viernes, 11 de abril de 2008

En el autobús

Cuando voy en el bus, creo que pienso incluso más que cuando voy en el metro. En el metro observas más a la gente. Pero en el autobús puedo estar sentada y mirar la calle... que últimamente parece siempre mojada y triste. Eso ayuda a que pueda viajar en el tiempo y recordar, y recordar.
Hoy me ha pasado algo bonito.
Casi no tengo recuerdos de mi cole. Es decir, tengo muchos, pero son recuerdos de personas, sentimientos o situaciones.
Sin embargo, ya casi no recuerdo el día a día. El bocata de la merienda, la ducha de la mañana, los deberes, las libretas y los estuches.
Dicen que la memoria olfativa es poderosa. Yo no sé qué fue lo que lo provocó, pero de repente un olor me trasladó a una clase llena de niñas con uniforme. Todas atentas, mirando a la pizarra, y a la profesora que explicaba.
Fue un recuerdo fugaz, de hecho, ahora sólo describo el "recuerdo del recuerdo". Pero lo sentí, y fue curioso y bonito. Pensé que he tenido una infancia muy afortunada, un colegio maravilloso, y que no me cambiaría por nada del mundo por un colegio bilingue de Madrid con mil ordenadores y conexiones a Internet.
Prefiero la sobriedad de mi colegio centenario, el uniforme que aún hoy hecho de menos cada vez que me enfrento a mi armario, todas las mañanas, y el temor que nos infundían las monjas y profesoras cuando te miraban fijamente por hablar demasiado con tus compañeras.

1 comentario:

maria jesus dijo...

Yo tambien estudié en un colegio así y lo recuerdo con todo el cariño del mundo. Escribí una entrada hablando de ello y me llegaron un monton de mails de antiguas compañeras recordando anecdotas de aquella época con nostalgia, así que debe ser una cosa general.Saludos