miércoles, 30 de julio de 2008

Gente peculiar

Me he tirado toda la mañana haciéndome pruebas varias del embarazo en un hospital.
Aunque esperar y esperar puede hacer a uno querer cortarse las venas, también hay que reconocer que da mucho juego.
Y hoy he conocido a una señora peculiar.
En realidad sólo la he conocido yo a ella, ella a mí, no.
Trabajaba en la sala donde yo estaba, como recepcionista para varios doctores. Y me llamó la atención desde el primer momento porque hablaba con todos los pacientes como si se tratara de viejos conocidos.
Llegaron los primeros y le plantaron dos besos. Le preguntaron por su familia y después ella preguntó por la familia de ellos, los vecinos, los requetevecinos, cuñados y familiares hasta la 6ª generación por lo menos.
Pensé: "Qué señora tan cotilla".
Llegó un señor mayor. Le plantó otros dos besos y él le contó que había tenido unas nietas mellizas, que su hija estaba aparcando, que su mujer estaba con sus nietas, que tenía otras nietas más, etc. etc. etc. Al rato empecé a pensar: "Qué paciencia tiene esta señora". A partir de ahora a la señora la llamaremos "Joba". (Por el santo Job).
Joba habló y habló con este señor (o más bien le escuchó), hasta que llegó otra señora, que no sólo le plantó dos besos, sino que además le llevó un regalito de The Body Shop, supongo que unos jabones. Joba dijo "qué chuli", y comenzó a hacer las preguntas que, ya veo, eran de rigor: "qué tal tu familia, qué tal estás tú, qué tal..."
Cuando ya esta última señora se hubo ido, apareció una chica guapísima con un vestido verde y un pelo que aún lo estoy envidiando. Le dijo "he llegado tarde, perdóneme usted... Tengo a mi padre en el hospital, y a mi suegro también... " Después se sentó sola y como Joba no tenía compañía, decidió acercarse a ella y sentarse a su lado. Y de paso le sacó hasta la hijuela sobre la familia: por eso supe que la chica guapa era mujer de un arquitecto, que tenían una casa en Majadahonda y que lo estaban pasando bastante mal con la crisis inmobiliaria. Pero claro, eso no era problema comparado con lo que le pasaba a su padre, que llevaba mes y medio en el hospital, con un problema de espalda, anemia y neumonía.
Joba escuchó el rollo de media hora, y no sólo no pestañeó, sino que inundó el monólogo de su contrincante con preguntas y más preguntas que ahondaban en su vida, y la contrincante en cuestión respondía "non filter", como si no hubiera filtros algunos, y Joba fuera una especie de confesor al que se le pudiera contar cualquier cosa.
Después de la señora del vestido verde vinieron otros más. Y siempre se repetía la misma historia.
Al final yo ya no sabía qué pensar. ¿Es Joba una cotilla, o una mujer encantadora a la que la gente adora?
Me fui con esa duda, y aún sigo. Pero al final lo que creo que es cuando una persona llega a una consulta de un médico, llega sola y a veces un poco desamparada.
Por eso agradecen una voz amiga que se interese por sus cosas. Así que supongo que Joba debe caerme bien. A ver si la próxima vez se interesa por mi vida y yo también le cuento "non filter". Bueno, tanto no.

3 comentarios:

Carlos dijo...

Pues a mi Joba, sin conocerla, me cae genial. Precisamente ayer estuve acompañando a mi padre en un hospital y no te puedes imaginar el "humor" de las dos enfermeras que nos "tocaron". Creo que la próxima vez que vea una enfermera "borde" me acordaré de Joba.

Anónimo dijo...

Yo estoy de acuerdo con Carlos, es un lujo encontrar a una enfermera tan cariñosa y comprensiva, suelen ser bastantes altaneras, tu vas poco al medico y por esto no puedes comparar. ¿cuando nace tu bebita? saludos y animos para el parto,CORDOBESA

Enrique Monasterio dijo...

¡Estupendo!