miércoles, 25 de julio de 2012

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Hace años que me aficioné a internet, por mi trabajo, por mi curiosidad y últimamente, por auténtica afición. Es curioso, pues apenas he comenzado a vivir la treintena, así que no me considero una persona especialmente mayor, y cuando echo la vista atrás, puedo ver cómo ha cambiado la vida en tan sólo 10 ó 15 años.
Mi época de universitaria aún la tengo fresca en la memoria. Viví durante cuatro años en un colegio mayor, bastante moderno y bien dotado. Cuando comencé la carrera, había tres ordenadores en una sala común. El primer año hice uso de ellos, teniendo que turnarme con varias de mis compañeras. Aunque nunca hubo tortas por ellos, siendo realista. Éramos las futuras periodistas las que más los utilizábamos. Ni las carreras de ciencias, ni los médicos, ni los futuros maestros... casi nadie pasaba por allí.
A los dos años de comenzar la carrera, ya me puse un ordenador particular en mi habitación. Era todo un avance, y me pasaba las horas muertas escribiendo, y cuando quería perder el tiempo, cambiaba los fondos de la pantalla.
Recuerdo mi último curso de periodismo. Era el año 1999 e internet comenzaba a estar presente entre nosotros. Hice mi proyecto final de carrera sobre los periodistas independientes cubanos, y me documenté ampliamente en la red. Ellos ya la utilizaban para publicar los artículos que en la isla eran censurados. Pude encontrar la información en casa de mis padres, porque en el colegio mayor todavía no había internet.
Recuerdo que en una de las clases del último curso, un profesor nos preguntó quién tenía ya una dirección de correo electrónico. De más de cien personas, sólo tres o cuatro levantaron la mano. Yo, desde luego, no.
Comencé a trabajar, e Internet se volvió mi arma casi fundamental. La fundamental absolutamente son las personas, no creo que deba separarme jamás del testimonio personal, la mirada, la ironía, o la huida.
Pero Internet hoy está ahí, formando parte de nuestras vidas como jamás pudimos imaginar. Nunca tuvimos el resto del mundo más cerca... ni más lejos.
Encontrar la verdad hoy es más difícil que nunca, al igual que preservar tu intimidad. A un golpe de click contacto con personas a tiempo real al otro lado del mundo, me entero de temas de los que de repente todo el mundo está hablando, de productos milagrosos, me río con vídeos de niños que no conozco, y puedo flotar por las calles de casi cualquier ciudad que se me antoje.
Con Instagram, los blogs, los canales personales de youtube, me meto en las vidas ajenas y sé más cosas que antes no sabía. Me gusta, disfruto, lo aprovecho.
Con su punto de distancia, como creo que debe ser. Compruebo que hay personas que han hecho del "compartir" una forma de vida, sin distinguir límites ni fronteras. Por eso el peligro está ahí.
Creo que hablaré en próximas entradas de ese "compartir", y de otros aspectos que voy aprendiendo en Internet.

miércoles, 18 de julio de 2012

Teresita


Nació el 26 de junio de 2011. Acaba, por tanto, de cumplir un año.
Tenía tanta prisa por llegar, que si su mamá llega a esperar un poco más, nace en casa, como los niños de antaño. Pero yo tenía claro que, antes de ir al hospital, quería ducharme y arreglarme el pelo (alisado con plancha incluído), que luego en las fotos no quería parecer una parturienta cualquiera. No, no, no.
Con lo que no contaba era con mi facilidad para traer niños al mundo (gracias a Dios). (María también fue rápida, pero lo de Teresa asustó hasta a la matrona).
Si el cielo nos regala más niños, tengo claro que haré lo mismo, pero eso sí, entraré gritando "abran paso" al hospital, con mi melena perfectamente arreglada.
Sin entrar en detalles escabrosos, de los cuales un parto tiene por doquier, sólo diré que comprobé lo que duele parir en directo, sin anestesias ni nada por el estilo. No hay palabras para describir semejante horror, para qué andarnos con eufemismos. Eso sí, a la hora y pico yo ya estaba dando paseítos. Una cosa maravillosa. Y con mi princesa, pacífica, independiente, preciosa y dormilona a mi lado.
Cuando nació, hubo gente que me dijo que tendría "doble trabajo". Para mi gusto, nada de eso. Es lo mismo, pero un poco más.
Antes de tener a María, yo llevaba muchos años viviendo sola, viajando alrededor del mundo a mi antojo, haciendo horarios insólitos de los que sólo me daba cuentas a mí misma... María trastocó todo mi mundo interior y tardé un año en adaptarme a la maternidad. Una vez que mi chip interno ya había sido trastocado y ajustado, tener a Teresa sólo trajo más felicidad. No dormir, o dormir muy poco, no se ha convertido en una pesadilla, sino en un suceso más del día. Las noches no son eternas, sino que cada hora tiene su particularidad, y se pasan rápido. Y cuando el cansancio se apodera de mí, o de mi marido, nos repetimos "el tiempo juega a nuestro favor", recordando lo rápidos que han pasado tres años en María, una niña habladora, mayor, a la que puedes llevar a cualquier sitio y hacer vida completamente normal.
Teresa es un encanto, con carita de angelito y sonrisa picarona. Es una niña "pellizcada", que sufre los celos de su hermana en silencio, con una sonrisa inocente y sólo llora cuando los golpes o los sustos han sido fuertes. Es suave, blandita, con el pelo rubio y la tez... ¡morena! Un pelo indomable, el cual intento llenar de lacitos que le duran... medio minuto.
A pesar de que no siempre las condiciones externas se ponen de nuestro lado... el primer año de Teresa ha sido precioso. Y yo repito su nombre en bajito, porque aún no puedo creerme que esté con nosotros: "Teresa, Teresa, Teresa..."

