lunes, 29 de noviembre de 2010

En las calles de Nueva York

Siento estar "abducida" por los norteamericanos, pero es que pienso que hay cosas que nadie hace como ellos. Esto es tan sólo un ejemplo

sábado, 27 de noviembre de 2010

Un "antiguo" muy al día



Hoy leí una frase que me gustó. Es de San Agustín, que la verdad, para ser tan "antiguo" no deja de sorprenderme cada día. Es como si nunca se pasara de moda.
Dice:
"Para las cosas importantes: unidad.
Para las cosas dudosas: libertad.
Para todas las cosas: caridad".
Pensé que lo podía aplicar en muchos ámbitos de la vida. Desde las relaciones de pareja, hasta en el propio trabajo.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Lo que no es tan romántico



Ayer decía que algunos colectivos feministas hablaban de que la culpa de los maltratos la tiene esa imagen de amor romántico que ha llegado hasta nuestros días, donde la mujer era "débil y necesitada de protección", y el hombre... En fin el hombre, según esa mentalidad, un machito de poca monta (pobre Romeo).
Yo, como mujer, estoy convencida de que aún nos queda mucho terreno por recorrer en el plano de la igualdad.
Esta frase sería aplaudida por la mismísima Bibiana Aído. Lo que pasa es que esa señora y yo tenemos muy poco que ver. Y desde luego, su idea de mujer y la mía coinciden más bien poco.
Hace años, decidí hacer mi tesina (ahora se llama Suficiencia Investigadora), sobre las mujeres periodistas en la época de Alfonso XIII. Es decir, desde finales del siglo XIX hasta la década de los 30.
La prensa femenina en aquella época era absolutamente florecedora, de verdad, era un auténtico vergel de revistas que en nada tienen que envidiar con la variedad de las de ahora, y eso que estoy hablando sólo del ámbito de Madrid, y algunas nacionales.
Pensé que me encontraría con frecuencia ideas feministas rompedoras. Mujeres estilo Simone de Beauvoir, (aunque sea posterior) con deseos de emanciparse y de romper con todos los esquemas morales y sociales en los que la mujer estaba encorsetada.
Pero la verdad, me encontré con mujeres muy normales, madres de familia, personas con unas inquietudes que sacaban tiempo de donde fuera para poder realizar su sueño de ser periodistas, de comunicar y de disfrutar de todas las cosas que ofrecía la vida que les rodeaba. Hacían revistas entrañables, intentaban participar en política (con Primo de Rivera lo lograron) y no había estridencias ningunas. Tan sólo señoras trabajadoras e inquietas, con un gran respeto por sí mismas y una conciencia muy clara de lucha porque realmente creían en su gran aportación y capacidad. Lucharon tanto, que las tengo presentes cuando voy a votar, cuando mi marido y yo compartimos al 50% las tareas, cuando trabajo, cuando me enfrento a una reunión con 10 hombres.
Ahora, cuando enciendo la televisión y me asomo al mundo exterior... ¿Qué veo?
En los programas del verano, que nos muestran las playas de España, me encuentro con pandillas de adolescentes de chicas y chicos. Ellos, tan monos, con sus bañadores. Ellas, en medio, tan sólo con un tanguita. ¿Es eso igualdad? Ellos vestiditos. Nosotras, enseñando. ¿Es eso igualdad?
Salgo a la calle un sábado por la tarde y me encuentro turbas de niñas vestidas literalmente (y siento parecerme a mi abuela pero es que no hay vuelta de hoja) como prostitutas. Pintadas con un gusto horrible, unas minifaldas y unos escotes que resultan hasta groseros. Ellos, tan monos. Tan a gustito y tan abrigaditos, no vayan a pasar frío.
¿Es eso igualdad?
Ley del aborto. Las que nos quedamos embarazadas "somos nosotras". Somos nosotras las que pasamos los dolores, las náuseas, el cansancio... Y somos nosotras las que amamos más que a nuestra vida al pequeño bebé que llevamos dentro. Negar eso es negar la naturaleza. Y negar que no pasa nada cuando te quitas de en medio a tu hijo, es... pura maldad. La ley del aborto es lo más machista que nos ha pasado desde el "destape" de los años 70. ¿Es eso igualdad?
Es un engaño disfrazado de libertad. No veo igualdad por ningún lado. Sólo veo que la mujer sale perdiendo constantemente. Que nos quieren arrebatar el amor propio y la autoestima, rebajándonos constantemente a objetos de placer. Ser la perfecta madre, la perfecta trabajadora, la perfecta amante, con el tipo perfecto, vestida para "matar". ¡Venga ya! Sólo somos una persona...
Y ahora nos quieren quitar "el amor romántico". ¿Algo más, para destrozar nuestro corazón, que está hecho para amar?
Que no nos engañen más. Que dejen de jugar con la mujer, que es la mayor maravilla de la naturaleza.

