lunes, 1 de octubre de 2007

La puerta del "Zó"

Cuando voy en el metro y miro a la gente siempre se me ocurren tantas historias que contar, que, mentalmente, voy escribiendo este blog antes de llegar a casa. Una vez aquí siempre hay llamadas de teléfono que hacer, mails que contestar, cena que hacer, y ropa que planchar. Sobre todo, ropa que planchar. Al final se pasan los días y este blog no engorda nunca. No como su dueña. No son las letras lo que me preocupa. Sino tantas miradas y tantos rostros que se quedan aquí sin describir.
Hoy he visto una mujer a punto de llorar. Diría que era marroquí o tunecina. Iba sentada y los ojos se le caían de puro cansancio. Me pilló mirándola, como me pasa tantas veces. Quise esbozar una sonrisa. En esos momentos extraños de metro lo mejor es sonreír, y entonces la otra persona se relaja y te devuelve la sonrisa. Es como si nos dijéramos: "aquí estamos, es que no sabía a dónde mirar".
En esta ocasión no me salió sonreír. No puedo evitar pensar de dónde vendrá y cómo será su vida. Toda esta gente tiene una vida llena de tantos sufrimientos, de adioses y abandonos, que nunca podemos llegar a entenderlos. No quisiera ser negativa, ni generalizar. Pero en estos casos suelo hacerlo y no me equivoco. Como no me equivoco cuando digo que todas las prostitutas se vuelven locas. Pero ese es otro tema.
Hoy vi a esa mujer triste. Llevaba una maleta enorme. Se fue unas paradas antes que yo. Cerca de la Puerta del "Zó", como dijeron unos andaluces a mi lado hoy. Pues a partir de ahora se va a quedar con la Puerta del "Zó". Me ha "gustao", hombre.

1 comentario:

Ludmila Hribar dijo...

He viajado bastante y cada vez que vuelvo a Europa y veo tantas caras tristes generalmente cerca de las estaciones siempre pienso lo mismo: nadie deberia tener que dejar su tierra!