lunes, 30 de junio de 2008

Denuncia

Son las 21:45 de la noche y desde hace horas las cadenas más importantes de televisión están cubriendo, todas a una, lo mismo: la llegada de los jugadores de la selección a Madrid.
A mí me parece muy bien que se diviertan, pero ¿es que no sucede nada más en el mundo para que los telediarios lo ignoren y nos tengan a todo el mundo tragándonos lo mismo?
Estoy indignada y quiero denunciar que me parece insufrible aguantar durante horas a esta gente cantando lolololo, oeoeoe, y We're the champions todo el tiempo.
"Hay más noticias, por supuesto, pero en este telediario hemos preferido narrarles la llegada de los campeones", dice el presentador del telediario de la primera. Y encima nos insisten en que la fiesta sigue.
Pues sí, hay más noticias, bastantes más...
Respeto profundamente cualquier afición, y me encanta ver a la gente divertirse, pero creo que todo tiene un límite y a veces me da la sensación de que tanta exageración sólo intenta tapar un gran vacío en muchas vidas.
Mi marido tiene compañeros que han ido a trabajar hoy "de doblete". Un lunes, y ya sin voz y sin poder mantener los ojos abiertos durante todo el día.
Yo no entiendo nada. Que se pare este mundo, de verdad, yo creo que me bajo un poco a Mozambique.

viernes, 27 de junio de 2008

este blog está loco

Por darle a una teclita que no era se me cerró la anterior entrada, dejando, probablemente, al personal con la duda: "Primero quiere hablar con su amiga, y cuando su amiga accede, ¿se le hace un abismo?".
Pues sí. Será un largo proceso en el que mi pequeñez me exigirá que las cosas salgan exactamente cono yo quiero, sin tener en cuenta la voluntad de Dios ni la libertad de mi amiga.
Yo es que soy así de bruta.

Mi primera mejor amiga, segunda parte

Me falta tiempo para contestar, querido anónimo. Ahora mismo.
Tenéis razón, no hay derecho a que os cuente el comienzo de la historia y os deje con la intriga para siempre.
Lo que pasa es que esta historia no tendrá nunca un final.
Para mi amiga, la historia es su propia vida y sólo ella sabrá cómo acaba.
Para mí, que la quiero tanto, será el acompañamiento de lo que pueda y ella me deje. Y nunca sabré lo que realmente siente, porque eso será algo sólo suyo.
Le escribí un mail. Un mail larguísimo en el que le ponía los puntos sobre las íes, y de paso, le describía, todo lo mejor que sé, qué es aquello que a mí me salva a diario de la desesperación, en la que es tan fácil caer.
Al final, le pedía perdón por si me había propasado en la confianza que tenemos, y le decía que apelaba a mi condición de "primera gran amiga" para ser perdonada en el caso de haber sido indiscreta.
Gracias a Dios, mi amiga me llamó en seguida. El mail le había llegado, o al menos eso me dijo, y quedamos en hablar tranquilamente a lo largo de la semana que viene.
Yo, vaga de nacimiento, le proponía ir directamente a un sacerdote. Lo que viene siendo pasarle la pelota al especialista.
Pero no se puede empezar la casa por el tejado y ella de momento quiere mi amistad, y supongo que exprimir un poco de aquello que yo he recibido gratis y que tengo que esforzarme en darlo gratis y encima bien dado.
Quiere saber más cosas, quiere que la escuche y le dé mi opinión. Quiere, lo que es normal, y a mí se me hace un abismo.

jueves, 26 de junio de 2008

¿Y tú qué has hecho por amor?

