A eso de las 12 del mediodía, mi marido se dio cuenta de que había sucedido algo en nuestra calle, en la casa de enfrente, dos números más abajo.
Teníamos a policía variada, al Samur y a la secreta. Y a un montón de curiosos que se tiraron allí varias horas como si no hubiera nada más que hacer en el día.
Al cabo de un rato, vimos la manta color oro plastificado en el suelo. Y entonces supimos que, a algunos metros de nuestro lado, había un cadáver.
Aún no sabemos si fue un suicidio o un asesinato... La verdad es que todo es sórdido, inhumano, frío, desagradable... No doy con el adjetivo que describe la sensación que se te queda cuando ves algo así. No escuchamos llantos, ni gritos, ni nada de nada. El cadáver se quedó varias horas en el mismo sitio, solo. Y a pesar de lo morboso y escalofriante del asunto, los curiosos eran tan pocos (aunque fieles), que hasta penica daba la pobre persona que estaba debajo de la manta.
Ahora por la noche, mientras tendíamos la ropa en la misma terraza desde donde contemplamos la escena, mi marido me ha recordado que hoy, a nuestro lado, ha muerto alguien.
Yo le he dicho que prefería no pensarlo. Aunque en seguida me he dado cuenta de que, probablemente, eso estará haciendo la mayor parte de la gente en el barrio: no pensarlo. Vaya.
2 comentarios:
Impresiona, claro que impresiona.
Yo rezaría por él/ella que seguro eres la única de la calle que cae en hacerlo.
Eso ayuda y serena.Bss
Por lo menos que alguien rece por él.
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