¿Ahora también quieren acabar con el romanticismo?



Hoy he leído en el periódico que, con motivo del día contra el matrato a la mujer, una serie de colectivos feministas han dicho que la culpa de todo la tiene el modelo de "amor romántico" que se mantiene todavía en el subconsciente de los jóvenes, y que se ha quedado trasnochado.
Ese amor romántico es aquel de Romeo y Julieta, el que estamos acostumbrados a ver en las películas, en las que ambos son capaces de superar pruebas, y de llegar hasta la muerte por el ser querido, idealizado. También, según ellos, es el modelo en el que el varón es dominante, y la mujer busca un hombre fuerte que la proteja. Dicen que esa búsqueda de protección de alguien "más fuerte" es la que propicia que la mujer acabe situándose por debajo del hombre y se deje avasallar, controlar y al final, anular. Dicen que hoy el amor debe ser un compartir y satisfacer necesidades afectivas y sexuales mutuamente.
Yo no soy ninguna experta y desde luego, recién empezada, como quien dice, mi vida matrimonial, no estoy para dar lecciones, ni sacar grandes conclusiones.
Pero a mí me parece todo esto muy frío y, qué quieren que les diga, aunque mi marido nunca resultó un príncipe azul (tampoco yo ninguna pricesa), me quedo con la ilusión de que, como en "El diario de Noah", podamos terminar nuestras vidas, con un libro maravilloso de amor y superación, de apoyo y mutuo conocimiento.
Solemos decirnos entre nosotros que somos "compañeros" en la vida. Y con esas miras, que no son fáciles, pero que llegan hasta el infinito, afrontamos las muchas dificultades cotidianas y las pruebas que se nos van presentando.
¿Por qué no, amor romántico? ¿Por qué no soñar? A mí que me dejen soñar, que me dejen llegar hasta la eternidad. ¿Quieren que me conforme con cosas temporales? No llenan mi corazón. Tampoco llena el suyo, estoy segura.
Y de algunas cosas pretendidamente "igualitarias", hablaré mañana, para no extenderme. (Que si no, Pollo con almendras no me lee, jeje).

martes, 23 de noviembre de 2010

Queda prohibido


Hoy he visto, curioseando por Internet, una poesía que me ha gustado. Dicen que es de Pablo Neruda. No sé, la verdad es que no me pega, pero...
Ahí va.


Queda prohibido llorar sin aprender,
levantarte un día sin saber qué hacer,
tener miedo a tus recuerdos.
Queda prohibido no sonreír a los problemas,
no luchar por lo que quieres,
abandonarlo todo por miedo,
no convertir en realidad tus sueños.
Queda prohibido no intentar comprender a las personas,
pensar que sus vidas valen menos que la tuya,
no saber que cada uno tiene su camino y su dicha.
Queda prohibido no crear tu historia,
no tener un momento para la gente que te necesita,
no comprender que lo que la vida te da,
también te lo quita.
Queda prohibido no buscar tu felicidad,
no vivir tu vida con actitud positiva,
no pensar en que podemos ser mejores.
No sentir que, sin ti, este mundo no sería igual.

martes, 16 de noviembre de 2010

Encuentros en la tercera fase

Hoy he tenido otro "encuentro en la tercera fase" con mi matrona en la Seguridad Social. Esta vez, me ha tocado una chica bastante joven de estética Kale Borroka, como digo yo. No es una crítica, a mí qué me importa... Pero es que tenía ese "look".
Ha sido un aluvión de informaciones que me han dejado abrumada. Que si análisis, que si dentista (¡qué dispendio!), y mil y una pruebas para ir averiguando si el bebé tiene anomalías. Tanto me repiten lo de las anomalías que si no tuviera las cosas muy claritas saldría de allí temblando.
Ya les avisé que nada de "amniocentesis", ni pruebas invasivas que pusieran en peligro al bebé, y me lo apuntaron en mi hoja de datos, como quien apunta que soy alérgica a la penincilina. Les dije que no me importaba que en los análisis me avisaran si el bebé podía tener malformaciones o cualquier problema, porque así me podía ir haciendo a la idea.
La reacción de la matrona y la enfermera que estaban en la sala fue muy curiosa. Respetuosa, pero nada natural. No dejaron de repetirme que la última palabra la tendría yo, que podía elegir. E incluso se permitieron el lujo de decirme que "también podría optar por no hacerme pruebas, como si estuviéramos en el siglo pasado". Hice oídos sordos, y les sonreí. Desde luego, éste puede ser el comienzo de una buena amistad.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Creciendo, gracias a Dios



