miércoles, 2 de abril de 2008

Vaya, más de un mes...

Claro, así ¿cómo pretendo que nadie me lea?
Yo quería ser anónima, pero no tanto...
Lo cierto es que se pasan los días, las sorpresas y los disgustos, y no me pongo a escribir.
Y eso que me gusta. Y eso que me acuerdo. Todos los días me acuerdo.
Un día veo a un niño hablando medio en inglés, me hace gracia y pienso "esto podía escribirlo en el blog".
Otro día descubro al jovencillo síndrome de down que vive algunos pisos por encima de mí, y pienso "qué tema tan chulo para mi blog".
Después veo a mi ancianita, vestida de negro, pidiendo limosna en la misma esquina de siempre... (por cierto que ahora que ha llegado el calorcillo, quien sea que la lleva hasta esa esquina ya no lo hace, pues ya no está... debe de ser que si no lleva 5 mantas encima no resulta tan macabro y le dan menos limosna...)
El caso es que pienso. Pienso luego le doy vueltas a la cabeza.
Pero después de terminar como una noria, es evidente que no lo llevo a la práctica.
Qué entrada tan absurda he hecho.

1 comentario:

Kike dijo...

¡Ja, ja, ja! ¡A mí me pasa exactamente lo mismo! Lo que hago es en esos casos llegar a casa y escribirlos, simplemente, como si ya fueran un post. Luego los guardo en la refrigeradora, y cuando no tengo qué "cocinar", lo caliento un poquito y lo sirvo.

Cuando no tengo tiempo, solo apunto lo esencial de la anécdota y ya otro día la escribo... Puede servir.