miércoles, 18 de julio de 2012

Teresita


Nació el 26 de junio de 2011. Acaba, por tanto, de cumplir un año.
Tenía tanta prisa por llegar, que si su mamá llega a esperar un poco más, nace en casa, como los niños de antaño. Pero yo tenía claro que, antes de ir al hospital, quería ducharme y arreglarme el pelo (alisado con plancha incluído), que luego en las fotos no quería parecer una parturienta cualquiera. No, no, no.
Con lo que no contaba era con mi facilidad para traer niños al mundo (gracias a Dios). (María también fue rápida, pero lo de Teresa asustó hasta a la matrona).
Si el cielo nos regala más niños, tengo claro que haré lo mismo, pero eso sí, entraré gritando "abran paso" al hospital, con mi melena perfectamente arreglada.
Sin entrar en detalles escabrosos, de los cuales un parto tiene por doquier, sólo diré que comprobé lo que duele parir en directo, sin anestesias ni nada por el estilo. No hay palabras para describir semejante horror, para qué andarnos con eufemismos. Eso sí, a la hora y pico yo ya estaba dando paseítos. Una cosa maravillosa. Y con mi princesa, pacífica, independiente, preciosa y dormilona a mi lado.
Cuando nació, hubo gente que me dijo que tendría "doble trabajo". Para mi gusto, nada de eso. Es lo mismo, pero un poco más.
Antes de tener a María, yo llevaba muchos años viviendo sola, viajando alrededor del mundo a mi antojo, haciendo horarios insólitos de los que sólo me daba cuentas a mí misma... María trastocó todo mi mundo interior y tardé un año en adaptarme a la maternidad. Una vez que mi chip interno ya había sido trastocado y ajustado, tener a Teresa sólo trajo más felicidad. No dormir, o dormir muy poco, no se ha convertido en una pesadilla, sino en un suceso más del día. Las noches no son eternas, sino que cada hora tiene su particularidad, y se pasan rápido. Y cuando el cansancio se apodera de mí, o de mi marido, nos repetimos "el tiempo juega a nuestro favor", recordando lo rápidos que han pasado tres años en María, una niña habladora, mayor, a la que puedes llevar a cualquier sitio y hacer vida completamente normal.
Teresa es un encanto, con carita de angelito y sonrisa picarona. Es una niña "pellizcada", que sufre los celos de su hermana en silencio, con una sonrisa inocente y sólo llora cuando los golpes o los sustos han sido fuertes. Es suave, blandita, con el pelo rubio y la tez... ¡morena! Un pelo indomable, el cual intento llenar de lacitos que le duran... medio minuto.
A pesar de que no siempre las condiciones externas se ponen de nuestro lado... el primer año de Teresa ha sido precioso. Y yo repito su nombre en bajito, porque aún no puedo creerme que esté con nosotros: "Teresa, Teresa, Teresa..."

2 comentarios:

Miriam dijo...

Teresa y María, dos nombres preciosos para dos niñas que seguro son dos tesoros
Felicidades¡

Anónimo dijo...

me ha gustado mucho conocer a tus hijas, son dos tesoros. Que Dios te las bendiga siempre.CORDOBESA