que viajaban juntas, y por sus gestos, sus comentarios y su manera de actuar, eran evidentemente lesbianas, mi madre era incapaz de verlo por sí misma. Al criarse en un ambiente donde aquello no era natural ni común, su pensamiento jamás iba más allá. Y tan sólo mencionarlo le escandalizaba, y lejos de creérselo, defendía que aquello era mentira y que se trataba tan sólo de dos amigas.
Algo parecido viví en África, algunos años más tarde. Allí, al menos en el África subsahariana, es frecuente ver a hombres paseando cogidos de la mano. Creo que alguna vez he aludido a ello en este blog. Un día, hablando con un misionero, le comenté si es que había muchos homosexuales en la zona. Y me contestó con una frase que nunca se me olvidará: "La homosexualidad es un vicio de los países ricos".
Ahí es nada.
Lo que nosotros hemos perdido, es la mirada transparente y limpia. Hemos perdido el "buen pensar", hemos perdido la posibilidad de las relaciones limpias, o la posibilidad de altos ideales como la fidelidad. A veces incluso me sorprendo a mí misma con la sospecha instalada en mi mente. Y me pregunto, horrorizada, ¿dónde se quedó mi inocencia? ¿y mi ingenuidad?
¿Dónde se ha quedado la autenticidad, y la mirada limpia...? Decía Garci en una de sus últimas películas, que los años 50 los españoles vivíamos unos años muy difíciles... pero que quizá éramos más "nosotros" que nunca.
Y esa frase me dió qué pensar.

lunes, 15 de marzo de 2010

Lo que yo no soy capaz de ver



Estamos las dos solas, la tarde ha caído y no he encendido la luz del salón.
Un curioso juego de luces y sombras se dibuja en la alfombra, y la televisión habla sin parar sobre las consecuencias de las inundaciones en Andalucía.
Tras un rato de silencio, le digo a María que es hora de preparar el baño. El sonido de mi voz de repente le asusta y, como suele ser habitual, se lanza a mis brazos con cara de horror. Yo me río, también como es habitual, y le digo "María, cariño ¿de qué te asustas? Pero si soy mamá".
Entonces María me mira y señala hacia el enorme reloj, herencia de mi abuelo.
-¿Te ha asustado el reloj?
María me mira fijamente. Es incapaz de pronunciar ninguna palabra, pero entiende perfectamente todo lo que le digo. Gira la cabeza para decir que no.
Y vuelve a señalar en esa dirección. Si no se refiere al reloj, quizá se refiera a la puerta que comunica el salón con el hall.
-¿Estás señalando la puerta? Estamos las dos solitas en casa, no tienes nada de qué asustarte...
Su mirada inocente y profunda vuelve a clavarse en mis ojos. ¿Qué me querrá decir?
Vuelve a señalar de nuevo, insistentemente, hacia esa dirección. Yo miro, y de repente, una idea absurda cruza por mi cabeza.
¿Qué está viendo esta niña? ¿Y si fuera capaz de ver algo que yo no alcanzo a ver?
-¿María, qué te asusta? Dime qué es lo que me estás señalando.
María vuelve a señalar de nuevo. Está claro que quisiera decirme algo y yo no alcanzo a comprender. Puede que sea una tontería, puede que sea el "tic tac" del reloj... puede que me esté señalando la dirección del baño... puede ser cualquier cosa.
Decido dejar a mi imaginación en el salón mientras me levanto con ella en brazos.
"Venga, María, nos vamos al baño".
Entonces, ante mi mirada atónita, María se va del salón diciendo adiós con la mano a lo que fuera que ha estado señalando todo el tiempo.

