Un jefe o ministro, o presidente de un país africano había sido secuestrado por unas milicias y le habían torturado. En las imágenes, salían instantes de aquella tortura. El hombre, sentado en el suelo, desnudo. A su cada lado, un militar con cuchillos. Creo que en las imágenes se veían cómo le arrancaban una oreja.
Me revolvió el estómago, igualito que ahora, más de veinte años después.
Desde entonces en las películas violentas siempre cierro los ojos. Las películas de miedo, por ejemplo, aunque me atraen, prefiero evitarlas porque siempre creo que mi imaginación es más poderosa que todo lo demás.
Hoy he visto que los periódicos digitales reproducen la muerte de un joven en los Sanfermines. Estuve tentada a abrir el vídeo, pero... miré mi café con las galletas que estaba desayunando y pensé: menuda burrada mirar cómo muere este chiquillo mientras yo mojo mis galletas en el café.
Esto mismo pienso a menudo cuando veo el telediario a la hora de la cena. Ahí estoy yo con mi tortillita, o mi ensalada, como quien se toma las palomitas en el cine, sólo que en el telediario el sufrimiento que me muestran es real, tan real como la sangre, las balas, las bombas o la violencia que me reproducen.
Me pregunto si a los muertos en cuestión les hará gracia que tengan una cámara de vídeo encima mientras agonizan.
3 comentarios:
Me parece una falta de respeto hacia las personas que sufren o mueren delante de las camaras.
A ellos y a sus familias...una falta de respeto.
Lo peor no es la gente que muere delante de las camaras, sino los ninyos que han crecido con ese tipo de noticias y ya son "inmunes" a la sangre, a las balas, al dolor. Lo veo con mis hijos de 12 y 13 anyos, ni se inmutan, hay que estarles explicando que eso no es normal, que la gente sufre y que no es un videojuego, que luego de toda esa sangre no le pones "reiniciar" para que todo siga igual que antes.
Nos toca educar en un verdadero mundo de crisis
No puedo ver las noticias, me dejan hundida, no son reales, se han convertido en "el caso", aquel periódico que mi tía Emilia nos pedía que le leyeramos de niños y que siempre relacioné con incultura y sensacionalismo. La realidad tiene una cara triste pero también una alegre y no se puede desconocer. Me machaca oir las noticias de muertes y torturas relatadas con un tono aséptico de informativo. No critico con ello a los profesionales, que probablemente esten haciendo muy bien su trabajo, es un problema de la sociedad que gusta de ver sangre.
No he visto los San Fermines pero he pensado mucho en esa madre que ha perdido un hijo de 28 años de esa manera tan tonta, me ponso en su lugar y no entiendo nada, rezo por ella.
Besos
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