jueves, 25 de octubre de 2007

De vidas horribles

Una vez alguien me dijo que las mujeres tendíamos a hablar de nosotras mismas, de los problemas que tenemos en la sociedad y de todo aquello que nos atañe e interesa.
Es probable. No lo niego.
A mí por ejemplo, siempre me han interesado las prostitutas: sus problemas, sus sentimientos.
Cuando llegué a Madrid no conocía a nadie, pero había oído hablar de un sacerdote, capellán de una casa que acogía a prostitutas para que se rehabilitasen. Me puse en contacto con él, y le dije que quería ayudar.
Me tiré un año allí, trabajando todas las semanas con una señora de más de cincuenta años que acababa de salir de la cárcel. Había asesinado a su marido, o lo que fuera.
Se había prostituído desde los doce años, aproximadamente. No sabía casi leer ni escribir.
Su vida era horrible.
Tenía "hijos varios", nunca supe cuantos, desperdigados por ahí. No querían verla.
Mi trabajo consistía en ayudarla a mejorar su lectura y su escritura, para que pudiera estudiar un curso de "Auxiliar de geriatría". De esa manera podría empezar a tener una vida.
Fue un despropósito. Yo tenía 21 años y desde luego no sabía casi nada de cómo tratarla, ni de cómo ayudarle a mejorar. Acabé siendo su "confesora" particular. Nos cogimos mucho cariño, aunque no nos entendíamos mutuamente.
La pobre había perdido el norte, no sé exactamente cuándo ni dónde se lo habría dejado, pero sospecho que lo perdió a los doce años en alguna calle de los suburbios de Madrid.
Viví una experiencia impresionante que nunca se me olvidará. Más de una vez tuve que ir a recogerla a la plaza de Jacinto Benavente, a donde había ido a hacer lo único que había hecho toda su vida. Allí estaba, con su camisita de abuela, esperando a que llegaran los .... de siempre.
Con ella conocí a más prostitutas. Todas estaban tan locas como ella.
Aprendí que cuando a una persona le arrebatas lo más sagrado que tiene ( la dignidad), su mente se transtornaba hasta quedarse nublada, medio vacía... hasta el punto de que era fácil hacer con ella casi cualquier cosa.
Así que cuando ahora hablan de las "trabajadoras del sexo", de las garantías y la protección que debe tener su trabajo yo me pongo negra. Me invade la rabia porque quien defiende esa esclavitud y esa forma de vida, o está tan loco como ellas, o no tiene ni idea de lo que está hablando.
"La prostitución existe porque tú lo permites", decía una vez el cartel de autobús más certero que he visto nunca.

9 comentarios:

Enrique Monasterio dijo...

He empezado a hacerte un poco de propaganda. Lo haces muy bien.
Entra mañana en mi blog.

Benita Pérez-Pardo dijo...

Impresionante testimonio. Muchísimas gracias por compartirlo.

Tienes razón que muchas cosas existene porque, aunque las denunciemos, las permitimos.

Desde luego da mucho que pensar...

Ludmila Hribar dijo...

Me da mucha tristeza cuando las veo. Solo he conocido una más de cerca y siempre tuvo esa mirada perdida, triste, desesperanzada que te parte el alma.

Breo Tosar dijo...

Acabo de dar una vuelta con este metro y me ha llevado a lugares increíbles, mágicos. Gracias por este blog! Enhorabuena!

Lucía dijo...

Efectivamente hay mujeres que se prostituyen ,pero con alguien y de ese alguien nunca se habla.Existe la palabra prostituta para las mujeres , y cual es el sustantivo para ellos??
Es que consideran que esas personas no son capaces de hacer algo más y por eso tienen que proteger su "oficio"? Qué pobre concepto tienen de las personas!!!!

Anónimo dijo...

Impresionante historia.Dios te bendiga.

Dimas dijo...

Mi querida y desconocida amiga, estoy contigo al 5, al 10 al 100%. Cunatas veces cuando dejando vagar a la loca de la casa he entrado en una pagina inadecuada, me he dicho, corrijo, Él me ha dicho Tu contribuyes a ello, entonces intento comprender, disculpar y rezar.

Un zaragozano saludo de "Dimas"

chita dijo...

he llegado a ti atraves del enlace de don Enrrique tu aticulo me ha hecho pensar estos dias yo estoy pasando una mala racha y estoy sumerjida en mis problemas pero me he dado cuenta que hay cosas peores y que quizas tengo que darme mas alos demas yo monto pogo en metro posiblemente deberia montarmas

Juanan dijo...

Sí, impresionante. Ver una vida destrozada es de lo más triste que conozco...