Llegué a mi Centro de Salud expectante.
Me atendió mi doctora de Medicina General.
“¿Qué te pasa?”.
“Pues que estoy embarazada”.
“Ah, entonces no estás enferma, muy bien”.
La doctora comenzó a rellenar un impreso con mis datos. Al parecer, para la matrona. “¿Es deseado?”, me preguntó.
“Por supuesto. ¿No es un hijo siempre deseado?”, le contesté yo.
“No, fía”, me dijo, hablándome coloquialmente, como se hace aquí en Asturias. Y se sonrió (probablemente situándome en una galaxia paralela).
Me dio unos papeles y me envió a la matrona. Mientras esperaba mi turno, me puse a leer. Allí, al lado de mi nombre, estaba mi “diagnóstico”: “Embarazo deseado”.
Pensé en cuántas ocasiones el impreso pondría “Embarazo no deseado”.
Si un embarazo, en realidad es un pequeño bebé desarrollándose en el vientre de su madre, lo que también podríamos escribir es “bebé precioso, rubito, delicado y cariñoso, no deseado”. O lo que es lo mismo, pero más breve y aséptico “hijo no deseado”. “Persona non grata” en este cuerpo de madre.
Me pregunto cómo asimilar que tus padres no te quieren, que vienes mal en ese momento porque no hay tiempo para ti, porque tu madre no puede hacerse cargo de una responsabilidad como tú… Me pregunto cuánto dolor se puede llegar a sufrir cuando uno no es querido en el ámbito más íntimo y más afortunado que se puede tener: tu propia familia. Me imagino unos daños emocionales que pasarían factura toda una vida. He visto personas, con situaciones menos traumáticas, ser incapaces de llevar una vida normal, sólo por sus carencias afectivas.
Al cabo de unos minutos, pude pasar con la matrona. Al ser “embarazo deseado”, no hubo grandes preguntas.
“¿Es el primero?”
“No, el segundo”.
“Ah, bueno, entonces ya sabes de qué va esto”…
(Sólo relativamente, pensé yo. Me siento tan primeriza como hace dos años).
“¿Debería de tomar ácido fólico, verdad?”, le pregunté.
“Eso tenías que haberlo hecho cuando planificaste tu embarazo, vida, hace seis o cuatro meses”.
“Yo no planifico mis embarazos”, le contesté con voz de ultratumba. Estaba siendo una dosis de realidad brutal. Sólo me faltó decirle “Mis hijos son un regalo de Dios, señora matrona”. Quizá fui una cobarde. Quizá no quise obligarla a tener que tomarse un calmante con semejante afirmación.
Cuánta gente planifica tener hijos y no lo consigue. Infundir vida no está en nuestras manos, aunque lo parezca. Siempre respeto todas las posturas, especialmente en lo que a hijos se refiere. Pero al mismo tiempo siempre me ha llamado la atención quien planifica tener un hijo, justo después de la televisión de plasma, la casa decorada en estilo minimalista y haber dado la vuelta al mundo. “Y ahora ¿qué nos queda? Ah, tener un hijo”.
Bien por ellos. Yo, prefiero el caos encantador de tener una familia con dificultades, sin muchos muebles, eso sí, con muchos nervios "económicos", pero abandonada en las manos de Dios. Muchos pensarán que “así nos va”. Y quizá tengan razón. Quizá, desde luego no era el mejor momento... Pero yo creo que, a la larga, habrá premio. En todo caso, nosotros estamos encantados con este nuevo regalo que se nos ha dado.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Cosas que pasan


Del viaje del Papa se han dicho ya tantas cosas...
Yo también quisiera decir otras muchas, pero temo repetirme y cansar. Yo lo estoy, de tanto leer periódicos.
Tan sólo veo dos cosas:
Los periodistas se han portado "extrañamente" bien. Salvando excepciones, por supuesto. Pero parece que los que han estado cerca del Papa (en el avión, etc), se han quedado tocadillos. Vaya por Dios, es lo que tiene.
Ha sido un viaje intenso, completo, y el Pontífice parece no haberse dejado nada en el tintero. Ha habido espacio para el arte, la belleza, la situación actual de España, las relaciones entre la sociedad y la confesionalidad, las raíces cristianas de nuestro país, la familia, la defensa de la vida en cualquiera de sus fases, y la caridad, poniendo énfasis en la contemplación y el reconocimiento de la dignidad de todo ser humano, venga de donde venga, y sea como sea. El gran descubrimiento que nos reveló Jesucristo y que los cristianos nunca podemos olvidar. Que todos somos iguales a los ojos de Dios. (Para que luego vengan hablándonos de igualdad, fraternidad y no sé qué).
Pero de todo, yo me quedo con una coincidencia de esas "curiosas".
Dijo Gaudí que La Sagrada Familia la "terminaría" San José.
Y vino "Joseph", a consagrarla como templo y erigirla en Basílica.
Ahí queda eso.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Libertad (mi palabra favorita)



