Cuando pensé en escribir un blog, creí que sería interesante describir a las personas y las historias con las que me encontraba todos los días, en el metro, camino del trabajo. Hace un tiempo, pude sustituir al metro por el mar y las montañas. Pero la gente sigue ahí, y las ganas de contar historias, reales o no, también.
miércoles, 11 de julio de 2012
Qué caray!
¿En serio? ¿Escribí yo solita 275 entradas?
Muchas me parecen...
Acabo de entrar en mi blog. Ese que abandoné porque un día se me acabó la inspiración. A veces uno deja de hacer cosas sin saber bien por qué. Luego aquello tiene siempre consecuencias, y entonces se pregunta por qué actuó como un pichiruchi, que diría Mafalda. No sé qué significa, pero me encaja.
De repente he visto el comentario de algunos de vosotros que me pedíais que volviera. Ya sé que no soy nadie en particular, pero me he emocionado y he pensado: "qué caray".
Vuelvo, con la misma vocación con la que comencé. La vocación de plasmar desde mi pequeño rincón algunos pensamientos, reflexiones, o descripciones de lo que más me gusta en este mundo, que es la gente.
Si hay alguien que está ahí, genial. Si no, va por ustedes!
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5 comentarios:
Bravo¡¡¡
¡Estamos aquí!
Y no sólo estamos aquí, sino que te esatábamos esperando, entrando de tanto en tanto para ver si lo retomabas. un buen blog merece la pena seguirlo, hasta sin entradas. Porque a los blogs se les sigue por los blogeros...
¡Qué caray!
Hola!!! Acabo de ver que has vuelto, que alegría!!!!
Uix, no he firmado,
Eva
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