Si éste fuera un blog de éxito, de esos que leen decenas de personas, creo que sería una inicitiva interesante plantear esta sencilla pregunta: "¿y tú qué has hecho por amor?. Serían respuestas verdaderas, evidentemente, y se premiaría a la más original.
Puede parecer algo un poco sobado, pero es que estoy segura de que por amor uno es capaz de hacer las mayores ridiculeces que jamás hubiera imaginado.
Lo pensaba al día siguiente del partido España-Italia, cuando esperaba el autobús, y recordaba que la noche anterior le prometí a mi marido salir al balcón con la bandera de España esta noche, si España ganaba frente a Rusia.
En realidad él hubiera preferido coger la moto, plantificarme a mí detrás con la bandera atada al cuello, como si fuera la capa de superman, y pegar unos cuantos acelerones por la ciudad, gritando como posesos.
Me salvó mi embarazo.
Yo le prometí, para animarle, que si España ganaba hoy, saldríamos a pegar voces a la terraza con nuestra banderita, comprada en unos chinos para las manifestaciones.
A mí aquello me parecía un dispendio, teniendo en cuenta que el fútbol me trae sin cuidado y que quiero mucho a mi país, pero yo estaría más contenta en una terracita tomando un refresco, que pegando gritos en casa.
Él me miró, con un gesto entre irónico y condescendiente, y dijo, lentamente: "Guau, qué juerga".
Y yo me quedé ahí parada con mi barrigón, con cara de tonta y pensando que si esta noche gana España, voy a verme a mí misma pegando gritos a los vecinos de enfrente, que son de los que están todo el día con la camiseta quitada en casa, y pensando que esto es amor, y lo demás tonterías.

domingo, 22 de junio de 2008

Mi primera mejor amiga

Se trata de mi primera mejor amiga... A mí me gusta llamarla así... aunque uno tenga muchos amigos, siempre hay una persona, sobre todo cuando eres pequeña, de la que piensas que es "tu mejor, mejor amiga", aquella que nunca te falla, esa que siempre te espera y con la que te sientas en las excursiones.
Es la primera. Ha habido más, sobre todo porque yo no he sido de esas que tienen siempre novio, y lo cierto es que gracias a ello he hecho muchos amigos a lo largo de la vida.
Pero sólo ella es la primera. La primera amiga que hice en la guardería, y que aún conservo. Teníamos cuatro años. Compartimos aquel lugar horrible donde siempre nos amenazaban con llevarnos al cuarto de los ratones, y después compartimos nada menos que 13 años de colegio de monjas. La etapa, quizá, que recuerdo con más nostalgia en mi vida.
Mi primera mejor amiga está un poco loca, como yo. Yo nunca elegiría como primera mejor amiga a una chica aburrida. No.
Nos queríamos tanto que nos escribíamos cartas en las que nos decíamos que de mayores viviríamos juntas. Si cierro los ojos aún podría ver aquella carta, escrita con letra temblorosa de niña de seis años.
Hoy, ella es una importante pianista. Yo, soy una importante futura madre de baja, encerrada en un piso de un barrio del norte de Madrid. Un barrio con cucarachas. Aunque creo que eso ya lo he dicho alguna vez.
Hace un año que mi amiga se ha alejado. De mí y de toda la pandilla locatis del cole. La última vez que la vi, ella tocaba un piano precioso en mi boda. No quisimos que su caro teclado, que con tanto mimo y cuidado trajo en coche durante 500 kilómetros, se convirtiera en un órgano. El piano era mucho más original. Y el resultado, no es porque fuera mi boda, fue espectacular.
Hace poco nos escribió un mail a mi y al resto de la pandilla.
Hacía tiempo que no sabíamos de ella, y cuando intentábamos hablar, siempre respondía que estaba pasando por un mal momento, y que necesitaba tiempo. El resto era silencio, silencio, silencio.
En su mail, realmente no dice nada que no nos hubiera dicho antes.
Creo que en realidad fue un grito de auxilio, aunque no creo que esperara ninguna solución por nuestra parte.
Lo cierto es que no la tuvo, puesto que a todas se nos escapan las palabras depresión, vacío, dudas, soledad... No es que no las hayamos experimentado en algún momento. Pero casi seguro que nunca con esa intensidad.
Hoy voy a hablar con ella. La llamaré, y esperaré a ver qué pasa.
Yo soy de las que cree que realmente no está deprimida, sino sólo demasiado perdida. Veremos a ver qué sucede. Si alguien lee esto, que se acuerde de ella...

lunes, 16 de junio de 2008

¿Por qué te gusta tu ciudad?

