miércoles, 1 de septiembre de 2010

Sí y No

Superado el vértigo inicial de la llegada, que me ha impedido escribir en el blog, comunico, si queda alguien en el espacio exterior, que mi familia y yo hemos tenido a bien volvernos del sur, cargados de calor para aguantar en Asturias el resto del año.
Ya hemos llegado. María es más "María" que nunca, y yo también soy más yo que nunca. He decidido que, o soy fiel a mí misma, o me convierto, lo veo clarísimo, en lo que todos quieren que sea. Y lo mejor es que cada uno tiene una idea maravillosa para mí. Sería genial abandonarme en brazos de una sola propuesta (qué placidez, dejar la mente en blanco), pero soy incapaz, y encima todas las cosas que se me proponen, se contradicen entre sí. Qué va, qué va. Yo me equivoco y me espachurro contra una pared, pero yo solita, gracias. Y es que si algo he aprendido en estos últimos días, es que varias personas pueden ser perfectamente cabales y opinar radicalmente distinto.
Y María, creo que piensa lo mismo. Ha aprendido a decir las mejores y casi únicas palabras con las que debe defenderse en la vida. Dice "Sí". Y a veces dice "Sís". Y también dice "No". Y a veces dice "Nain"... que suena a "No" germánico, muy propio de ella.
En realidad tan sólo llevamos cuatro días en casa. Y lo cierto es que por fin empiezo a creerme que realmente vivo aquí. Nuestra vuelta de vacaciones ha sido distinta a otros años. Algo dolorosa, por aquello de volver a la rutina. Pero también alegre, porque ya tenemos un hogar, nuestro lugar de referencia, donde las cosas ya no tienen por qué ser "provisionales" constantemente. Hasta que no lo he tenido, no sabía lo importante que era para mí.
Este año tenemos muchos asuntos pendientes que cerrar, muchos objetivos que cumplir, muchos planes que organizar. Pero pensándolo bien, creo que deberíamos hacer como María. Aprendernos bien el "Sí" y el "No". Ah! Y pienso copiar también la sonrisa de "Hugo", el dependiente de Mercadona. No os lo he presentado. Mañana, sin falta.

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