sábado, 27 de junio de 2009

Alguien ha muerto a nuestro lado

A eso de las 12 del mediodía, mi marido se dio cuenta de que había sucedido algo en nuestra calle, en la casa de enfrente, dos números más abajo.
Teníamos a policía variada, al Samur y a la secreta. Y a un montón de curiosos que se tiraron allí varias horas como si no hubiera nada más que hacer en el día.
Al cabo de un rato, vimos la manta color oro plastificado en el suelo. Y entonces supimos que, a algunos metros de nuestro lado, había un cadáver.
Aún no sabemos si fue un suicidio o un asesinato... La verdad es que todo es sórdido, inhumano, frío, desagradable... No doy con el adjetivo que describe la sensación que se te queda cuando ves algo así. No escuchamos llantos, ni gritos, ni nada de nada. El cadáver se quedó varias horas en el mismo sitio, solo. Y a pesar de lo morboso y escalofriante del asunto, los curiosos eran tan pocos (aunque fieles), que hasta penica daba la pobre persona que estaba debajo de la manta.
Ahora por la noche, mientras tendíamos la ropa en la misma terraza desde donde contemplamos la escena, mi marido me ha recordado que hoy, a nuestro lado, ha muerto alguien.
Yo le he dicho que prefería no pensarlo. Aunque en seguida me he dado cuenta de que, probablemente, eso estará haciendo la mayor parte de la gente en el barrio: no pensarlo. Vaya.

miércoles, 24 de junio de 2009

Amigos

No sé qué me pasa desde ayer. También creo poder reconocer que no es la primera vez que me sucede.
Tengo temporadas en los que las amistades parecen saturarme. Me saturan los planes, las llamadas pendientes, y la gente a mi alrededor, en general. Me siento entonces una afortunada, todo está bien.
En cambio, en otros momentos, parece como si una losa de soledad se me cayera encima. 
Me da por mirar atrás y comenzar a enumerar a todos los amigos que se ha quedado en el camino. Me detengo especialmente en los errores cometidos con algunos. "¿Por qué no tuve este detalle?", "¿Por qué no le dije esto, o lo otro?"... Errores que nunca perdonaron y que supuso un punto y final en la relación. Por supuesto que no son muchos: quizá un par de ellos. Pero en estos momentos ese par parece un ejército que avanza hacia mí.
En estos momentos siempre me da por hacer todas las llamadas que nunca hago. De repente quiero recuperar la distancia que, por dejadez y falta de tiempo, ambas cosas al 50%, se va marcando entre algunas personas y yo.
Hubo un tiempo en que tuve muchos amigos. En realidad la mayoría eran solo conocidos. Conocidos para divertirse, para montar los planes más originales y nunca estar solos.
La vida ha ido colocándonos en planos diferentes, y soy consciente de que aquellos que nos hemos casado y hemos tenido niños tenemos situaciones parecidas. De repente la gente va desapareciendo de la escena, hasta que la obra de teatro parece un desierto. Era una comedia de enredo, y ahora es una obra de los hermanos Álvarez Quintero, de costumbres, gente de la familia y un par de amiguetes.
Lo cierto es que luego están los amigos "de siempre". Quizá son un par de ellos. Pero siempre están, aunque cometas errores, aunque un día tengas la palabra equivocada en la boca. A esos, creo yo, es a los que hay que agarrarse con uñas y dientes. Mi mejor amiga se llama María, como mi niña.
Sé que aquellos que ya no están, que no han vuelto a llamar, no eran amigos de verdad. Pero un día estuvieron en mi vida, y como hoy estoy como estoy, me da por pensar en ello.