sábado, 13 de marzo de 2010

Las palabras y Carmen Lomana

Con los años, en vez de volverme más compleja e inteligente, me hago más simplona en todos los aspectos. A veces pienso que a mis treinta años estoy perdiendo facultades. Y virtudes, porque me acabo de quitar un año con todo mi morro y de forma consciente. ¿Veis? estoy perdiendo cosas varias.
Cada vez me gusta más el orden en las palabras. La simplicidad en las exposiciones, especialmente de las palabras habladas. Hay gente que habla muy bien, pero son tan pomposos que me pierdo. He llegado a oír a personalidades hablando como si estuvieran leyendo una novela, con un estilo así de elevado. Siempre me han parecido muy extrañas las personas que hablan demasiado bien, y que les da tiempo a construir figuras literarias y todo sobre la marcha. No diría que no son de fiar, pero diría que sus neuronas funcionan de una manera un poco rara. ¿Cómo encajará un desengaño amoroso, o que le hayan dado mal las vueltas en el supermercado, una persona que construye las frases de manera poco espontánea? Pues raro, muy raro.
En fin.
A donde yo quería llegar, es que cada vez admiro más la simplicidad.
Y Carmen Lomana no es precisamente un modelo de simplicidad, aunque hoy he podido ser testigo de cómo las apariencias engañan y de cómo es necesario escuchar a las personas siempre antes de juzgarlas. Diría que he asistido a una lección de sinceridad y de sentido común, y que no he sido la única que ha salido sorprendida. Diría que Carmen Lomana ha sorprendido incluso a los periodistas del programa que la invitaron esta noche, deseosos de un poco de espectáculo.
Comenzando por el principio, que siempre es lo mejor. Sin ser, ni muchísimo menos, una experta en el mundo de la farándula, puedo decir en cuatro líneas que esta mujer se está convirtiendo en un nuevo icono de la moda y lo "chic" de nuestro país.
Apareció de la nada, viuda, al parecer, de un hombre millonario, y en dos años se ha hecho con las portadas de las revistas y su nombre va de boca en boca.
No es una mujer joven, pero su cara, plastificada, no tiene ni una sola arruga. La primera vez que oí hablar de ella, dijeron que era el mejor armario de España. Es coleccionista de ropa, está siempre en todos los desfiles y hasta el cronista de moda del New York Times dijo de ella que este año que era un "Tesoro Nacional".Lo más curioso de todo es que hay hasta un grupo de fans de ella en Facebook, copado mayormente por adolescentes.
Bueno, pues hoy la han entrevistado en La Noria (Tele 5). Mi marido y yo nos hemos quedado por curiosidad a ver qué cosas decía, y lo cierto es que nos hemos quedado de una piedra. Esperábamos escuchar tonterías y superficialidades, y acabamos dejando el mando encima de la mesa, ya que lo teníamos en mano preparado para cambiar de canal.
Sin mover el rictus (bueno esto no es mérito suyo, sino de su cirujano, que le ha dejado sin expresión facial), ha hecho una valoración de la política en nuestro país que ha dejado a los periodistas del programa sin respiración:
"Yo no me inclino por las Derechas o las Izquierdas, simplemente pienso que hay un momento para unas cosas y otro para otras. Los socialistas tienen una gestión económica pésima y han dejado España en una situación horrorosa. La peor que se ha vivido en muchísimos años. Habría que decirle al presidente "si usted quiere vivir en el mundo de la utopía, muy bien, hágalo, pero deje que este país salga adelante con medidas objetivas de verdad". Eso fue tan sólo un adelanto, pero no fue nada comparado con la defensa que hizo a favor de la vida, de las mujeres y en contra del aborto: "No estoy en absoluto de acuerdo con esta ley del aborto que se acaba de aprobar. Me parece que el aborto es un atentado terrible contra la mujer, está claro que las que lo hacen es porque están en situaciones límite, y son las primeras que lo sufren, así que lo que habría que hacer es apoyar más a las mujeres para que puedan tener a sus hijos, darles todo el cariño y la comprensión, y no cometer esta locura que yo no puedo entender". Mis entrecomillados no son sus palabas textuales, sino lo que yo recuerdo que dijo. A la pobre no se le movió un pelo y lo dijo todo con tal rotundidad y tanta naturalidad, que dejó a todo el mundo callado.
Mi marido y yo no dábamos crédito. ¡Qué valentía! El público aplaudió entusiasmado.
¿Se arrepentirían los directores del programa de haberla invitado?
Ni lo sé ni me importa. Pero ahora mismo voy a hacerme fan de Carmen Lomana en Facebook, lo tengo clarísimo.

