miércoles, 25 de noviembre de 2009

Domingo, 15 de noviembre





Hemos llegado a Beira. El calor es sofocante, como nunca. Todos sudamos, mi pelo está lleno de tirabuzones de repente.

Nos ha recibido en el aeropuerto Pedro, un ingeniero agrícola vallisoletano que lleva 3 años viviendo aquí, en Mozambique. Trabaja para EsMaBaMa, una asociación dirigida por un sacerdote italiano que ha reflotado 4 misiones que la guerra destruyó.

Estamos en la sede de la Asociación. Es una casa vieja y la limpieza deja bastante que desear. Pero al menos hay luz y agua. Eso es bastante, para donde estamos.

Hemos dado un paseo por un pequeño barrio que hay justo enfrente de la casa donde vivimos. Es terriblemente pobre. Entre el olor a la basura que inunda las calles, y el pescado que ponen a secar al aire libre (y que más que seco, está podrido), dan ganas de salir corriendo. La pobreza de las ciudades es muchísimo más indigna que la del campo. Pero al final, todos acabamos concentrados en los mismos lugares. ¿Cómo puede ser?

1 comentario:

Almudena dijo...

Muy buena pregunta. Si hay posibilidad, voto por la propuesta del P. Enrique Monasterio de escribir un libro. De momento, muchas gracias por el blog.