lunes, 12 de noviembre de 2007

Abandonos matutinos...

Esta mañana llegué pronto al trabajo, así que me tomé la libertad y el lujo de acercarme a una cafetería estupenda que está cerquita a tomarme un buen desayuno para aguantar del tirón la jornada.
Al llegar, cogí un periódico y me senté en la barra. A mi lado, al cabo de un rato, se sentó una chica jovencita, y pidió un café con cara muy seria.
El camarero la trató con cierta familiaridad, pero ella seguía teniendo la cara seria, y llegué a pensar que el camarero la estaba molestando, o quería ligar con ella de alguna extraña manera.
Luego vi claramente que se conocían.
El camarero comenzó a preguntarle qué era lo que le pasaba; por qué estaba tan seria. Me di cuenta de que era un tipo encantador. Cada poco se acercaba a ella, y una de las veces lo hizo con una bolsa de chuches. Ella cogió una sin decir nada, y se puso a masticarla sin ganas.
Al cabo de un rato, ella dijo: "¿Quieres saber qué me pasa, en serio?". Y luego continuó: "Me ha dejado". Y se echó a llorar.
El camarero se puso a su lado e intentó consolarla. No pude oír lo que le decía, pero ella no dejaba de llorar. Yo estaba tan cerca de la escena, o más bien, yo estaba "tan dentro" de la escena... que llegué a pensar que debía decir algo.
Barajé la posibilidad de decirle "Todo pasa... esto también pasará"... Pensé que era algo "cierto", "universal", y quizá podía ayudarla a pensar en un futuro mejor...
Pero no me atreví a hacerlo. Pagué y me fui, y cuando salía por la puerta pensaba si mi reacción había sido la correcta. A mi lado había una chica con el corazón destrozado y yo, aparentemente, había tenido la sangre fría de verla, pagar e irme.
Realmente me dió pena. Todo pasa, sí, pero si hay algo que cualquier persona, en cualquier lugar del mundo, puede entender, es la terrible sensación de vacío cuando es abandonado. Y no hay consuelo que valga... sólo cabe llorar el duelo y cuando éste ha desaparecido, volver a empezar, arrastrando una cicatriz más...

2 comentarios:

Ludmila Hribar dijo...

Historias cotidianas que a veces nos sirven de lección! Nunca voy a olvidar mejor dicho siempre me arrepentiré de no haberle hablado a un joven con cara tristísima cruzando un puente....cuando algo conmueve no hay que dejar pasar el momento para hablar....

Juanan dijo...

Pero esta vez ella tenía ya un "ángel custodio". A veces hay que armarse de valor para hablar, y otras veces hay que armarse de valor para dejar hablar a otros.