martes, 10 de junio de 2008

Contrastes

Siempre me han llamado la atención ciertos contrastes. Me pasaba cuando, por ejemplo, en la televisión veía un reportaje sobre un país en guerra, una noticia sobre una matanza, secuestros, torturas... y a los dos minutos un anuncio de detergentes de lavadoras me trasladaba, sin oportunidad de reaccionar, a un maravilloso mundo de ficción donde la gente siempre vive en chalets preciosos, y dentaduras brillantes.
Me pasaba cuando veía Informe Semanal, los sábados de mi niñez, y coincidía con la cena. Me costaba tragar mi tortilla francesa al mismo tiempo que tenía delante de mí el televisor mostrándome cuerpos mutilados en algún holocausto africano.
Ayer, no fue tan desagradable. Fue, simplemente un contraste, y lo grande que pueda parecer depende de la sensibilidad de cada uno.
Estaba sentada. Delante de mí, una caja de metal, con una cruz grande, tallada entre sus dos puertas. La luz de una vela roja indicaba que había Alguien dentro.
Era una Iglesia muy moderna. Sus puertas de entrada son tan grandes, que cuando están abiertas, entra toda la luz de la calle.
De pronto, al mirar hacia la cruz, me dió la impresión de que ésta desprendía destellos intermitentes. Al cabo de un rato, me di cuenta de que los destellos eran los reflejos de los coches y las personas que pasaban por la calle.
Pensé entonces que era una imagen bonita. Realmente, los hijos podemos querer mucho a nuestros padres. Pero siempre hay momentos de ingratitud de los que nadie se salva. En esta ocasión, el mundo se veía reflejado intermitentemente en la cruz, pasando por delante, como si nada.
La gente pasaba, dejando su brillo momentáneo. La cruz, permanecía inmóvil.

1 comentario:

maria jesus dijo...

Muy bonito, y muy buena la reflexion, me la quedo.Gracias. Un saludo