Cuando pensé en escribir un blog, creí que sería interesante describir a las personas y las historias con las que me encontraba todos los días, en el metro, camino del trabajo. Hace un tiempo, pude sustituir al metro por el mar y las montañas. Pero la gente sigue ahí, y las ganas de contar historias, reales o no, también.
martes, 7 de octubre de 2008
Parece que es un día especial
Mi marido se ha levantado a las 6 de la mañana. Se ha ido a las 6:30, cuando el taxi que le llevaría a Atocha estaba ya esperando por él debajo de casa.
Yo me he levantado a los pocos minutos, y ha comenzado la vorágine matutina que consiste en hacer muchísimas cosas en muy poco tiempo, para bajar a mi hora a coger el autobús que me lleve al trabajo.
Ducha, selección de modelito (cada vez más difícil ir mona a trabajar con este barrigón), restauración de cara (maquillaje, colorete, rimmell...), ventilación de casa, cama, orden, fugaz desayuno...
Con la cabeza llena de prisas bajé trotando cual rinoceronte que pesa media tonelada (el trote no viene a ser lo mismo que el de una gacela) hasta la parada del autobús. Miré mi móvil y me enteré, gracias a la agenda, de que hoy era Nuestra Señora del Rosario. Pensé "venga, hoy voy a intentar rezarlo mejor que nunca".
Cogí mi MP3 y mi Rosario, y empecé. El MP3 reza conmigo todos los días. En su día tuve la feliz idea de bajarme los cuatro misterios de internet, para que, en el transporte cotidiano de Madrid alguien rezara conmigo y me ayudara a concentrarme.
Y es que tengo una inseparable compañera de viaje, en la vida, que se llama imaginación. Es "la loca de la casa", como decía Santa Teresa. Una bendición y una desgracia a veces, según se mire.
En el rezo del Rosario la loca de la casa y yo parecemos Pimpinela. Podría encerrarme en un cuarto oscuro, y aún así el Rosario sería un "Rosario" (nunca mejor dicho) de imágenes reales, soñadas, conversaciones, recuerdos, mezcladas con Avemarías y letanías. Si encima de no estar en un cuarto oscuro, me encuentro sentada en un autobús, el Rosario se convierte en una aventura diaria. Ficho a cada persona que entra, la analizo, la disecciono, le hago una autopsia, y cuando me doy cuenta, vuelvo a rezar de nuevo.
Así a diario. Con el propósito, cada día, de hacerlo mejor. Con los mismos resultados, cada día.
Hoy se contemplaban los "Misterios dolorosos".
"La coronación de espinas". "Señor, todas aquellas veces que te humillan, que te aplastan, que se ríen de ti..." y enlazo con los recuerdos de sacerdotes, especialmente uno, del que todo el mundo parece burlarse...
"Jesús con la Cruz a cuestas"... y me vienen a la cabeza todas aquellas personas que luchan contra una grave enfermedad...
Así se me pasa el Rosario, mientras la gente entra y sale, en una extraña amalgama de caras, ofrecimientos, el dolor, la alegría, cuánta gente no Te conoce, cuánta gente Te ignora...
Y al terminar, me siento rara. Ha sido algo especial. Las prisas han dejado lugar a la profundidad en medio de tanto ruido. Pienso que en algún lugar han hecho un esfuerzo muy grande para llegar hasta mi corazón. Y creo que ha sido un regalo matutino de los que no se prodigan.
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2 comentarios:
very clever.
Están bien las descargas espirituales, a mi también me ayudan
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