De verdad que lo intento todos los días. Y de hecho, hay motivos por los que Madrid debería gustarme: es el lugar que me ha dado la oportunidad de trabajar... es el lugar donde conocí a mi marido, y el lugar donde tengo más amigos ahora mismo. ¡Pero no me gusta esta ciudad! Me parece enorme, gris y sucia.
¿En qué otro lugar de España hay tantas cucarachas?
Yo nunca tuve que convivir con ellas ni en Gijón, ni en León, ni en Salamanca.
¿Por qué hay cucarachas en Madrid, y no en esas ciudades?
Quisiera una respuesta, que supongo, se quedará en blanco.
Seguro que todo el mundo tiene motivos por los que vive en la ciudad en la que vive. Y una vez allí, le sabe sacar "partido".
Yo le encuentro sus cosillas. Pero lo cierto es que no me convence...

En el centro de salud

Acudo allí todas las semanas. Como elijo ir temprano, suele haber poquita gente. Y generalmente, son personas mayores.
Me gusta verles porque nunca vienen solos. Siempre vienen acompañados de sus maridos o esposas. Aquí no hay que decir "parejas" porque la "pareja" de una persona mayor siempre es un marido o una mujer.
Uno de los dos viene cojeando, el otro viene con un bastón. Los dos suelen ser muy mayores y ninguno tiene cara de disfrutar enormemente de la vida.
Pero vienen juntos. Muy juntos.
Si uno se mueve hacia la derecha, el otro también. Si uno pone un pie de un lado, el otro, sin darse cuenta, lo hace también.
Cuando el médico llama a uno de los dos, el otro va detrás pausado, pero cerca, siempre cerca.
Pienso que probablemente renieguen del cónyuge, de sí mismos y de sus hijos, de sus pensiones y de la vida en esta ciudad, o de la vida en general. Pero cuando les veo siempre pienso que no sabrían vivir sin el otro.
Y me gusta observarles en los centros médicos. Mucha gente aborrecería esos silencios que ellos mantienen. Dirían que es que ya no tienen nada que decirse. Dirían que qué triste. Pero yo pienso que qué suerte.

martes, 10 de junio de 2008

Contrastes

Siempre me han llamado la atención ciertos contrastes. Me pasaba cuando, por ejemplo, en la televisión veía un reportaje sobre un país en guerra, una noticia sobre una matanza, secuestros, torturas... y a los dos minutos un anuncio de detergentes de lavadoras me trasladaba, sin oportunidad de reaccionar, a un maravilloso mundo de ficción donde la gente siempre vive en chalets preciosos, y dentaduras brillantes.
Me pasaba cuando veía Informe Semanal, los sábados de mi niñez, y coincidía con la cena. Me costaba tragar mi tortilla francesa al mismo tiempo que tenía delante de mí el televisor mostrándome cuerpos mutilados en algún holocausto africano.
Ayer, no fue tan desagradable. Fue, simplemente un contraste, y lo grande que pueda parecer depende de la sensibilidad de cada uno.
Estaba sentada. Delante de mí, una caja de metal, con una cruz grande, tallada entre sus dos puertas. La luz de una vela roja indicaba que había Alguien dentro.
Era una Iglesia muy moderna. Sus puertas de entrada son tan grandes, que cuando están abiertas, entra toda la luz de la calle.
De pronto, al mirar hacia la cruz, me dió la impresión de que ésta desprendía destellos intermitentes. Al cabo de un rato, me di cuenta de que los destellos eran los reflejos de los coches y las personas que pasaban por la calle.
Pensé entonces que era una imagen bonita. Realmente, los hijos podemos querer mucho a nuestros padres. Pero siempre hay momentos de ingratitud de los que nadie se salva. En esta ocasión, el mundo se veía reflejado intermitentemente en la cruz, pasando por delante, como si nada.
La gente pasaba, dejando su brillo momentáneo. La cruz, permanecía inmóvil.

jueves, 5 de junio de 2008

"Yo no creo en..."