lunes, 22 de junio de 2009

Juan y Juana



Este fin de semana han sido las fiestas de mi barrio. Las fiestas de "Juan y Juana". ¿Y quiénes son esos?, pues llego a la conclusión de que son la versión laica de San Juan. (Mi barrio es de Izquierda Unida). El resultado: dos paisanucos que no existen, pero que son él y ella, y ello, si hace falta, a los que se les hace una fiesta por el mero hecho de llamarse Juan (o Juana, o Juane). Dicho con todos mis respetos, que lo primero es el "talante".
Juan y Juana se han pasado de juerga el sábado hasta las 3 de la mañana. Mi casa retumbaba con los grupos de percusión y de hip-hop, y a pesar del calor nos vimos obligados a tener las ventanas cerradas. Tengo la suerte de que mi niña es una ceporra de categoría, y siguió durmiendo espatarrada (literalmente, ya me gustaría poder decir otra cosa más fina) en su cunita.
Cabe destacar el greatest hit de la noche, interpretada por el grupo de hip-hop. De título, supongo, "Cabrones", pues era la única palabra que se entendía y que fue repetida durante unos 7-8 minutos. Qué bonita balada.
Cabe destacar que la menda, de sangre leonesa y criada en Asturias (para que uno se haga cargo de las raíces, de órdago), llamó a la policía a las 12:30 de la noche. Tanto derecho tienen unos de divertirse, como otros de descansar.

jueves, 18 de junio de 2009

El regalo más grande... para esta mañana





Ayer hacía un calor pegajoso e insoportable en Madrid. El asfalto y la polución enjaulan a los que andamos por el medio, haciendo muy difícil incluso dar un breve paseo para estirar las piernas después de una jornada entera sentados frente al ordenador.
Al salir de trabajar, buscando siempre la sombra, llegué a coger el autobús que me llevara a mi hogar. Allí, sentada en una de las escaleras del Banco de España, había una chica discutiendo con alguien por teléfono. En seguida me di cuenta de que estaba poniendo punto y final a una relación.
Así como hace poco tuve una temporada en la que siempre veía a alguien llorar en el bus, ahora toca temporada de discusiones. A mí es que me da mucha vergüenza discutir por ahí, y sólo de pensarlo me da hasta pereza, pero debemos de andar estresados por el calor porque se ve a la gente un poco hasta las narices de los demás.
Ayer la chica decía: "vale, pues se acabó. Ya está. Se acabó".
Se la veía muy preocupada, dolorida, nerviosa.
Al cabo de un rato decidí que aquella conversación no me incumbía, y me fui a otra sombra a sudar.
A veces a nuestro lado pasan las cosas más graves o más tristes sin que una sola hoja de un árbol se mueva, sin que nadie mude su gesto, sin que nada pase, más que la pena...

domingo, 14 de junio de 2009

Una comuna en mi edificio

La calle donde vivo es todo un pozo de sorpresas.
Tenemos de todo, y ahora que ya casi no viajo en metro, tengo la suerte de poder contar con historias de todo tipo que amenizan mi imaginación siempre volátil. Tenemos a los gitanos del barrio de la UVA, que siempre me enseñan palabras nuevas; tenemos a Manuel, el pintor que curra como un bestia (para que luego digan de los dominicanos); tenemos a un drogata que está en las últimas pero que siempre saca fuerzas para pegarle a su novia, una criatura unos 20 años más joven que ya tiene pinta de amargada (éste, por cierto, nos saluda últimamente -ay Dios mío-). Tenemos hasta un señor de edad indefinida, pinta indefinida, y trabajo indefinido, que siempre me abre la puerta del portal cuando voy con María y su silla. El primer día pensé que me violaba, pero ahora ya sé que es un buen hombre que, simplemente, ve su vida pasar a la puerta del bar "El pincho", el lugar más "cool" del barrio.
En el ambientillo de "El pincho", sólo faltamos mi marido y yo... pero aún nos faltan narices para bajar y comernos una hamburguesa de allí. Lo haremos (así nos lo hemos prometido) el día que nos digan que nos vamos de Madrid. Ese día entraremos, saludaremos a todos y yo me pediré una hamburguesa especial, y mi marido unos pinchos morunos con churros para mojar en la cerveza.Y suponemos que del ataque de grasa que nos dará, alguien tendrá que venir a cuidar a María porque nosotros no estaremos disponibles.
Mi edificio es como el Congreso, pero en pequeñito. Aquí todo el mundo se insulta, se dice de todo y se sabe que se llevan el dinero, pero nadie dice nada. Hay como dos bandas enfrentadas, y los juzgados de Plaza de Castilla nos deben de conocer ya hasta por los andares. Y la vida continúa la mar de pacífica.
Mi último descubrimiento ha sido la comuna hippie anticapitalista.
Ya les había visto en varias ocasiones. No tengo ni idea de cuántos viven, cuántos son fijos y cuántos vienen de visita. Sus pintillas son de aúpa, no les falta detalle, pero van aseados y eso sí, son "ultra educados". Sabía que estaban aquí, pero no sabía que pertenecían a la izquierda "anticapitalista". Un partido que ha llenado el barrio de pasquines diciendo que están en contra, no del despido libre, sino "del despido". Así de rotundos. Ole sus narices.
El caso es que el otro día, cuando fuimos a votar, les encontré de apoderados. Qué "apañaos" y qué comprometidos.
Ahí los tengo. Si me los encuentro otra vez, intentaré entablar una conversación con ellos. Espero que me acepten, a pesar de mis pintas de mujer normal y aparentemente anodina. Yo creo que luego, cuando se me conoce, gano bastante.

