Cuando pensé en escribir un blog, creí que sería interesante describir a las personas y las historias con las que me encontraba todos los días, en el metro, camino del trabajo. Hace un tiempo, pude sustituir al metro por el mar y las montañas. Pero la gente sigue ahí, y las ganas de contar historias, reales o no, también.
viernes, 27 de noviembre de 2009
Carnaval
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Domingo, 15 de noviembre
Hemos llegado a Beira. El calor es sofocante, como nunca. Todos sudamos, mi pelo está lleno de tirabuzones de repente.
Nos ha recibido en el aeropuerto Pedro, un ingeniero agrícola vallisoletano que lleva 3 años viviendo aquí, en Mozambique. Trabaja para EsMaBaMa, una asociación dirigida por un sacerdote italiano que ha reflotado 4 misiones que la guerra destruyó.
Estamos en la sede de la Asociación. Es una casa vieja y la limpieza deja bastante que desear. Pero al menos hay luz y agua. Eso es bastante, para donde estamos.
martes, 24 de noviembre de 2009
Madrugada del 14 al 15 de noviembre
Estamos sobrevolando Botswana. No he pegado ojo en toda la noche, a pesar de la pastillita dichosa que sabe tan mal.
Volamos en una especie de trasantlántico de dos pisos, de la compañía Virgin. Es la primera vez que, al montarme en un avión, me encuentro con una barra de bar nada más entrar. En vez de hacer un viaje, parece que nos vamos de fiesta.
La comida es totalmente inglesa. ¡Qué golosos son! Es increíble lo que son capaces de hacer con un yogurt, una magdalena o una mousse de chocolate. Siento el colesterol correr por mis venas.
Ya es de día. En África amanece antes.
Por la ventanilla veo lo de siempre: tierra roja, vegetación verde oscura y pequeños caminos.
Apuesto que a través de ellos hay gente caminando en línea, ellas cargadas con un bebé, algo pesado encima de la cabeza, y ellos delante, sin llevar nada.
Estoy cansada, pero no pienso quejarme. Soy la segunda más joven de esta expedición, y conmigo vienen tres personas mayores de 60 años.
Echo de menos mi casa, mi marido y mi niña. Ella estará muy feliz, pero su mamá se acuerda de ella a cada momento.
He decidido, durante estos días, hacer un esfuerzo terrible para endurecerme, centrarme en el viaje y procurar pensar lo menos posible. Suena tremendo, pero si no lo hago, puedo volverme loca aquí, en el sur del sur.
Ya nos estamos acercando a Johannesburgo. El territorio despoblado es inmenso, pero ahí fuera hay elefantes, leones, tigres, monos… Oh, y tres caminos sin asfaltar.
Nos queda un avión por coger, el que nos llevará a Beira. Estoy agotada, necesito una ducha y una cama limpia. Jajaja. Esto último sí que es gracioso.
lunes, 23 de noviembre de 2009
Las tengo
viernes, 20 de noviembre de 2009
Desde la sabana
Esto es una ciudad, y tengo en la casa donde estoy, luz, ordenadores e internet.
Pero ayer, en plena sabana africana, no tenía luz, ni cobertura para el móvil, ni agua caliente, ni siquiera una miserable carretera asfaltada para llegar a algún sitio.
Puedo decir, por muchos motivos, que he estado lo más cerca posible que se puede estar del paraíso... si no fuera porque los propios habitantes del paraíso viven en lo más parecido al infierno.
Estoy escribiendo un diario de viajes que, a mi vuelta, si todo va bien, intentaré reproduciros para que podáis vivir conmigo todas estas experiencias que he tenido.
Aunque era la cuarta vez que venía a este inolvidable país, he aprendido muchísimas cosas nuevas y he vivido muchas experiencias. De todo, me quedo con los árboles, las estrellas, el aire... y las personas.
Si tan sólo tuviéramos en nuestro país la mitad de la inocencia de esta gente, la mitad de su capacidad de acogida y hospitalidad, y la mitad del respeto que se tienen entre sí... las cosas nos irían mucho mejor.
Me quedo con una frase que nos dicen los africanos: "Vosotros tenéis relojes... pero nosotros tenemos el tiempo".
martes, 10 de noviembre de 2009
Vuelvo a África




lunes, 9 de noviembre de 2009
Ramón, pequeño niño grande
No sé cómo se llama, así que le llamaré Ramón.
(¡Vaya, hacía tiempo de esto ya!)
Ramón es evidentemente retrasado. Su cara no tiene ningún rasgo particular, si no fuera porque la expresión de sus ojos y su sonrisa aparentan unos 5 años, mientras que su cuerpo y sus rasgos en general pertenecen a una persona de 40.
Sonríe bastante, o también pone cara de "observar" alrededor qué sucede. Como los niños pequeños cuando se abstraen.
Hasta ahora, siempre le había visto solo. A pesar de eso, en la calle siempre parece saber bien hacia dónde va.
En misa, responde a todo, unos segundos por detrás de los demás.
En la paz, suele mostrarse muy cariñoso con todo el mundo a su alrededor.
El otro día, mientras subía mi calle de camino al metro, le vi junto a su madre, una señora bastante mayor.
Ambos estaban en la parada del autobús. Estaban cogidos de la mano, y cuando llegó el bus, su madre se despidió y le besó con cariño, y él le devolvió el beso.
No sucedió nada más. Fue una escena muy normal.
Pero Ramón desde entonces es alguien distinto para mí.
Ya no es una persona a la que miro con distancia y procuro evitar... Ahora es un hijo muy querido y cariñoso... tratado con mimo y dedicación.
Es verdad que al principio todo me repelía en él... su fealdad, sus movimientos, su voz...
Ahora ya me es alguien familiar. No entiendo cómo pudo sucederme esa repulsión, quizá el desconocimiento, quizá muchos factores externos al propio Ramón...
Ahora sólo estoy convencida de que Ramón es un afortunado. Para sus padres es el eterno niño que cuidar, pero Ramón se lo devuelve con creces.
Cuando tenga la oportunidad, pienso preguntarle a la gente del barrio por él.
Apuesto a que tiene una profesión, apuesto a que es querido por sus amigos...
Apuesto a que incluso es mayor de lo que pienso.