martes, 12 de febrero de 2008

Poeta en Nueva York... o wherever

No sé si esto le sucede sólo a las personas que viajan en metro o en bus a diario y se ponen a imaginarse historias y cuentos que nunca narran a nadie; no sé si les sucede sólo a quienes, todas las noches, se dan de bruces con un suelo de mentira, después de haber intentado volar más alto que las montañas.
Pero hay días en que cogería un avión con destino al lugar más remoto y desconocido de la tierra. Existe una sensación que no podría describir con palabras. Es la sensación de estar más lejos que nunca jamás, más lejos de lo que un mapa podría señalar. La sensación de no haber nada conocido a tu alrededor, nada que pueda recordar a la civilización. Uno pisa el suelo de aquella tierra y siente que se encuentra tan lejos que hasta se cree a sí mismo valiente, y piensa que el mundo es algo inmenso y apasionante.
Si me perdiera por la sabana de Malawi, si me perdiera por los campos de maíz de Pennsilvania, si pudiera caminar por entre la arena fina de una playa del Caribe...
Un escalofrío me recorre la espalda. Es la vitamina que necesito tomar cada cierto tiempo, aquí sentada en este pequeño despacho, de esta pequeña ciudad, de este pequeño todo.

2 comentarios:

Lucía dijo...

A mí también me ocurre en momentos de agobio.Creo que es la necesidad de escapar de lo que tengo encima.Se me pasa sin ir tan lejos, en cuanto descanso o se resuelve un poco la situación.Puede que tengas suerte y consigas escaparte...

maria jesus dijo...

Imaginación...Mucha imaginación
Para días grises o se tiene mucho dinero para irse fisicamente o se tiene mucha imaginación, que a veces es mejor, que los sitios ideales, una vez vistos, pueden desilusionar