martes, 9 de junio de 2009

Cómo cuantificar el amor

Si algún sacerdote leyera esta entrada, que me explique por favor cómo se cuantifica su jornada laboral, en horas, en sueldo... A cuánto sale la confesión, a cuánto cada misa, bautizos, consejos, atenciones, sonrisas, paciencia... Y sobre todo ¿hay rebajas? Porque no estamos para dispendios... También me gustaría saber cuántos denuncian a quienes les insultan por la calle.
Quisiera preguntarle a los voluntarios de las Misioneras de la Caridad de Madrid a cuánto sale la noche que pasan con los enfermos de Sida. Cómo cobran los pañales que cambian, los Rosarios que rezan, las horas que escuchan la vida de los enfermos, no siempre agradable, no siempre alegre, no siempre satisfactorio, porque siempre dan el ciento por uno... pero el día a día del voluntario no es una continua explosión de satisfacción, para qué nos vamos a engañar.
Les preguntaría a los misioneros, a las Hijas de San Vicente de Paúl, por ejemplo, cuánto te da el Estado cuando coges una malaria. ¿Te escribe el Rey, o el Presidente de tu país, y luego te dan una medalla? Les preguntaría si cobran horas extras y las apuntan religiosamente en un papelito para luego rendir cuentas, cuando se levantan a las 3 o 4 de la mañana. Me pregunto si el Estado financia las clases de "chichewa" o de "ronga", para poder comunicarse con la mayoría de los habitantes de Malawi, o del sur de Mozambique.
La Conferencia Episcopal ha publicado, como hace cada año, una Memoria anual de actividades. En ella se recoge, lo más detalladamente posible la cantidad de gente que resulta beneficiada con todas las acciones de la Iglesia en todos los campos en los que actúa, que son tan amplios que van desde la educación hasta la salud, pasando por la formación de parados, atención a mayores y niños...
Lo hace porque se lo pide el Gobierno, porque necesita dar cuenta de lo que hace con el dinero que reciben, y porque el Estado ya no aporta más que lo que la gente decida en la Declaración de la Renta.
Las cifras son espeluznantes, porque resulta que hay millones de personas que se benefician de las tareas de la iglesia, de sus sacerdotes, religiosos, seglares, voluntarios; millones de euros que el Estado se ahorra gracias a la callada y abnegada tarea de tantas personas que se ven invadidas de una fuerza que no pertenece al ser humano y que les dice "vete y reparte todas tus posesiones entre los pobres... después, ven conmigo"... Esa Iglesia que siempre es motivo de mofa en la televisión, que es insultada en tantas tertulias, columnas de opinión...
Y aunque esta Memoria debería de ser tan rotunda que cerrara la boca de un golpe a todos los que la critican, a mí me deja un regusto amargo. En el fondo la miro y me siento como si le hubiera pedido a mi madre explicaciones del tiempo que me ha dedicado y me dedica durante toda su vida.
Mamá, ¿podrías hacer memoria y escribir en un papel el tiempo que has dedicado a plancharme la ropa, el dinero que te has gastado en mis estudios, el aparato de los dientes, mis viajes al extranjero...? Por favor, pónmelo muy bien clarito, porque si no lo veo claro te preguntaré todo aquello que no entiendo, y te miraré con ojos de desconfianza, porque me parecerá que me ocultas algo.
Si alguien ve demagogia en estas palabras... me temo que no ha entendido en absoluto lo que la Iglesia católica supone para la sociedad.

