El otro día leí que España es el país donde más y mejor se extienden los bulos por internet.
Hoy escucho en la radio cómo el Gobierno le ha dado la vuelta 180º a la sentencia final por el 11-M y afirma que "las teorías conspirativas han llegado a su fin con esta sentencia". Mientras tanto, la otra mitad de la sociedad, y un par de medios de comunicación un poco suicidas siguen pensando que precisamente esta sentencia ha dejado claro que del 11-M cada vez se sabe menos, y que lo responsable sería seguir investigando, por el honor y la dignidad de los casi 200 muertos.
Pienso que uno de los dos bandos se miente a sí mismo, pero me da la impresión de que están convencidos de que si hablan más alto y más fuerte, la mentira terminará convertiéndose en verdad. Porque de eso se trata: cuantas más veces cuentas una mentira, más posibilidades tienes de que se acabe convirtiendo en una especie de verdad que todo el mundo acepta.
Hoy en el trabajo he comenzado la mañana escuchando un comentario, quizá algo absurdo, quizá inofensivo, pero de todas formas, falso, sobre mí.
Quizá el que lo dijo tenía su propia verdad, quizá no pretendía hacer daño, pero en su fuero interno buscaba algo más.
He tenido la tentación de salir corriendo para compartirlo con gente de confianza. Desahogarme y así escuchar palabras negativas sobre el susodicho, pues sé que no es del agrado de mis compañeros.
Pero he preferido quedarme en mi sitio y escribir estas letras. Si no sale de mí, la tontería no llegará a más. Además si lo borro de mi mente, el rencor no me amargará la mañana.
Sinceramente, bastante tengo con mi hija, mi marido, y mi desastre de cocina.
1 comentario:
Creo q has hecho lo mejor en estos casos, aunque a veces cuesta el no ir a corriendo a desahogarse.
Por cierto, veo q ya sabes q el bebe es niña! Espero q vaya todo muy bien.
Eva
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