jueves, 30 de septiembre de 2010

Por donde el sol no brilla



"Por donde el sol no brilla", así titula Carlos Herrera hoy su columna habitual del diario ABC. Suena algo groserillo, pero lo dice con tanto gracejo que uno se congracia y acaba estando de acuerdo con él. Aún resuenan los ecos de la huelga que anteayer nos paralizó, más por temor y expectación, que por apoyarla. En Asturias tuvimos el "honor" de ser la Comunidad Autónoma con más seguimiento de España. Y al parecer es "tradición" que sea así. Pues qué bien. Están aquí las cosas como para andarse con tradiciones, pero del siglo XIX.
Carlos Herrera cuenta que al propietario de un estanco de Sevilla, le entró un "piquetero" en el establecimiento y, después de haber cogido tabaco para todos, se despidió diciendo "que pague tu puta madre, esquirol de mierda". También cuenta lo que vivió el conductor de un autobús escolar al que le reventaron la luna delantera con una bola de acero... y con los niños dentro. Y la historia de la escuela de Montellano, donde el Sindicato Andaluz de Trabajadores interrumpió las clases y sacó a los niños a la calle. Y... situaciones similares se habrán dado en todas partes. Entonces Carlos Herrera dice que la gente "suele llevar mal que la humillen". Pero lo cierto es que al final no pasará nada, porque pondrán "cara de bobos, ojitos tiernos, verbo de "diálogo y talante", aspecto de paripé, e insultarán una vez más a la inteligencia en la más absoluta de las impunidades. Es lo que hay".
Por eso, al final, nos meteremos todos la huelga donde dice el titular.

... después de mi silencio

Después de mi silencio viene contar que he empezado a trabajar. Que María ha empezado el "tole" (el cole), que tengo sueño pero que estoy feliz. Que ayer no hice huelga aunque no me dejaran llegar a mi trabajo. Y que me alegro de que algunos famosos sean tan valientes, tan positivos y tan guapos todos de luchar por lo que verdaderamente merece la pena en la vida.


domingo, 5 de septiembre de 2010

Hugo

Al llegar a nuestra nueva ciudad, María y yo empezamos a frecuentar el Mercadona más cercano a nuestra casa. Allí nos encontramos, desde el principio, con Hugo. En realidad no tengo ni idea de cómo se llama, pero el muy pillo se aprendió desde el primer momento el nombre de mi hija, y desde entonces no ha dejado de llamarla y de hacerle siempre una carantoña cuando la ve. Ella reacciona hundiendo la cara en el saquito de la silla, haciéndose la avergonzada cuando en realidad se le abrirían las plumas como un pavo real del gusto que le da.
Hugo no pierde su sonrisa, bien esté en la caja, o "reponiendo", como a veces cuenta que le toca, o charlando con alguna persona que se para a su lado.
En realidad no es más que ningún otro trabajador del supermercado. No parece que tenga más responsabilidades que cualquiera, y sin embargo, tiene un halo diferente. Yo, que soy más bien despistada, me he quedado con su cara, más que con la de cualquier otro. Evidentemente ese halo se llama simpatía y sencillez, no tiene más ciencia que aquella. Con lo fácil que suena, y lo complicado que es llevarlo a la práctica.
A medida que pasan los años, voy conociendo cada vez más personas. Cada una tiene una virtud que destaca por encima de cualquier otra. Y esas virtudes, es decir, eso "positivo" de ellas, siempre es excepcional: hay personas súper trabajadoras, creativas, grandes escritores, grandes bromistas, grandes madres o padres, grandes luchadores... Pero yo, si tuviera que valorar una virtud por encima de las demás, me quedaría con la que intuyo en Hugo: ser alguien sencillo y fácil de llevar.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Sí y No

Superado el vértigo inicial de la llegada, que me ha impedido escribir en el blog, comunico, si queda alguien en el espacio exterior, que mi familia y yo hemos tenido a bien volvernos del sur, cargados de calor para aguantar en Asturias el resto del año.
Ya hemos llegado. María es más "María" que nunca, y yo también soy más yo que nunca. He decidido que, o soy fiel a mí misma, o me convierto, lo veo clarísimo, en lo que todos quieren que sea. Y lo mejor es que cada uno tiene una idea maravillosa para mí. Sería genial abandonarme en brazos de una sola propuesta (qué placidez, dejar la mente en blanco), pero soy incapaz, y encima todas las cosas que se me proponen, se contradicen entre sí. Qué va, qué va. Yo me equivoco y me espachurro contra una pared, pero yo solita, gracias. Y es que si algo he aprendido en estos últimos días, es que varias personas pueden ser perfectamente cabales y opinar radicalmente distinto.
Y María, creo que piensa lo mismo. Ha aprendido a decir las mejores y casi únicas palabras con las que debe defenderse en la vida. Dice "Sí". Y a veces dice "Sís". Y también dice "No". Y a veces dice "Nain"... que suena a "No" germánico, muy propio de ella.
En realidad tan sólo llevamos cuatro días en casa. Y lo cierto es que por fin empiezo a creerme que realmente vivo aquí. Nuestra vuelta de vacaciones ha sido distinta a otros años. Algo dolorosa, por aquello de volver a la rutina. Pero también alegre, porque ya tenemos un hogar, nuestro lugar de referencia, donde las cosas ya no tienen por qué ser "provisionales" constantemente. Hasta que no lo he tenido, no sabía lo importante que era para mí.
Este año tenemos muchos asuntos pendientes que cerrar, muchos objetivos que cumplir, muchos planes que organizar. Pero pensándolo bien, creo que deberíamos hacer como María. Aprendernos bien el "Sí" y el "No". Ah! Y pienso copiar también la sonrisa de "Hugo", el dependiente de Mercadona. No os lo he presentado. Mañana, sin falta.