lunes, 8 de junio de 2009

Querida María



Te abriste paso a la vida sin permiso de la ministra... Llegaste con más pelo que verguenza, tus ojos hinchados, tu llanto inconsolable, tus abrazos de monito adorable.
Me quisiste porque sí, no me pedías nada más que "estar". "Quédate a mi lado", parecías decirme. "Abrázame", aliméntame, que no te costará ni un duro, lo que más me gusta es "de gratis", no necesito que te gastes dinero en mí, no necesito ropita cara, ni una habitación ideal... Sólo quiero que "estés". "Te necesito", parecías decirme a cada momento.
Llegaste y me cambiaste la vida de un plumazo. De repente las cenitas interminables con amiguetes, mis compras y mis posesiones pasaron a un segundo plano... Hasta mis niños africanos pasaron a un segundo plano porque todo de repente se reducía a ti. Mis viajes, mi independencia... esa querida independencia por la que nunca le daba explicaciones a nadie... ¿Dónde quedó?
Hoy tu madre sigue dando palos al aire, tú pareces saberlo todo y yo sigo sintiéndome más recién nacida que tú.
Creces a la velocidad del rayo. Haces como que sientes verguenza, te chifla sentirte amada sin más motivo que el hecho de que seamos tus padres. Si cantamos, te ríes, si nos besamos, nos miras como aprendiendo cada uno de nuestros movimientos, y si en algún momento discutimos, te quedas muy seria escuchando, y en tu silencio advertimos un reproche que va más allá de todas nuestras diferencias.
Querida María. Me has dejado sin vida social... Pero has abierto una veta interminable de sentimientos, de palabras, de motivos por los que querer, incluso odiar -y esto último en el fondo es de risa... ¿quién diría que tu madre, pánfila de profesión, se volvería una fiera cuando tocan a su niña?-.
Te quiero.

lunes, 1 de junio de 2009

Héroes destronados; noticias de usar y tirar




Hoy leo en el periódico que Susan Boyle no ganó el concurso "Britain's got talent", después de que, hace 7 semanas, el vídeo de su primera actuación tuviera millones de entradas alrededor del mundo y su popularidad se codeara con la de Obama. La figura de quien fuera una adorable mujer que renunció al matrimonio para cuidar a sus padres se ve manchada por un supuesto ataque de histeria, violencia contra los organizadores del concurso incluída.
Leo que la familia del "Padre Coraje" se ha roto en 1000 pedazos. Aquel hombre se hizo famoso porque, para encontrar al asesino de su hijo, llegó a introducirse en los bajos fondos de su ciudad, sin que nadie le reconociera, y su historia dio lugar a una serie de televisión, una película...; la familia, digo, se ha destrozado: el padre coraje se ha separado de su mujer, después de años de lucha juntos, se ha ido con una señorita 20 años más joven y la madre se ha quedado, 13 años después del asesinato de su hijo, aún vestida de luto y despotricando contra su marido.
El niño que fue recogido en un pueblo de Granada para ser la reencarnación del lama, ofrece una entrevista en la que cuenta cómo le arrebataron su infancia encerrado en un monasterio, obligándole a vivir en la época medieval, y cómo hoy en día aún nota las consecuencias de esa infancia atípica, lejos de sus padre, y las dificultades que tiene para adaptarse y llevar una vida "normal", con relaciones "normales" interpersonales.
No sé qué pasa hoy en las noticias, no sé qué le pasa al periódico que hoy ha hecho que sienta que todo lo aparentemente admirable, limpio, valiente y puro, en realidad es sólo admirable, limpio, valiente y puro a medias, que todo tiene un fin, especialmente lo que es bueno. Necesito una historia con principio y final sin manchar. Como esto es imposible, puesto que la mancha la llevamos todos de fábrica, pediría a mis compañeros un poco más de realidad al principio y al final. No quiero que me construyan héroes si un poco más tarde me los van a destronar con saña. Me apena por los protagonistas de estas noticias: personas que no estaban preparadas para ser kleenex de usar y tirar, noticias estrella que al final acaban estrelladas. Y me apena por mí, y por cuantos interiorizamos las cosas que vemos y que nos pasan cada día...