Ayer hablaba con una persona sobre "la fe".
Me decía que le preocupaba casi en exceso la muerte, una idea que tiene metida en la cabeza desde pequeño, y aunque me consta que esta persona se esfuerza por rezar, por estar cerca de Dios, él mismo afirma que siente envidia de quienes tienen la certeza de que Dios existe.
Esta mañana volvió aquella conversación a mi cabeza. En el momento le dije que lo que tenía que hacer era "pedirle al Señor que le diera el don de la fe".
Sé que es un don. Porque yo antes no lo tenía, y después me fue concedido.
Aún recuerdo, tenía yo apenas 21 años, cuando, entre medio llorando y entre hipidos, le decía a un sacerdote que "yo no tenía fe". Le decía que mi cabeza no estaba bien, que era incapaz de creer en Dios, que todo me parecía un cuento chino... Pero que yo quería creer. Me daba tanta envidia de aquellos que lo miraban todo con esos ojos transformados...
Aquel sacerdote me hizo comprender eso "del don". Que es cierto que suena a "unos cuantos elegidos", y hasta toca un poquito las narices cuando te sientes excluido de ese "selecto grupo". Más tarde pude comprobar que de "selecto" nada. Que un Padre no te va a dejar sin ese regalo tan grande, que por otro lado Él es el más interesado en que lo puedas disfrutar.
¿Qué es tener fe? Esta mañana, delante del Santísimo, me lo pregunté. ¡Y lo vi tan claro! Recuerdo perfectamente (cómo olvidarlo) aquel momento que cambió mi vida:
Él no viene y te dice "es cierto, existo". Qué va. No.
Tú le hablas, y no ves nada.
Le pides "Señor, ayúdame", y todo sigue como estaba.
Le miras, le observas, te distraes y lo vuelves a observar.
Y de repente, como si hubiera venido por detrás, como si quisiera sorprenderte (que lo hace), algo dentro de ti te dice con toda claridad "Eres preciosa a mis ojos".
Y el susto es tan morrocotudo que te incorporas y miras a tu alrededor.
¿Qué ha sido eso? ¿Lo he oído de verdad? ¡Claro que lo he oído de verdad!
De repente, toda tu vida da un giro de 180º. Nada vuelve a ser lo mismo.
Comprendes de una forma espontánea tantas cosas que hasta ahora habías visto borrosas... como si realmente se te quitara una venda de los ojos.
No puedes explicarlo fácilmente con palabras. Pero lo sabes, porque lo has sentido.
¿Cómo negarlo ahora? ¡Yo lo viví!
Es cierto. No me convertí en una santa a partir de ese momento. Seguí siendo la misma desastre en tantas cosas. Seguí teniendo los mismos caprichos y los mismos "enfurruñamientos" por tonterías, según el día.
Pero mi vida había dado un vuelco porque me sentía profundamente amada. Y ya nada volvió a ser lo mismo.
Una especie de "efecto secundario" a tal experiencia fue una sensación de libertad, que ni una sesión de Puenting, o una caída libre con paracaídas, ni absolutamente ninguna experiencia bestial podría haberse equiparado.
¡Era libre! El mundo era maravilloso, amplio, válido, positivo. Si Dios me quería tan apasionadamente, sin condiciones, a mí, que realmente soy una mierdecilla... Todo merecía la pena.
Por eso no puedo dejar de pensar en que la persona con la que hablé ayer, también podría vivir esto que yo tuve, y que tantas personas pueden disfrutar, porque quieren.
¡Pídelo, amigo mío! No te arrepentirás. ¡Pídelo con ardor, con pasión y absolutamente humilde y necesitado! Tu vida cambiará de tal forma, que notarás que no hay nada comparable en este mundo.
Lo demás, la verdad... El gobierno, el paro, los problemas cotidianos, los apellidos del padre o la madre, Rubalcaba y la falta de sueño de María, el trabajo, los "mail incendiarios", los compañeros insolidarios, los contratos temporales...
Todo eso, al final, pasa. Ésto otro, no.