miércoles, 28 de enero de 2009

Amor

Buff, acabo de ver a Barbra Streisand en "El amor tiene dos caras". Quitando que la protagonista me encanta, la madre de la protagonista (Lauren Bacall) me chifla, y que la decoración de la casa donde ambas viven en la película es lo mas parecido al hogar que algún día yo querría tener... Quitando todo eso, menudo mejunje extraño de "amor" que se montó el guionista cuando quiso escribir la película. Amor-sexo-amistad... Poco creíble. Pero muy agradable. Sé que es un poco ñoño, pero me vuelven loca las pelis con la imagen medio difuminada como por una media en la lente de la cámara.
En realidad hablo de "amor", y titulo así esta entrada, porque hace tiempo vi en la tele a una chica en la que me fijé, y cuyas palabras me dieron mucho que pensar. Ella habló de amor, pero de una forma profunda, casi diría pegada, inherente, imborrable... en nuestro corazón.
Era la hija de aquel hombre que, en un permiso carcelario, se cargó a la novia, hirió a un vecino, y fue en busca de su ex mujer para cargársela también. Ésta se libró de milagro porque no estaba en casa. Salió en la tele porque la pulsera ésa de maltratadores que llevaba no le había funcionado y no se había podido evitar la desgracia; la noticia en sí causó un revuelo notable, como es de suponer.
A los pocos días del suceso, la ex mujer que se libró de la muerte por los pelos, junto con su hija, acudieron a un programa "magazine", que llaman, de mañana, en la que tan pronto debaten sobre política, que sobre Gran Hermano. El que había sido su marido, había aparecido ahorcado en la cárcel a donde había vuelto nada más cometer el crimen.
La pobre señora hablaba con mucha sencillez de lo que había sido su vida, una vida llena de dolor por los malos tratos, el alcoholismo y las broncas constantes con aquel hombre. La hija, en la que yo me fijé, era una chica bastante guapa, con una conversación fluida, con una voz que denotaba seguridad, con cierta cultura y aplomo. Se había pasado media vida con el miedo metido en el cuerpo cada noche, esperando a que llegara su padre. Contaba que hubo un momento en que, por el sonido de los pasos, sabían si aquella noche tendrían broncas y palizas para ella y para su madre y hermanos.
En un momento dado, la presentadora le preguntó a la hija "cómo se sentía, ahora que su padre había muerto". Probablemente esperaba escuchar algo así como "alivio". Pero se encontró, de repente, con lágrimas, y con la hija explicando que en realidad tenía sentimientos muy contradictorios. El llanto le impidió terminar, pero en el fondo ella venía a decir que quien había muerto, por muy animal que fuera, era su padre.
Probablemente no sentía "amor" por él. Cómo sentirlo cuando le había destrozado la vida, a ella y a la del resto de su familia. Pero era su padre, y hay cosas, pues eso, imborrables, inherentes... Qué contradictorio. Pero qué real.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes razón, hay relaciones imborrables en la persona: paternidad, filiación... uno no las elige, y aún así, muchos se empeñan por no aceptarlo.

Leo tu blog con frecuencia aunque no dejo rastro. Sigue así!

Luis y Mª Jesús dijo...

No sabes bien la alegría que me da cada vez que encuentro un nuevo post en tu blog. Este me ha gustado especialmente. Mi padre era muy duro, a veces inexplicablemente atoritario, pero habría que comprender su drama. Me ha costado entender que me quería mucho "a su manera2.
Un beso
María Jesús