martes, 22 de abril de 2008

Problemas en las nubes

Hace ya muchos años, se me ocurrió mirar un día al cielo. Por primera vez, sentí algo que nunca se me olvidó, y que siempre pienso cada vez que estoy tranquila y tengo tiempo.
Aquel día, me di cuenta de que el cielo era inmenso. De que no se acababa, y que detrás de todos aquellos edificios seguía habiendo cielo. Y que tras las fronteras de mi ciudad, de mi provincia y de mi país, seguía habiendo cielo. Y que, pasara lo que pasara, el cielo siempre seguía, inmutable, allá arriba.
En aquel momento, este pensamiento me ayudó a darme cuenta de que mi pequeña preocupación de ese día no significaba nada comparado con la inmensidad del mundo. De que quizá, aquello que me molestaba hoy, mañana estaría olvidado, y que, en todo caso, era muy, muy pequeño. ¿Cuántos problemas habría debajo del cielo? Demasiados como para que mi problema agobiante, en esos momentos, pudiera negarme, al menos, la sensación de que todo pasa.
Por eso, para mí, mirar al cielo inmenso es liberador. Esa sensación me acompaña desde entonces y sinceramente, me considero afortunada por tal descubrimiento.

1 comentario:

maria jesus dijo...

A mi me pasa lo mismo con el mar. Un saludo