Cuando pensé en escribir un blog, creí que sería interesante describir a las personas y las historias con las que me encontraba todos los días, en el metro, camino del trabajo. Hace un tiempo, pude sustituir al metro por el mar y las montañas. Pero la gente sigue ahí, y las ganas de contar historias, reales o no, también.
viernes, 9 de abril de 2010
¿Qué me pasa, doctor?
Anoche creí que sería una magnífica idea para el blog. Esta mañana ya no sé ni qué era. A veces se me ocurren frases brillantes para publicar aquí, tanto, que dudo de que sean realmente mías... Pero nunca duran en esta memoria de pez que tengo.
Ya no sé qué agenda comprarme, si electrónica, si manual... Ya no sé si pintarme las manos, ponerme el reloj en la otra muñeca... Ya no sé si ir caminando por la calle patas arriba para demostrarme a mí misma que hay algo de lo que tengo que acordarme y no sé qué es.
Y encima se me olvida preocuparme por esto también. Podría estar un montón de tiempo lamentándome, y ni siquiera puedo, porque en seguida pienso que hay otra cosa que tengo que hacer, y no lo recuerdo.
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