domingo, 7 de marzo de 2010



María se parece cada vez más a Libertad, el personaje de Mafalda que además me "ilustra" en este blog. Libertad me gusta desde hace muchos años, tan pequeña, tan incomprendida a veces, tan especial...
Es independiente, pero cuando le apetece es el bebé más cariñoso que he conocido. Si se le mete algo en la cabeza, ningún juguete o diversión del mundo podrán hacérselo olvidar. No es tozudez, es libertad, y esta palabra a mí me sigue sonando virgen, aún cuando soy consciente de que ha sido pisoteada, ridiculizada y tergiversada tantas veces.
Hace días que el actor Willy Toledo se cubrió de gloria afirmando que el preso Orlando Zapata, fallecido en una prisión cubana tras una huelga de hambre, había sido en realidad un delincuente común.
Si no fuera porque hacía tan sólo unos días que había tenido la oportunidad de hablar con ELsa Morejón, quizá estas declaraciones me habrían ofendido un poco, pero no tanto como en realidad lo hicieron.
En el año 2003, una madrugada de primavera, el gobierno cubano encarceló a 75 presos denominados fuera de las fronteras "presos de conciencia"; personas que se enfrentaban al régimen de una u otra manera. De esos presos, aún hoy, siete años más tarde, quedan más de 50 entre rejas.
Elsa Morejón es la mujer de uno de ellos, Oscar Elías Biscet, un médico que se negó a practicar abortos, que además se ha hecho famoso mundialmente por llevar a cabo protestas pacíficas en contra de la pena de muerte y a favor de los Derechos Humanos en Cuba.
Elsa tan sólo puede ver a su marido dos horas al mes. Habla con él una vez por semana. El doctor Oscar Elías está en un régimen carcelario especialmente severo porque se niega a ponerse el uniforme de preso -pues no se considera un delincuente-, y además se niega a participar en los actos políticos que tienen lugar en la cárcel. Por estos actos, como gritar consignas y otras cosas, los presos obtienen "favores", como visitas de familiares etc. Algo muy educativo para un asesino, por ejemplo, con quienes convive este doctor -cuyo delito ha sido la protesta pacífica-.
Las personas que se niegan en conciencia a participar de semejantes patochadas patrióticas son torturadas psicológicamente, además de la tortura física que supone vivir en una cárcel de un país paupérrimo como Cuba.
Elsa me contó que se pasa los días recorriendo la Habana para conseguir vitaminas que llevarle a la cárcel a su marido, que ha perdido ya casi toda su dentadura, entre otros numerosos achaques -por supuesto en la cárcel no se van a ocupar de las enfermedades de los presos-.
Las injusticias claman al cielo, desde todo esto que he contado, y muchísimas más que me ha contado ella, que por cierto, era una brillante enfermera a la que le dejaron sin trabajo cuando encarcelaron a su marido, disidente.
Willy Toledo, de quien, lo siento, no puedo soportar ni su nombre a estas alturas, ha dicho que estos disidentes son por lo general terroristas, o delincuentes comunes.
Si yo hubiera sido una de las periodistas que estaban con este señor, no hubiera podido evitar pedirle que especificara qué tipo de actos terroristas han cometido estos señores, ya que la acusación es tan grave que lo mínimo sería concretar un poco más.
En el caso de que realmente hubieran sido terroristas al uso, me pregunto si eso justifica que la señora esposa de este señor esté malviviendo en una casa que se cae a pedazos, sin derecho a trabajo ni a ver a su marido.
Me pregunto también que si es justo lo que le sucede a Elsa, quizá deberíamos empezar a pensar en aplicar las mismas normas a las familias de los terroristas de ETA, si es que considera lo de ETA terrorismo. Quizá deberíamos exportar las mismas costumbres de las cárceles cubanas a los penales españoles, especialmente con quienes cometen delitos contra la patria, que aquí sí que se cometen, y muy graves.
Mientras tanto, nuestro Ministro de Exteriores hace visititas al país, los cantantes más guays hacen conciertos súper estupendos en la isla y se llevan sustos cuando se encuentran con muros infranqueables que no les dejan hacer "todo lo que ellos quieren" (¿pero dónde creían que estaban?), y nuestro Presidente, el mismo día de la muerte de Zapata, pide en la ONU que se respete el Derecho a la Vida, sin mencionar el caso concreto de este señor, no vaya a enfadarse alguien, (por supuesto el Derecho a la Vida es sólo para quién él diga, no para los niños que van a nacer, por ejemplo).
Me pregunto si nos hemos vuelto todos locos. ¿Dónde quedó el sentido común?
¿Por que Willy Toledo no se va a Cuba a vivir un poco entre los cubanos a ver si se entera de lo que vale un peine? No, es más fácil ser comunista en Malasaña. Yo también lo sería si tuviera estómago, de verdad.

lunes, 1 de marzo de 2010

Los lunes, bajo la no-lluvia

No sé qué sucede últimamente. Quizá sea el tiempo, demasiado bueno para esta época del año y en este lugar del mundo. Pero la ausencia de nubes me trae sensaciones de una claridad aterradora. Nada más llegar a Asturias, empezé a notar cómo mi mente corría mientras mi cuerpo permanecía quieto. Yo quería ir deprisa hacia muchos sitios, pero la realidad me mantenía pegada a las mismas cuatro calles de cuando era pequeña.
Realmente estaba parada, no sólo en el sentido más real de la palabra, sino también en el de la imaginación. Estoy acostumbrada a trabajar desde que tengo 19 años. Los periodistas no tenemos más remedio que empezar prontito, si queremos labrarnos un futuro, un nombre y una buena agenda. Ésta era la primera vez que realmente no tenía vida laboral, y vaya, fue más impactante de lo que esperaba.
Es una sensación que permaneció tan sólo dos días. Así que no me dio tiempo a preocuparme.
María me rescató del paro y me mantiene más activa que nunca.
Pero nunca olvidaré mi sensación. Aunque no me gustó mucho la película, y menos aún el carácter pasivo y no sé si rencoroso de algunos de sus protagonistas, a veces me acuerdo de "Los lunes al sol".