jueves, 13 de septiembre de 2007

Posiblemente, la primera sonrisa del día

A veces me agobio un montón en Madrid. Reconozco que aquí las calles no huelen demasiado bien, hay mucho polvo, y todo parece casi siempre de color gris... Nada se parece a Gijón, donde la humedad hace que puedas respirar con facilidad, como si los pulmones se te pudieran llenar de pequeñas gotitas de agua y el cuerpo te agradeciera poder estar fresquito...
Pues eso, en Madrid, yo siento que mi cuerpo está más bien frito.
Pero en ocasiones, veo cosas que me hacen pensar que todavía vivo en una ciudad con alma. Y muchas veces las veo en el metro, donde todo el mundo está más recogido, más "a la vista", no como en la calle, donde el ruido y lo grande que es todo hace que siempre pases desapercibido.
Pues eso, hoy vi cómo una chica joven hablaba con un señor, de Europa del Este, que estaba sentado, con su acordeón, en una esquina de uno de esos interminables y solitarios pasillos del metro.
No llegué a escuchar lo que se dijeron. Tan sólo oí cómo se despedían. Ella le decía: "¡Tocas una música preciosa!". Y él se reía, y seguía tocando el acordeón.
Pensé que quizás, a este hombre, le arrancaban la sonrisa por primera vez en el día.
Me alegré mucho, y por eso le miré sonriente. Él me devolvió la sonrisa, y me dijo: "¡Guapa! ¿Te gusta la música?". Yo ya me iba, pero me di la vuelta, y le contesté: "¡Mucho!".

2 comentarios:

Enrique Monasterio dijo...

Bienvenida a la blogosfera! Difícil te va a resultar mantener el anonimato. Te delatas tu misma en cada línea, pero sólo algunos sabremos quién eres de verdad.
Esto es como el metro: un túnel lleno de gentes. Por encima va la vida irreal de la ciudad.

Ludmila Hribar dijo...

Ay el valor de una sonrisa...como lo subestimamos a veces!