jueves, 12 de julio de 2012

Tres años ya...

El parque Isabel La Católica

Llevo ya casi tres años en Asturias. ¡Qué vida tan diferente a la de Madrid!
Al principio, todo me parecía muy pintoresco. Y eso que me crié aquí. Pero aún así, me sonaba gracioso el acento, me parecía curiosa la forma de hablar y de comportarse de la gente. Efectivamente, aquí hay un carácter distinto. Los asturianos son bastante baballos, lo cual significa que son un poco brutotes y un poco creídos. Sólo es una pose, y uno acaba dándose cuenta. Normalmente el asturiano hace como que sabe más que nadie de cualquier otra cosa, pero cuando uno asimila esa forma de ser, se encuentra con gente noble, luchadora, buena como ellos solos. Al menos ésta es mi percepción de las cosas.
A lo que no acabo de acostumbrarme es a la belleza de los lugares.
Todos los días salgo de casa a las 7 de la mañana para coger el autobús que me lleve a Oviedo, a trabajar. Cuando salgo, respiro hondo y los pulmones se me llenan de humedad. Enfrente de mi casa, como ya expliqué algún día, hay un jardín abandonado, que pertenece a un antiguo caserón, que aún sigue en pie, aunque completamente en ruinas. En su día pensaba que era un convento, pero con el tiempo y unas cuantas conversaciones con la madre de una amiga, me enteré de que allí vivió un hombre soltero y muy adinerado. La casa estaba llena de obras de arte. Los toreros famosos que llegaban a torear a la ciudad se hospedaban en aquella casa. Hoy es una ruina. Pero su jardín... qué maravilla de jardín abandonado. La humedad ha dado lugar a una especie de selva caótica, con árboles gigantes, malas hierbas del tamaño de una persona, flores silvestres... Todo en mil tonalidades distintas de verde chillón.
Es lo que me encuentro en primer lugar cuando salgo de casa. Miro enfrente y vuelo un rato por encima de la acera. Quizá la que vuela es mi imaginación. En casa dejo a tres personitas roncando. Ya me he acostumbrado a moverme como si fuera un ladrón en casa ajena. Corro a por el autobús y voy dejadores atrás, a ellos y al jardín abandonado. Continuará.

miércoles, 11 de julio de 2012

Qué caray!

¿En serio? ¿Escribí yo solita 275 entradas? Muchas me parecen... Acabo de entrar en mi blog. Ese que abandoné porque un día se me acabó la inspiración. A veces uno deja de hacer cosas sin saber bien por qué. Luego aquello tiene siempre consecuencias, y entonces se pregunta por qué actuó como un pichiruchi, que diría Mafalda. No sé qué significa, pero me encaja. De repente he visto el comentario de algunos de vosotros que me pedíais que volviera. Ya sé que no soy nadie en particular, pero me he emocionado y he pensado: "qué caray". Vuelvo, con la misma vocación con la que comencé. La vocación de plasmar desde mi pequeño rincón algunos pensamientos, reflexiones, o descripciones de lo que más me gusta en este mundo, que es la gente. Si hay alguien que está ahí, genial. Si no, va por ustedes!