Es curioso, muy frecuente, y seguro que yo también lo he hecho alguna vez...
Eso de rechazar algo que no conoces, pero que de entrada no te gusta. No te gusta, probablemente porque no lo conoces.
Evidentemente no estoy hablando de cosas horribles, que no le pueden gustar a nadie, sino de cosas triviales a las que te opones, porque no te da la gana de conocerlas, y es más, porque te viene fatal conocerlas, para que no te estropeen tu chiringuito.
Seguiría escribiendo, pero creo que es muy fácil de entender lo que digo, y sinceramente, me encuentro fatal.

miércoles, 4 de junio de 2008

Más incursiones aventureras en internet

Vaya, me estoy aficionando. Lo que pasa es que lo estoy haciendo (creo) bastante bien, con desparpajo y no se nota mucho.
He vuelto a hacerlo. ¡Me gusta! No he conseguido nada, pero me gusta.
Me metí en un foro de embarazos. La verdad, las madres estarán "viviendo en pecado", como ellas dicen, estarán casadas en un juzgado triste y sombrío, o por el rito balinés. Pero todas lo vivimos con la misma ilusión. Hay hasta quien se saca fotos de la evolución de su barriga semana a semana. ¡Qué divertido! Yo, ni loca me saco una foto a mi mini-bombo y lo cuelgo en internet. Pero a lo tonto me ha servido para observar que aún no parezco un tonel.
Alguien abrió un "post" sobre "ovarios poliquísticos", algo que muchas mujeres tienen y que es una de las mayores causas de infertilidad, o al menos, de una baja fertilidad.
La mujer estaba angustiadísima. Le había dicho el médico que tenía eso y creía que no iba a poder tener hijos. Un aluvión de intervenciones se le echaron encima para darle ánimos y decirle que el mundo estaba plagado de hijos de madres con ovarios poliquísticos.
Yo quise intervenir también. Y le hablé de los métodos naturales. Le dije "todo, todo", incluyendo que eran más exitosos en sus resultados que la propia fecundación in vitro.
A las pocas horas tenía un mensaje privado en el foro, la primera vez que me pasaba. Era ella, pidiéndome más información, aunque yo había puesto la página web de una asociación en España. Le mandé un mail extensísimo, y ahí le hablé de la Iglesia, especificándole que desde ella se promovía el uso de estos métodos por ser totalmente respetuosos con la persona y la concepción de vidas humanas. No me dejé ni una coma por decir.
Me contestó que lo dejaría para más adelante.
En fin. Algún día quizá escriba mis memorias foreras. Qué grande es el mundo, y cuánto queda aún por explorar.

domingo, 1 de junio de 2008

Como las olas del mar

Dicen que a las primerizas nos cuesta más enterarnos. Y que hay diferentes maneras de sentirlo.
Al parecer, un bebé en la barriga puede sentirse como si se tuvieran mariposas ahí dentro; como si tuvieras un montón de gases burbujeantes... o como las olas del mar.
Aún es muy pronto para mí... pero juraría que ya lo he sentido. Y en mi caso es como las olas del mar.
Creo que nunca lo olvidaré. Estaba tumbada, leyendo... y tenía un cojín en la barriga. El libro, encima del cojín. De repente, una sensación muy suave. Sentía pequeñas olas dentro de mí. Era agradable y extraño al mismo tiempo.
Nací en una ciudad con mar, y me crié en otra ciudad, también con mar. Entiendo que mi bebé es de costa también, aunque se empeñe en nacer en Madrid. Qué lástima.